Acordes del Corazón (libro 1. зоrа)

Cap. 12 Astucia

Ioan terminó de leer el correo que le había enviado James Holland que era quien se encargaba de vigilar a Dàmir, tomó algunas notas y levantó el teléfono que volvió a dejar en su lugar una vez que había comunicado sus órdenes.

Se recostó en el sillón y mientras esperaba se preguntó cómo iba a tomarse Dèjan aquello. Ellos sabían que Dàmir había estado buscando una disquera que los respaldase, y aunque podría haberse ahorrado el trabajo y recurrir a su padre para que lo arreglase, en primer lugar aquel muchachito era orgulloso y autosuficiente; segundo, conociéndolo como lo conocía, sabía que si iba a triunfar querría hacerlo por sus propios medios y no por contar con una maquinaria capaz de fabricar cualquier cosa incluido el talento aunque este no existiese; y por último, estaba igualmente seguro que aunque él personalmente sabía que a la larga Dèjan sería simplemente incapaz de negarle nada a su hijo, Dàmir tal vez no tuviese la misma seguridad. De manera que él y sus amigos habían estado recorriendo disqueras y habían comenzado por las más modestas, pero éstas no habían querido arriesgarse con unos desconocidos y finalmente Dàmir parecía haber decidido probar suerte con una mucho más grande y exitosa y lo había logrado.

Ioan evaluó la situación y preparó su argumento para enfrentar a Dèjan. A Dàmir le faltaba menos de un año para recibirse, pero suponiendo que decidiese seguir adelante con el proyecto de la banda – algo que a todas luces era lo que deseaba – eso significaría que no se inscribiría para hacer una maestría como esperaba Dèjan, de modo que Ioan estaba seguro que aquello no iba a gustarle nada a su primo, y que las cosas iban a ponerse difíciles por un tiempo.

 

Al día siguiente, Ioan estaba revisando unos asuntos pendientes cuando la puerta se abrió y su secretaria entró al despacho para avisarle que ya Dèjan había concluido la reunión en la que se encontraba, de modo que Ioan se puso de pie y se encaminó hacia allá.

  • ¿Cómo salió todo el asunto?  --  le preguntó de la forma más innecesaria
  • Como tenía que salir  --  dijo él con evidente satisfacción mientras se servía un trago
  • Me alegro
  • ¿Y  tú qué?  -- preguntó con suspicacia, porque no era usual que Ioan fuese tan parco
  • Tengo noticias de Dàmir

Dèjan detuvo su mano a mitad de camino y lo miró. Generalmente cuando Dèjan miraba de aquel modo, el destinatario de la mirada en cuestión se sentía como si de pronto una  fuerza invisible lo hubiese empujado violentamente.

  • Ya consiguió una disquera
  • ¡Kletva! [1] --  exclamó Dèjan  --  ¿Quiénes?
  • Recordline Inc.
  • ¿Y?
  • Ya la mandé a investigar y todo está en orden

Aquello era cierto, porque apenas Holland le había dado aviso, él había puesto en marcha la maquinaria de investigación y unos minutos después el informático del departamento estaba sentado ante él haciendo un resumen que incluía los datos más importantes y asegurándole que tenía a su disposición cualquier otra cosa que quisiese saber. Después de eso había mandado a llamar a Peter Ludvic, uno de los abogados de la división legal y con un doctorado en derecho mercantil.

  • Ludvic, prepárese a salir tan pronto como sea posible para Londres y para averiguar, con la mayor discreción, todo lo concerniente a los contratos que firman los estudios de grabación Recordline Inc con sus artistas, pero especialmente quiero saber hasta el último detalle del que acaba de firmar con una banda de nombre Zora

Si al individuo en cuestión le había parecido extraño o cualquier otra cosa, no lo dijo ni lo expresó de ninguna manera, ya que lo primero que se aprendía en aquel negocio era a obedecer sin cuestionamientos las órdenes de aquel joven individuo fueran éstas de la naturaleza que fueren. Otra cosa que Peter había aprendido con suma rapidez o no estaría trabajando allí, era que cuando Ioan decía lo antes posible quería decir en realidad que ya debía estar hecho, de modo que Peter no perdió el tiempo y después de recoger su portátil y asegurarse que llevaba su pasaporte, se fue derecho al aeropuerto. En cuanto puso los pies en Londres, contactó con el departamento legal de la corporación en aquella ciudad, quienes pusieron a su disposición tanto las oficinas como los equipos, ya que los empleados de la división legal de la corporación trabajaban en perfecta sincronía independientemente del lugar del planeta donde se encontrasen.

Teniendo a su disposición la sólida maquinaria que respaldaba a la Corporación Zazvic, Peter obtuvo lo que se le había pedido en tiempo record y voló de vuelta presentándolo ante Ioan con todo detalle y ahora él estaba cumpliendo con darle la información mucho más resumida a su primo.

  • ¡Son unos infelices!  --  exclamó Dèjan al ver las condiciones del contrato  --  Suponiendo que tengan éxito, según esto  --  dijo levantando la hoja  --  estarán atados a ellos y con ganancias miserables por tres años
  • Ellos tienen la potestad para imponer las condiciones y los contratados en libertad de aceptar o no, así que no están haciendo nada ilegal

Dèjan sabía eso muy bien, porque el que tenía el poder económico era quien tomaba las decisiones. Él no estaba muy al tanto de los asuntos relacionados con el espectáculo, tenían intereses en aquella área, pero no eran algo que a él le hubiese llamado especial atención. Sin embargo, tenía una idea general y sabía que la mayoría de los artistas estaban tan desesperados que solían aceptar contratos desventajosos solo por la oportunidad de darse a conocer. Algunos de aquellos que lograban el éxito, a veces entablaban luego furiosos pleitos con las disqueras y la mayoría solía cambiar de firma con o sin pleito, por una que les ofreciese mejores condiciones, mismas que ya siendo famosos podían darse el lujo de imponer.




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