Hola mis amores, aquí el nuevo cap.
Espero sus reacciones.
Les ama.
Jen <3
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ARCHIVALD
Presentación en sociedad.
Almack's.
Noviembre de 1807…
«Me puso a prueba, y tengo una semana antes de la primera velada de la temporada para entregar el pedido. Cosa que me hizo entender, porque se enamoró de ella. Es una mujer hermosa, talentosa y al parecer perfecta en todos los sentidos. Siempre he sido una tonta por creer que puedo llegar a sus ideales, cuando con cada acción compruebo que jamás estaré si quiera en sus planes»
…
¡Joder!
Era un verdadero suplicio siquiera pensar con coherencia los últimos días.
Esos que pasaron por su vida sin ninguna novedad notoria.
Y todo por ella y sus palabras inconscientes, carentes de algún tipo de maldad que le llegaron al alma, porque podía vociferar a viva voz que lo hizo con toda la intención, pero él sabía cómo nadie que podía condenar a muerte a un cristiano, y no se daría por aludida hasta que fuese demasiado tarde.
Su despiste era algo que no sabía cómo dosificar.
Resultaba tierno hasta cierto punto.
Hasta que llegaba a tocarle las entrañas con sus lágrimas sinceras, y honestidad sin reservas.
Dejándolo sin como decirse a sí mismo que eran mentiras, cuando la vio de la misma manera en el momento que perdió aquel perrito por el cual profanó una tumba.
Como resultado causándole un insomnio difícil de sortear, más cuando no había podido verle desde esa noche, pues salía antes de que el gallo cantara y regresaba entrada la noche cuando todos se habían acostado.
Tuvo la opción de abordarla en sus aposentos. Sin embargo, aquello no resultaba la mejor de las ideas cuando portaba la sangre caliente desde que vio su espalda desnuda libre de barreras, y el calor se agolpó en su virilidad al rememorar los motivos por los que su unión se llevó con precipitación, pero no podía dejarse gobernar por sus necesidades cuando no estaba cavilando con claridad, y se hallaba fuera de del Almack's aguardando por su presencia, mientras se fumaba un cigarrillo, intentando que la impaciencia no fuese notoria y las ganas de avistarle no se notasen, porque la había echado de menos, pese a que solo había sido una semana sin su presencia.
Demasiado para su sistema.
Agradeció que se encontraba sin compañía, pese a los rezagados que llegaban cada tanto, puesto que su hermano y madre se adelantaron, con el primero llevado por las orejas al pretender querer molestarle, pero Catalina no se lo permitió, siendo ayudada por los hombres más disolutos de Londres que iban llegando en ese momento, y también lo arrastraron o por lo menos dos de ellos porque Lincoln quería unírsele, pero al ser nombrada la alemana que resultó su prometida puso pies en polvorosa, y queriendo perderse entre la marea de gente fue el primero en preceder la marcha.
Dejó salir el humo alojado en su boca por la nariz, intentando que las manos dejaran de temblarle como si fuese un adolescente a punto de ver a la dama que lo había tenido con la mente nublada desde que le conoció.
Siempre has sido así con ella.
Su consciencia era algo que veces no soportaba.
Miró por decima vez el reloj de plata que guardaba en el bolsillo de su saco.
Llevaba casi una hora de retraso.
¿Y si le había ocurrido algo?
Los caminos a esa hora no eran muy seguros, pese a que David, el cochero encargado de trasladarla la protegería con su vida.
Por algo se la había dejado, pues esta también portaba entrenamiento militar y estaba a su servicio para cuidarle las espaldas cuando era requerido.
¿Y si solo había pasado de su obligación, queriendo vengarse por hacerle pasar un trago amargo?
Eso sí que sería bastante egoísta hasta para ella.
Pero, portaba lógica cuando días anteriores le mandaba misivas como le indicó en su intercambio, solo informándole que llegaría entrada la noche.
Sin muchos detalles, pareciendo por obligación y no porque lo considerara.
Dejó caer la colilla del cigarro cuando le estaba quemando los dedos, y con desagrado se pasó las manos por el cabello.
Estaba pensando en caliente incoherencias, porque lo único es que excavando en sus elucubraciones, le preocupaba.
Su rostro bañado en lágrimas pasaba cada segundo por sus ojos como si estuviese ocurriendo en ese instante, y lo peor del asunto no era recordarlo si no saber que era el culpable, y ahora no podía ser el motivo que le quitase el semblante triste, y le hiciera aflorar esa sonrisa que le alteraba el corazón.
Asumiéndolo desde el primer momento que esa era una de sus mayores debilidades.
Verla rota, tan herida que la dolencia la sentía como propia.
Esa que, provocaba la desesperación por devolverle la alegría a su rostro, pero ciertamente en esos momentos no tenía las armas para hacerlo, ni mucho menos la entereza cuando debía parecer alegre, y apreciarse de esa forma como un alivio por verla pagar sus culpas, pero era todo lo contrario.
La culpa opacaba el resentimiento, y las ganas de estrecharla contra su cuerpo eran más profundas que verla adolorida por él.
No quiero ser el causante de sus desdichas, cuando mi deseo ferviente era ser el único que le causará sus más profundas alegrías.
No debió haber cambiado, cuando tenerla cerca me hacía sentir tan bien.
Es que, con su mera sonrisa, me resultaba suficiente para olvidarme de mis pesares.
Pero, ahora…
Quiero devolver los pasos.
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Editado: 20.05.2023