Absurdamente verdad

Capítulo 9

Mordisqueé la punta superior del lápiz con nerviosismo. No sabía como iba a aprenderme seis temas enteros en un mes solo para una prueba de ingreso.

-Tendría que haberme puesto a estudiar antes.-Me dije a mi misma en alto. Y era verdad, aunque no sabía exactamente qué iba a entrar a la prueba, podía deducir algunos y repasar mientras esperaba que se dijeran exactamente cuales eran.

Pero no, la vaga de mi había dejado pasar el tiempo suficiente como para poder hundirme en un mar de fotocopias y esquemas que apenas podía entender.

La biblioteca pública era tan pacífica, y mucho más en aquella época del año, donde todos estaban disfrutando de sus vacaciones de verano. Solo estaba el señor que trabajaba y supervisaba el lugar, y una chica que al parecer se había quedado dormida, con su cabeza escondida entre sus brazos cruzados.

El silencio era tan enorme que era ensordecedor.

Saqué los auriculares y los conecté al celular para poder escuchar música mientras estudiaba, o trataba.

Cuando iba por el estribillo de Chasing Parties de Sasha Sloan, alguien se sienta frente de mi, del otro lado de la mesa.

Sus ojos marrones parecían envolverme y succionarme hacia el interior de ellos. Como si quisiera hipnotizarme, Carlos clavó sus ojos en los míos, y no pude evitar el inmovilizarme.

Sonrió.

¿Cómo alguien tan feo podía parecerme tan hermoso en ese momento? Tal vez había estudiado demasiado y ya estaba afectando mi razonamiento.

-¿Qué hacés?-Preguntó y miró mis manos. Sin decir nada, le mostré la fotocopia que tenía.

-¿Abogacía?-Preguntó. Asentí.-Buena suerte, nos estaremos viendo entonces.-Se rió entre dientes e hizo amague para pararse, pero lo tomé del brazo.

No supe de dónde había salido aquello, por lo que inmediatamente lo solté, pero él se quedó.

-¿Qué vas a hacer vos?-Pregunté. Carraspeé al notar mi voz un poco transformada.

-Fiscal.-Me miró divertido al ver mi cara.-No me libro más de vos, desde hace, ¿que? ¿Siete años? Nos toca siempre en la misma clase.-Sonrió.

Y era cierto, siempre había odiado ver su nombre en la lista, pero en esos momentos me arrepentía de no haber aprovechado el tiempo que se me había permitido tener. Al parecer el destino quería enlazar nuestros caminos.

-Qué desgracia, ¿no?-Dije mientras colocaba un mechón de pelo detrás de mi oreja.-¿Estudiaste?

-Me extraña que preguntes eso, si sabes como soy.-Dicho eso se puso de pie y se marchó. Lo miré irse hasta que su espalda desapareció de mi campo de visión.

Me sentía como la peor amiga del mundo.

Pero no podía detenerme.

Corrí en la dirección por la que él se había ido anteriormente. Sin darme tiempo a parar choqué con él. 

Una de sus manos voló a mi cintura, mientras que con la otra cargaba un libro, que al parecer había pedido prestado en la biblioteca. Su mano hacía que mi piel hormigueara, y por un momento me pareció percibir que su agarre se apretó un poco.

-¿A dónde ibas tan apurada?-Preguntó, todo me parecía de ensueño, hasta agradecia el tener que estudiar solo para encontrarlo y tener una charla corta pero la mejor que he tenido con él hasta ahora. Donde se mostró amable. No podía alejarme ahora que había visto esa parte de él.

-Quería preguntarte si querías ayudarme a estudiar, o que me prestes tus apuntes.-Dije con la voz un poco entre cortada, debido a que aún no había quitado su mano de mi cintura.

Como si se hubiera dado cuenta en ese momento, la retiró y se alejó un paso de mi.

-Me sorprende que preguntes eso, sabiendo que nunca hago algo como eso.-Habló cruzándo sus brazos sobre su pecho.

-Sí, pero tenía esperanza.-Repliqué, lista para que me mandara a China. Pero en cambio sonrió levemente y asintió con su cabeza.

-Tengo que repasar también, así que podemos reunirnos aca y estudiar juntos.-Dijo y en mi cabeza se formuló el "cita de estudios". Solo por eso quise darme un puntapié.

-Sí, claro, como quieras.-Dije tratando de sonar despreocupada, pero que en realidad quería dar saltitos de emoción. Por Dios, odiaba emocionarme por eso, detestaba no poder evitar todo esto y mantener mi boca cerrada, parecía como si no hiciera el mínimo esfuerzo por alejarme de él, pero lo hacía. Trataba de evitarlo a toda costa, pero él aparecía en todos lados, haciendo que todo se vuelva difícil, por no decir imposible.

Después de decirme que nos veamos lunes, miércoles y viernes, se marchó. Quedé con una sonrisa de oreja a oreja que solo se me iba por momentos, cuando recordaba lo mala amiga que soy por quererlo.

El camino a casa, a pesar de ser naturalmente largo, se me hizo corto. Sentía que estaba en las nubes.

-¿Y eso? ¿Te encontraste con Christian?-Preguntó mi madre cuando me vió sumamente feliz revoloteando por toda la casa.

Paré en seco.

-No.-Dije y me senté en el sofá para ver la televisión.



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En el texto hay: diario, relatos de la vida

Editado: 14.04.2019

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