• A I D E N •
La noche en Caelum se antojaba tranquila, perturbada únicamente en sus afueras por la música que provenía de la taberna de Theo.
La taberna consistía en una vieja y pequeña cabaña que fue construida muchísimo antes de que ninguno de nosotros cuatro hubiese nacido. Theo consiguió ahorrar suficiente dinero para comprarla y luego remodelarla hasta ponerla en condiciones. Luego, con el paso de los años, se convirtió en un referente donde los jóvenes se congregaban para pasar un buen rato. Toda la diversión ocurría en la terraza, una extensión de suave césped en el que podías bailar descalzo al ritmo de la música en vivo que se tocaba al fondo.
Yo me encontraba apartado de la multitud, junto a la barra en la que Theo atendía a unas brujas habladoras. Después miré alrededor en busca de mis amigos, perderlos de vista por más de un segundo no era una buena idea.
Esdras estaba en una de las mesitas que se encontraban dispersas, hablando con una chica pelirroja de cabello ondulado que no paraba de lanzarle miradas sugerentes a mi amigo.
En otra esquina, podría haber jurado que veía la misma pelirroja pero en esta ocasión su cabello era más rizado y abundante, a diferencia de la otra, esta sonreía abiertamente y admiraba el trabajo de Moll, quien la estaba dibujando en una de las servilletas que estaban dispersas por las mesas.
—Esdras ya está borracho — me sacó Theo de mis pensamientos —. Si tú y Moll necesitan ayuda para cargarlo de vuelta, no duden en pedirla.
—Por mí haz con él lo que quieras — espeté dando un trago de mi bebida —. Hoy no quiero tratar con borrachos.
Theo rió.
—Aun en ese estado, pudo conseguir la chica esa de Terra.
La mención de Terra me sorprendió un poco, era una de las regiones que estaban más lejos de la ciudad. Cuando veía alguno de sus habitantes, se trataban de servidores públicos o comerciantes que iban a la ciudad de paso.
— ¿Y que hace una chica de Terra aquí? — pregunté.
—Pues ella y su hermana, irán a la Academia también, pero decidieron parar por la ciudad antes — me comentó mientras servía otro trago —. Yo haría lo mismo si viviera tan lejos, el viaje debe ser una pesadilla.
Tenía razón, calculaba que serían algunos tres o cuatro días de viaje en una carroza. No me permití apenarme más de lo que debía sobre la situación ya que muchos brujos sacrificaban eso y más por la Academia, al fin y al cabo era un deber de cada joven brujo y bruja el de cumplir con la educación obligatoria.
Por fortuna no debíamos preocuparnos por el viaje, era una situación de la que estábamos a salvo, puesto que solo necesitábamos media mañana para llegar en barco al islote donde se encontraba la Academia.
—Parece una buena chica, lástima que le tocó el borracho — dije compadeciéndome de la joven de cabello ondulado.
—Lo dices como si la otra fuera la más afortunada —rodó los ojos —. La desdichada está con el fumado de Moll, a decir verdad no sé cuál es peor situación.
—Moll está drogado casi todo el tiempo y no molesta a nadie, podrías decir que es parte de su personalidad a este punto —argumenté. — En cambio Esdras, es insoportable cuando toma de más.
—Buen punto Den. —me dio una palmada en el hombro y parecía interesado en decir algo más, pero uno de los clientes llamó su atención.
Como todas las noches, todo estaba dentro de lo común para Caelum. Aunque se supone, debía tener un gusto diferente porque no volvería dentro de unos largos meses.
¿y si me daba igual, estaría mal?
Un príncipe no debería sentirse indiferente por su hogar, no debería de faltar al honor de su castillo y no debería de estar ahogándose en alcohol en una taberna en las afueras.
Pero mucho menos, no debería estar devorando con la mirada a la bruja que recién cruzaba las puertas de la taberna.