Unos días más tarde, casi dos semanas para ser preciso, la academia permanece con una paz entusiasta para los más jóvenes pero preocupante para los profesionales, que como cada momento de calma transcurriendo en clima de tormenta no es muy buen augurio.
La patrulla de la academia se mantiene en constante vigilancia para evitar otro ataque como el ocurrido hace menos de dos meses y el que Alexander intento ejecutar a principio del año.
Después de los últimos sucesos es más que obvio que la seguridad de los estudiantes resulta ser la mayor prioridad para la orden asesina y esto no solo había repercutido en el oeste sino en los demás territorios y provincias.
En la madrugada se escuchan explosiones en cada uno de los salones, pequeños como para destruir el lugar, pero con enorme potencial nocivo para los pulmones de quienes se encuentran cerca, y la estructura se daña un poco. Las columnas que adornan los pasillos empiezan a agrietarse, así como el fuego incrementa su presencia e incluso llega a los clubes estudiantiles.
El dojo de kendo es adornado con feroces llamaradas que van consumiendo la madera que da forma al edificio en su totalidad.
Las continuas explosiones, que además de iniciar un incendio masivo en toda la academia, también se llevan consigo a los profesionales que vigilan los pasillos ahora con sus cuerpos siendo calcinados por el fuego y las altas temperaturas. Los pocos que siguen con vida corren a través de la zona residencial para sacar a los jóvenes de sus dormitorios:
—¡¿Qué demonios está sucediendo?!— pregunta Olympico.
—La academia está siendo atacada. — responde Hiroshi mientras guía a un gran grupo para el lugar de las residencias a pocos metros de la academia.
—¿Pero también la zona residencial? — se desespera Lucy.
—Eso parece. Este ataque seguramente es premeditado. – sospecha Hiroshi.
Uno de los asesinos se apresura a subirse a la torre, donde cuelga una cuerda y a su vez está amarrada a la campana. Toma la cuerda y tira de la campana, la cual comienza a sonar con fuerza. Esta es usada, generalmente, para anunciar los descansos o fin de clases, pero tiene un significado que solo sabe quiénes se encuentran en el edificio y es alarma de ataque enemigo. Después del ataque fiesmero, Doncaster había anunciado que la campana podía sonar en esos casos y si sucedía en horarios extraños es porque había ataque de grupo enemigo.
Los profesionales logran sacar a estudiantes de sus dormitorios, y como residen dos estudiantes por sitio lo vuelve más ágil en esos casos de evacuación.
Los estudiantes de años superiores, como los que casi se gradúan de la academia, ofrecen su ayuda para ayudar a los novatos y junto a los profesores guían a cada alma hacia la salida. Sin embargo, la zona residencial no está alejada de la academia por lo un largo pasillo une ambos edificios, entonces una enorme y larga columna de estudiantes intentan avanzar.
Por orden de los profesores, cada uno tiene que inclinarse y avanzar de esa forma, ya que el humo se hacía más visible y dificulta respirar. Muchos empiezan a toser, otros no pueden respirar y caen desmayados. Estos son llevados por alguien mayor a cuestas.
Doncaster acude también a escoltarlos y pide a los mayores que despierten a aquellos que aún no lo han hecho:
—¡Hiroshi! ¡busca a los alumnos del piso B, rápido! —le pide al espadachín.
—¡Entendido! — responde a Doncaster.
—¡Olympico, busca el origen de todo esto. Necesito reporte de daños.
—Está bien Doncaster.
—Lucy, necesito que vengas aquí y vigiles las entradas. El profesor Oromu irá contigo.
—¡Si!
—¡Tenemos que impedir que el fuego se extienda más allá y protejan a los jóvenes con su vida! —les dice a los adultos responsables por la seguridad de los jóvenes.
El fuego se extiende hasta el campo de tiro, donde su intensa vegetación y estructura también de madera es consumida sin piedad y el humo cubre el salón donde estudiantes dedicaban horas para mejorar sus habilidades en el manejo de armas a larga distancia.
En su cuarto, Megumi y Maia se despiertan y encuentran con toda la habitación llena de humo tan oscuro como toxico para sus pulmones. El impacto de ver arder a la puerta y los gritos de afuera hacen que entre en pánico. Entonces corre a despertar a Maia:
—¡Maia, Maia! — zamarrea a su amiga en busca de una respuesta mientras que le grita desesperada.
—¿Huh? ¿Qué pasa? — apenas abre sus ojos y encuentra un panorama tétrico y peligroso— ¡se está quemando la academia!
—Si, hay que salir de aquí. ¡cof, cof, cof! — empieza a toser y a sentirse mareada.
—¡Megumi! — la sostiene y ambas se agachan para evitar respirar el humo— Tenemos que irnos. —dice y busca la manera de salir atravesando la puerta en llamas.
Lentamente el humo cubre todos los rincones de la habitación de las chicas hasta que pierden la consciencia y caen al suelo. Sin poder gritar ni mantenerse despiertas.
A escasos metros de la habitación, Kaizer y Kamata se encuentran en la multitud que huye del edificio, mientras que ambos recorren los pasillos para buscar a sus amigas en peligro de morir por humo y calcinadas.
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Editado: 05.08.2024