“Oh, Angela, it’s a long time coming”
Recuerdo aún ese instante cuando la miré por primera vez. Suena al inicio más cliché de todas las historias clichés del mundo juntas. Imagina que John Green y Paulo Coelho escriben algo en colaboración, y así es como comienza.
Pero así fue como sucedió, sin querer dramatizar o exagerar la situación. Porque obviamente uno nunca olvida cómo fue que conoció a la persona que le cambió una pequeña parte de su vida.
En fin, recuerdo que estaba en una de las plazas comerciales de mi ciudad, sentado en una tienda donde solían vender alitas y hamburguesas (dato curioso: ese lugar ya no existe). Mi mejor amiga Susie estaba ahí conmigo, y yo estaba que me llevaba la chingada en una carreta con letras escritas diciendo “pendejo”. Había terminado una “relación” a distancia, que era una reverenda tontería pensar que tendría futuro, ella vivía en Italia, y yo pues en México, ¿cómo verlo como algo prometedor a algo tan idiota? Sólo yo lo hacía.
-Ya no te sientas triste – me decía.
-Gracias, era lo que me faltaba para ya no estarlo – respondí con el dulce sarcasmo.
-Es que en realidad no sé qué puedo decirte para que te sientas bien.
Sabía que sus intenciones eran buenas, porque es mi mejor amiga y los mejores amigos no quieren que te sientas triste o que estés mal. Excepto cuando te hacen una broma o te insultan con cariño.
-Estaré bien, sólo siento que la vida me patea en las pelotas – lo hacía, y muy duro. – y yo quisiera encontrar a alguien que me quiera bien, ¿sabes?
En ese entonces tenía 18 años, y para mí, la prioridad era tener una pareja porque no podía estar solo. Suena de los más estúpido, pero así era como solía ser. Así que no me juzguen, que el que cuenta la historia soy yo.
-Pues mi prima viene en camino, podrías conocerla – me dijo.
Yo levanté una ceja y le pregunté:
-¿Lo dices en serio?
-No, en realidad prefiero que ni siquiera lo intentes – se río.
-Gracias por burlarte, tarada.
-Sabes que te quiero.
-A veces lo dudo.
Después de unos veinte minutos, el celular de ella sonó. Era su prima, le estaba dando indicaciones de cómo llegar hacia nosotros.
Unos cortos segundos después, la vi.
Una chica un poco alta, de piel morena claro, anteojos y cabello corto castaño rojizo, teñido obviamente, con un conjunto lindo de blusa blanca con pantalón negro.
Caminó hacia nosotros y yo agaché la mirada porque estaba sonrojado.
-Alech, ella es Angela – dijo Susie.
Levanté la vista, seguía sonrojado. La saludé lo más decente que pude.
-Hola – sonreí.
-Hola – respondió ella devolviéndome la sonrisa.
Y ahí fue cuando todos los sentimientos clichés del universo y el multiverso se juntaron para causarme una gran revolución junto con genocidios dentro de mi sistema, además de alterar mis hormonas y neurotransmisores. Todo esto después de un maldito “hola”, parecía eyaculador precoz caso terminal.
Toda esa tarde, traté de no decir cosas tan fuera de lugar, aunque esa es mi naturaleza, para no quedar tan mal enfrente de ella. Fue un poco complicado, porque no sabía nada de ella, pero quería saber si teníamos algunas cosas en común tan siquiera.
Lo primero que descubrí fue que le gustan los zombies y la música de Coldplay.
Zombies sí. Coldplay hasta cierto punto.
Después sólo traté de hacerla reír con comentarios tontos, porque eso también podía hacerlo, pero no funcionó en todos los casos. Así que me limité a quedarme callado, mientras Susie y Angela hablaban entre ellas.
Fueron varios momentos incómodos para mí, porque nadie se percataba de que estaba teniendo una guerra dentro. Lo difícil fue despedirme y saber si volvería a verla.
Y no entro en detalles sobre las interesantes conversaciones que tuvimos los tres porque son irrelevantes para el resto de la historia, imaginen que hablamos de teorías conspirativas acerca de que Hitler sigue vivo.
Después de ese día, no pude dejar de pensarla.
Tiempo después de que pasó nuestra historia, nuestra relación, nuestro todo, conocí la canción Angela de The Lumineers. Justo cuando la quería olvidar, la vida me la volvió a poner en la cara. No tiene nada que ver con la historia, pero el nombre sí, por eso tiene sentido aquí.