Salí bastante satisfecho de su casa, ella no me dio su número y yo tampoco pensé en pedírselo, el éxtasis me duró poco cuando Mía regresó a mis pensamientos, como siempre lo hacía. Irrumpiendo donde no debía. Pensé en volver a la fiesta pero no tenía ganas de hacerlo, en el fondo me sentía culpable por lo que había hecho, me sentí como si la hubiera traicionado a pesar de que ella no fuera nada mío. Supongo que también tendrá intimidad con Raúl y de solo pensarlo me hace hervir la sangre.
No entiendo cómo o cuando me empezó a gustar ella, no sé por qué me gusta y menos entiendo qué tiene ella que no tenga cualquier otra chica, tal vez será su ruda forma de ser o su belleza que fallidamente esconde, no estoy seguro. Solo es ella, es que si tan solo me dejara llevarla a algún lado o siquiera me mirara cuando pasa a mi lado, me sentiría un poco mejor. Es que me evita por completo, solo soy uno más del montón de la escuela para ella.
Ahora que lo veía, estaba perdiendo las esperanzas muy rápido. Tenía que intentar conquistarla, tenía que invitarla a salir de nuevo, solo lo hice una vez y sería muy deprimente y de cobardes que me rindiera tan rápido.
Así pasó todo el fin de semana, los chicos llegaron a visitarme de nuevo y les conté lo sucedido, sus reacciones fueron tan épicas que hasta me aplaudieron y me compraron una torta. El domingo acompañe a mi hermana Lucía a la iglesia pero eso me aburrió bastante, no creo en dios. En la tarde de ese día le envié un mensaje a Mía desde mi cuenta pero no lo respondió a pesar de que lo vio.
Era martes y para este día había decidido contarle todo a Mía, todo lo que sentía por ella, me abriría por completo. Le compré una caja de chocolates y me vestí lo mejor que pude, pensé en cortarme el cabello porque estaba bastante largo ya pero Mickey me dijo que si lo hacía, me iba a violar.
Martín habló con ella al inicio de clases para acordar que se encontraría conmigo en el descanso en la cafetería. Yo estaba completamente lleno de nervios, mis manos sudaban y temblaban, estaba tan nervioso que cuando el profesor de matemáticas me hizo pasar al frente para resolver un ejercicio, escribí de una forma tan temblorosa que nada se entendía y se me bloqueaban las palabras.
Sonó el timbre del descanso, fui al baño antes para ver si me veía bien y para mojarme la cara para ver si así se me pasaban los nervios. No podía equivocarme, este era el momento crucial de mi relación con Mía. Salí y llegué a la cafetería con la caja de chocolates en las manos, allí estaba Mía, sentada en una mesa esperándome. Estaba tan asustado que cuando la vi, me dieron ganas de llorar y de salir corriendo. Me llené de valor y me senté junto a ella.
-Te vez muy bien hoy-Le dije tratando de ocultar mis nervios-
-Y tú te vez como si te dirigieras a una fiesta o algo, muy arreglado.
Se me ocurrió un comentario sarcástico pero el tiempo del descanso era tan corto que quise aprovecharlo todo con ella.
-Toma, te traje esto-Le entregué la caja de chocolates, los recogió y los miró como con desanimo-Quería verte hoy porque hay algo que quiero decirte-Le dije pero mis nervios me estaban ganando la partida así que tomé un suspiro y continué:-Yo… yo… ya no puedo contenerlo más Mia, yo… yo… tu, eres preciosa y… me gustas mucho, me gusta que me pegues o que me asustes, me gusta lo inesperada que eres, me gusta tu cabello largo, me gusta como relatas historias y sé que tienes novio pero yo quiero estar contigo, yo quiero ser el único para ti y por favor, no me rechaces enseguida. Al menos déjame salir contigo así sea una vez.- Juro que puse mi corazón en cada una de las palabras, eso era todo lo que sentía.
-Eso no lo veía venir…
-Lo sé…
-Me dices todas estas cosas y de verdad, ¿qué esperas que haga?
-Qué salgas conmigo una vez, no te estoy pidiendo que dejes a Raúl sino que me des la oportunidad de mostrarte quien soy y que tú decidas.
-Nathan, yo… no lo sé.
-El viernes podemos ir a cine o puedo invitarte a cenar en mi casa.
-Sabes que no puedo los viernes…
-Entonces mañana o el jueves.
-Hoy estaré con Raúl y mañana…-La interrumpí, entendí que no quería nada conmigo.
-Está bien, yo… yo me tengo que ir, si hoy por algún motivo no estarás con él, avísame. Tienes mi número.
-Por supuesto.-Me dijo y yo sabía que no iba a llamarme. No me equivoqué.
Fui a la sala de cómputo donde estaban los chicos, tenía muchas ganas de llorar pero no quise hacerlo, eso sería más humillante que lo que viví en la cafetería. Por mi expresión ellos entendieron lo que ella me dijo y no se rieron de mí como esperaba que lo hicieran, por el contrario, me dijeron cosas reconfortantes que muy poco me subieron el ánimo. Es verdad lo que dijo Mía, ¿qué esperaba que hiciera? Yo sabía que ella está enamorada de él y aun así fui tan iluso de creer que querría salir conmigo. Me sentía pésimo así que no entré a las siguientes clases sino que me quedé fumando en la azotea hasta que terminó la jornada de clases.
Editado: 28.11.2018