Se quedó a la mitad el poema que estábamos haciendo solos.
Y ya no voy a imitar loros.
Alguien se llevó mis letras.
Y olvidé dónde puse la lapicera.
Olvidé que a las nueve mi doctora mi apellido vería.
Y a las diez debía tomar mis pastillas.
¿Cómo hago ahora para no pensar en el oso azul cuando voy a merendar?
Y me consolé con tu felicidad, con tu bienestar.
Olvidaré el dulce sabor de tus dedos cuando llegabas de trabajar.
Y la alegría que me daba tu sonrisa al decirte que eras hermoso como nadie más.
¿Estamos seguros que no hay que hablar?
Y de nuestra lista solo tachamos un par de palabras.
Me culpé por no ser más y ser demasiado.
Y ya no tenés que preocuparte por mi alergia a los gatos.
Me estaba enfrentando con el escudo de tu nombre en la guerra.
Y espero que tengas paz porque ya no hay peleas.
Se robaron de tu corazón cuando me dijiste ser lo mejor que has tenido.
Y sonó la melodía de dios cuando dijiste que ya no querías estar conmigo.
Te extrañé cada hora todo el día.
Y ahora, todo es y…