FELIZ INICIO DE SEMANA MIS AMORES.
LO PROMETIDO ES DEUDA.
NOS LEEMOS MAÑANA.
LES AMA.
JEN<3
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ARCHIVALD
«—¿Esta seguro que quiere pasar por el suplició de compartir esta pieza conmigo? —sonaba extrañada a la par de insegura, mientras se dirigían al centro del salón adecuado para que cumpliera la labor de la pista de baile de los Coleman.
Que, casualmente la hija de estos era la mejor amiga de la dama que se estaba mordiendo el labio con vehemencia sin saber cómo tomarse su propuesta, que, pese a las negaciones de su abuela y la cara larga de su hermana la obligó a que aceptara.
Es que, la dama tenía algo que lo jalaba, por eso las veces que se la había topado después de haberle dado sepultura a aquel perrito, trataba por todos los medios de conocerle un poco sin utilizar demasiado el razonamiento.
Con ella forjándose lo bastante sencillo para sonreír con soltura, sin siquiera darse cuenta de que aquello nunca le había salido tan natural desde que recordaba.
—Si sigue insistiendo pensaré que solo aceptó por simple cordialidad, señorita Wrigth —esta abrió desmesuradamente los ojos, boqueando sin saber que responder ante el aparente desplante que le estaba haciendo, sin siquiera darse cuenta de sus actos.
O eso pensó hasta que lo corrigió.
—Me llamo, Evolet —claramente odiaba los formalismos, mientras el disfrutaba sacando un puchero de desagrado de su rostro.
—Y Yo Archivald —hasta que no lo tratara con la confianza que le indicaba, no cedería en ese aspecto.
—Su hermosura que me trae en las nubes, no me ciega a la hora de apreciar que es un testarudo —alzó las cejas con sorpresa.
Su descaro, y lengua suelta no dejaban de asombrarlo gratamente.
Era demasiado honesta para ese mundo.
La escuchó refunfuñar por lo bajo, a la par que hacían el saludo inicial y enlazaban sus cuerpos para empezar a danzar.
» Usted no escuchó nada, y seguimos en el tema de que es una mala idea que estemos girando en este momento cuando lo único que se hacer es lisiar a almas ingenuas, que solo tienen esta cordialidad para llegar a Emily —arrugó el ceño al no comprender del todo sus palabras.
¿Enserio pensaba que se le acercaba para llegar a su hermana?
—¿De dónde saca tantas oc…? ¡Auchsss! —no pudo terminar su cuestionamiento, porque vino el primer pisotón.
Pese a ser pequeña y delgada, pisaba como un caballo la condenada.
—Ahora está sufriendo lo que no me quiso creer desde un inicio —parecía mortificada, mientras volvía a pisarle sin remedio.
Haciéndolo apretar la mandíbula para que no notaran su padecimiento.
» El señor Rider está gozando con su martirio —ahora parecía ofuscada.
Dirigió la mirada al lugar donde esta tenía la vista puesta sin pestañear, topándose con el susodicho, que estaba danzando con la hermana de la mujer que se hallaba en sus brazos, y portaba una sonrisa de medio lado, no precisamente por la compañía de la muchacha.
Mas bien era por saber que no era el único que había caído en la desgracia de esa loca muchacha, pues, pese a que andaba con bastón por el accidente en la escalinata no se había abstenido de seguir su cortejo.
A duras penas moviéndose, pero se le abonaba el esfuerzo.
—No creo que quiera darle el gusto de verla fracasar de nuevo —la apretó más contra su cuerpo, haciendo que jadeara ante la sorpresa de su accionar.
—Por mi puede pensar lo que mejor lo haga sentir, Milord —no sonó hostil.
Mas bien, desinteresada era la palabra adecuada.
» Después de todo casi lo mato, antes debo dar gracias que no le ha pegado a un asesino a sueldo para que acabe con mi precaria existencia —¿Qué era lo que tenía esa mujer en la cabeza?
Divagaba de una manera tan contradictoria, que no sabía cómo seguirle la corriente.
—¿Podemos cambiar el tema? —asintió en respuesta, pese a que se veía distraída.
Solo pudiendo captar que susurraba entre dientes algo inteligible, hasta que resopló cuando lo volvió a pisar.
—¡Soy un desastre! —se quejó en un susurro, regalándole una mirada de derrota —. Ni contando los pasos como me lo enseñaron, pude evitarle el martirio de estar bajo mis pies —negó con la cabeza, y volvió a mirarle con una sonrisa resplandeciente.
Como si momentos antes no estuviese frustrada.
» Pero, para que pasemos el trago amargo aceptaré su propuesta los pocos minutos que quedan de esta martirizante danza —sus ojos brillaban con curiosidad pura, haciendo que casi al instante se arrepintiera de hacer esa propuesta, solo mordiéndose la lengua porque de alguna manera esa mirada brillante no quería perderla, cuando por un momento desapareció de su semblante.
Se veía más bonita cuando su rostro se iluminaba.
Resplandecía con luz propia.
Parpadeó cuando la pregunta que sobrevino no se la esperaba, nuevamente trayéndolo al presente.
Agradeciéndolo en sobremanera, pero al instante arrepintiéndose cuando le repitió el cuestionamiento con el rubor plagando su rostro.
—Usted en una de sus charlas me dijo que estaba enamorado de la mujer que había despreciado —¡Ay no!
Al no poder retractarse solo asintió, consiguiendo que lo tomase como si fuese el permiso para hacer su pregunta sin restricciones.
» ¿Cómo se llama esa mujer a la que hizo sufrir al no haberla elegido? —un espeso silencio se instauró entre ellos.
La lengua la sentía pesada, al apreciarse ante sus ojos expuesto.
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Editado: 20.05.2023