Absurdamente verdad

Capítulo 10

-Me estás evitando.-Aunque se tratara de una pregunta, Christian lo hizo sonar como si fuera una afirmación, aunque así lo era.

Sabía que otra vez lo estaba evitando, y me sentía mal por "jugar" con él de esa manera. Porque no quería meterlo en los líos que tenía en mi cabeza, pero tampoco podía dejarlo ir de alguna manera. Estaba tratando de organizar mi vida para poder al fin dejar de enredar las cosas; aunque se sintiera una misión imposible de hacer.

-¿Por qué haces eso?-Preguntó cuando no respondí y me dediqué a mirar el suelo. Me había interceptado a dos cuadras de casa, mientras yo estaba de camino a la biblioteca a tener mi primera sesión de estudios con Carlos, a quien no quería hacer esperar.

-Perdón, me tengo que ir.-Contesté, lo esquivé y seguí caminando. Escuché sus pasos detrás de mi, que me siguieron silenciosamente por unos segundos y después se detuvieron.

-Está bien... después hablamos.-Su voz se fue apagando a medida que terminaba la oración. Me sentía terriblemente mal por él, tanto así que hasta había dudado en si debía posponer ver a Carlos. Pero eso no sucedió, lo que me hizo sentir peor.

Mientras caminaba, una presión en mi pecho comenzaba a crecer. Todo lo que sentía, lo que anhelaba y quería tanto... todo estaba mal. Incluso si no hubiera pasado nada entre Carlos y yo, lo deseaba. Quería que muchas cosas pasaran entre nosotros.

Pero no estaba bien.

No era lo correcto.

No podía hacerle eso a Sandra, quien aún no me había dirigido la palabra, aunque haya tratado de localizarla. Simplemente había ignorado cada uno de mis intentos de llegar a ella. Tenía cosas que aclararle, pero aún así... ¿qué tenía que aclararle exactamente?

Las dudas se empezaron a juntar en mi cabeza tan rápido y en grandes cantidades. El camino se me hizo eterno.

Pero todo desapareció cuando lo vi por la ventana de la biblioteca, sentado en una de las sillas de una mesa. Su cabeza apoyada en la palma de su mano, sus ojos se movían mientras leía una fotocopia que sostenía entre dos dedos. 

Quien diría que una persona tan estéticamente fea, me parecería tan hermosa en ese momento.

Mientras lo observaba, de pie, frente a la ventana, como si estuviera viendo la televisión, un recuerdo de semanas atrás vino a mi memoria...

 

Sandra me había convencido de ir al parque a tomar algunas fotos para su carpeta, así podría presentarla en un instituto de fotografía que ella soñaba en entrar.

Perfectamente podría permitirse el lujo de pagarse la carrera. Sin embargo un día despertó y decidió no tomarselo fácil, y ver si de verdad era buena, tan buena que la elegirían entre miles de postulantes. Y en cierto punto era una buena idea, aunque temía por el resultado que pudiera obtener.

-Tienen que ser perfectas.-Dije mientras me sentaba en una enorme roca. La vi agacharse y colocar su cámara frente a su ojo derecho. Segundo después me miró.

-No tienen que serlo.-Habló serenamente.-La idea es que transmitan, que te despierten algo... como todo arte.-Sonrió y ladeó su cabeza. Su cabello rizado que no había sufrido por la humedad que había ese día, estaba suelto debajo de un gorro de lana verde, sus mejillas estaban rosadas debido al frío.

 

Supongo que de eso se trataba, arte.

Arte que al verlo, me transmitía un millón de sensaciónes nuevas y maravillosas, en las que yo jamás me atrevía a sumergirme. 

El mejor de los artes. Una obra maestra, eso era Carlos.

Con una sonrisa entré a encontrarme con él, quién también sonrió al verme.

-Perdón por hacerte esperar.-Dije suavemente mientras me deslizaba en la silla. 

-Ya me estaba por ir.-Puso sus ojos en blanco y me mostró su teléfono, en donde tenía el cronómetro congelado, donde decía "14:03".-Iba a esperar exactamente quince minutos.

-Que impaciente.-Murmuré por lo bajo, pero lo suficientemente alto como para que escuchara.-Pero bueno, ya estoy acá, ¿empezamos?-Zanjé el tema, y sin objeciones, comenzó a explicarme las dudas que yo había anotado en una libreta sobre los temas que ya había estudiado previamente.

Hablaba tan rápido que si no fuera porque casi lo sabía completo al tema, no podría seguirle el ritmo. 

De pronto para de hablar y me mira. Yo, que tenía mis brazos cruzados sobre la mesa, los saqué rápidamente y enderecé mi postura, como si esperaba que me fuera a reprochar de eso.

-¿Has hablado con Sandra?-Preguntó mierándome directamente a los ojos.

-Ella evita todo contacto conmigo, ¿te dijo que estamos peleadas? ¿Te dijo la razón?-Mi voz se sintió temblorosa por un segundo. Mi mente empezó a correr. Cuando lo vi negar, sentí que me relajaba tanto que pensé que moriría.

-Ella me está ignorando también, cuando voy a su casa ella no atiende, o su madre me dice que no quiere hablar, o que no esta... no sé qué pasó... ¿qué pasó entre ustedes?



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En el texto hay: diario, relatos de la vida

Editado: 14.04.2019

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