Una ráfaga de viento choca contra mi cara. Shelly me mira un poco preocupada desde el otro lado de la mesa mientras Celeste esta más preocupada por su manicura.
—¿Entonces terminaron?
—No lo se, me ha estado llamando toda la noche.
—¿Respondiste?—pregunta Celeste.
Hoy en cuanto desperté recibí la invitación de parte de Shelly para desayunar. Le pregunté si podía incluir a Celeste y no tuvo inconveniente. Se han conocido hace un par de horas y se han caído genial la una a la otra.
—No—confieso.
—No puede ponerte a escoger entre tu mejor amigo de toda la vida y él. Está más que claro quien lleva ventaja.
—Si pero es su novio, Shelly. Tampoco puede desobedecerle.
—No soy un perro para recibir órdenes.—espetó molesta.
—Tampoco esperes que sea sumisa con él, esta idiota si cree que así será.
—¿Dices que debe dejarlo solo por que no quiso escoger entre June y el?—Celeste se lleva una mano al corazón
—Sí, porque si no puede aceptar que Delilah tenga más amigos o personas en su vida y solo la quiere para él esta mal.
—¿Que clase de novia sería si hace eso?
—Una que demuestra que el que lo quiera no significa que tenga que aguantarle sus escenas. Porque no es la primera vez que lo hace ¿cierto?
Niego.
La primera vez «Que yo recuerdo» fue en un restaurante, se molesto simplemente porque el camarero fue amable conmigo, me dijo que no podía estar coqueteando con otros en frente de él y casi me deja sola en ese lugar. Por suerte se tranquilizó y me llevo a casa.
Después comenzó a reclamarme el que viviera con June y no con él. Me presionaba para que accediera mudarme a su Loft hasta que se cansó.
—Como sea, me acompañarás a la fiesta hoy.
—No estoy de humor.
—Delilah, lo prometiste—me acusa—. Quieras o no irás conmigo.
—¿Puedo ir?
—¡Por supuesto que si, Shell!—exclamo feliz—. June también irá y a su amigo Máx, lo invite, me ha dicho que si, ¿puedes creerlo?
Ruedo los ojos. Celeste se ha propuesto conquistar al amigo de June a como de lugar, no le importa el que haya dicho que está en una relación.
—Dijo que lo pensaría—contradice Shelly.
Mi teléfono se vuelve a iluminar con el nombre de Jeremy en la pantalla. Lo coloco en silencio y dejo que la llamada pase al buzón de mensajes. Celeste se fija en eso y enarca una ceja viendo del móvil hacia mi.
—Si no le respondes se puede enfadar—dice.
—No quiero hablar con él—apago el móvil cuando vuelve a llamar.
—Tienen que arreglar las cosas con él, y si no pones de tu parte puede ser peor.
—Déjala que se tome un tiempo para pensar y ya después habla con él.—aconseja Shelly.
—A ver si para cuando quiera hablar no es demasiado tarde.
Que lío es todo esto.
Celeste recibe una llamada y antes de que preguntar algo se despide de ambas, no sin antes reiterarme sobre esa fiesta. A la cual no quiero ir. No estoy de ánimos para soportar tanta gente acoplada en un mismo lugar. Aunque distraerme un poco sería bueno.
Shelly toma su propio camino, mientras yo voy por el mío a casa de mi madre, enciendo el teléfono el cual reluce con el nombre de Jeremy, hay muchas llamadas perdidas y mensajes también, no le respondo y sigo avanzando. Paso por un lugar en donde noto algo que llama mi atención, más bien alguien que llama mi atención.
Es Max.
Y no está solo.
Esta con una chica.
Tal vez sea su novia, la chica que mencionó el otro día. No es de mi incumbencia pero me pica la curiosidad de saber quien es. ¿Por qué? No lo sé.
Sin darme cuenta me muevo hacia el interior del lugar, ¿Que es lo que estoy haciendo? No lo sé. Sin pensar me formo en la fila para ordenar, espero paciente hasta que llega mi turno viendo de reojo a máx y a la chica. Pido un café capuchino de chocolate; «odio el café» sin embargo heme aquí pagando por algo que no voy a beber.
Me entregan, camino a la salida examinando disimuladamente las mesas; la chica de cabello teñido de rojo intenso que estaba con Max se ha ido. Ahora se encuentra solo en su mesa guardando su portátil.
«Me verá al salir»
Se pone de pie colgándose su mochila en el hombro y ruego a Dios porque no coincidamos al salir; o que no me reconozca. Pero claro, la vida me odia y sucede justo lo que no quería que sucediera.
Es el primer en llegar a la puerta de cristal, la abre para mi sonriéndome dulcemente. Salgo seguida de él dándole las gracias por lo bajo, trato de huir lo más rápido posible pero me habla quitándome la posibilidad de huir
—Capuchino de chocolate, mi favorito.
—¿Si?—mira el vaso en mis manos y luego a mi.
—Sí, no sabía que también era el tuyo —al parecer si me recuerda.
—Mjmm—miro otro lado que no sea su cara.
Puedo ver como saca un cigarro y se lo lleva a la boca para encenderlo.
—Fumar mata—me escucho decir.
—Ojalá lo haga pronto—bromea.
El momento se esta volviendo algo incómodo, y no se si es por mi o por él. Muevo nerviosamente mi pie. Ideo mil maneras de huir sin que se sienta ofendido o que no quiero hablar con él.
A veeeeer, la opción uno es: puedo echarle encima el líquido, confundiéndole y huir despavoridamente. Opción dos: lanzar el objeto en mis manos, puedo causar una distracción dándome suficiente tiempo para correr al final de la calle y esconderme en...
—Es lindo volver a verte—el tono que usa me obliga a mirarlo.
¿Acaso eso fue tierno?
Estoy loca, estoy alucinando, no lo dijo así. Me convenzo a mi misma que no lo ha dicho con ternura pero su cara me dice que si fue así.
—Me refiero a... a que... eh...—trata de arreglarlo—no pensé...
—¿Que nos volveríamos a ver?—mi pregunta lo deja petrificado.
Logra recomponerse, se ha puesto algo nervioso y balbucea a cada nada.
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Editado: 13.11.2024