Por fin, he llegado. ¡La bella Bombay!
La ciudad más poblada de la India me ha hecho recordar una hermosa frase de Friedrich Nietzsche que estoy segura inspirará mi camino en este andar incierto, “todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal”.
Debo comenzar cuanto antes, pensé, mientras tomaba mi sombrero, lista para emprender esta travesía con mi fiel vestimenta de mochilero. La comunicación con las personas jóvenes de la ciudad resultó bastante fácil, todos conocen y hablan el mismo idioma, el universal, así que preguntar por alimento y entretenimiento ha sido sencillo, sin embargo Anjali parece ser todo un enigma. Sus calles, aroma y gente me han dejado sin aliento, tal y como lo recuerdo. Suena desalentador, lo sé, pero aún había tiempo, llevaba solamente un día allí, ya tendría más tiempo. La comida es exquisita y el ambiente encantador, esta noche he hablado con mis padres y con Mateo, él ansía conocer Bombay porque las historias de las estrellas que siempre le cuento nacieron en los rincones de esta ciudad.
Ha pasado una semana, las personas con las que he platicado me aseguran no tener idea de la existencia del niño de las manos milagrosas. En la tarde, mientras intentaba inútilmente comunicarme con una anciana conocí a un joven llamado Ayan, resulta interesante, Ayan significa “camino”. ¿Coincidencia o destino?, algunas cosas están destinadas a ser. Se ofreció a ayudarme a encontrar a Anjali, fue mi traductor durante mi estadía en la India, mencionó que había escuchado hablar sobre él pero que jamás lo había visto, me platicó que su bisabuelo, que en paz descanse, murió a causa de los años y no del terrible cáncer que lo acosó por un largo tiempo.
Muy temprano en la mañana Ayan fue a buscarme, aseguró que levantarse con el sol impide que nuestros ojos se pierdan del mejor espectáculo a esas horas del día, el amanecer. Me invitó a desayunar y caminamos por horas hasta un pequeño mercadillo en las afueras del centro en donde al parecer habitaba un anciano muy sabio que podría darnos razón sobre Anjali, al llegar, entró respetuosamente, me presentó ante él y preguntó sobre el niño de las manos milagrosas, inesperadamente su expresión de bienvenida cambió, me miró exaltado, cruzaron unas cuantas palabras incómodas y al finalizar, Ayan simplemente tomó mi mano e insistió en que abandonáramos el lugar deprisa. En seguida sonrió y agregó que habíamos llegado en un mal momento.
-Conozco a alguien más- añadió mientras retrasaba su paso después de semejante huida -, su nombre es Bel- dijo.
Por otro lado yo tenía la certeza de que a aquel anciano le había molestado mi presencia, ¿por qué querría ocultar la existencia de Angali?
-Sonríe- susurró, mientras golpeaba mi espalda suavemente intentando animarme -, procura no perderte el gran espectáculo que Bombay tiene para ofrecerte- dijo.
Tan pronto y como acabó nuestra conversación llegamos a casa de Bel, Ayan gritó su nombre un par de veces sin obtener respuesta. De repente un hombre fornido vestido de negro de pies a cabeza apareció de la nada, hecho que provocó que mi cuerpo saltara atemorizado, aquel hombre intentando socapar su tremenda aparición se echó a reír. Bel no se encontraba, regresaría en una semana.
-¿Una semana?- pregunté desafiante.
-Sí- contestó amablemente con la intención de comprender mi insistencia.
Esa semana de espera se convirtió en un mes, mis padres estaban intranquilos, mi hermano cada vez más débil y yo sin ninguna respuesta, ¿acaso solo perdía el tiempo? Por fortuna durante ese tiempo conocí mejor a Ayan, resultó que compartíamos la misma edad y prácticamente los mismos sueños, quería ser veterinario, tristemente había dejado sus estudios debido a una crisis muy severa que complicó los negocios de su familia por lo que ahora necesitaban mucho dinero para superarla. Le presenté a Mateo una noche mientras hacíamos video llamada, bendita tecnología, le conté la razón por la cual ansiaba con tantas ganas encontrar a ese niño tan misterioso. Ayan es tierno y muy gracioso, tiene los ojos color del cielo, tez bronceada y estatura de un guerrero. Hace que no me sienta sola, le da sentido a todo.
Acudimos a casa de Bel en cuanto Ayan se enteró que había regresado.
-¡Bel!- gritó con fe de encontrarla.
Una niña preciosa con cabellos morenos se acercó a la ventana y corrió presurosa a abrazar a Ayan, Bel era su madre. En cuanto aquella mujer me miró deslizó su mano sobre mi rosto.
-Vienes de muy lejos en busca de respuestas que lamentablemente no puedo darte- dijo.
Ayan le contó la razón por la que decidí regresar a la India después de tanto tiempo, le habló sobre Mateo, con lágrimas en los ojos lamentó una y otra vez no conocer las respuestas que yo necesitaba.
-Bombay no es un lugar donde podrás hallarlas- afirmó -, Salem es a donde debes ir.
-¿Salem?- pregunté casi sin previo aviso -, está al otro lado de la India- refuté.
Mi corazón se rompió en mil pedazos pero antes de echarme a llorar Ayan me abrazó y prometió acompañarme hasta que haya cumplido con lo que Dios me había encomendado.
Editado: 23.05.2020