Adael Luna de Sangre

CAPÍTULO IV El guía que no apareció

Capítulo IV

El guía que no apareció

 

Kantu despertó en su cama, sus amigas y abuelo la miraban preocupados, sentía que le dolía la cabeza, aun así trató de levantarse, pero su abuelo la detuvo. Al ver la hora se dio cuenta de que ya era tarde.

—Qué bueno que despertaste, estaba muy preocupado por ti, tus amigas me dijeron que te desmayaste al llegar al pueblo cuando viste esas dos personas sin vida. —Sus amigas le habían dicho que se había desmayado de la impresión—. Creo que no estás comiendo bien y estás fatigada.

—Discúlpame, abuelo, no quise preocuparte, es solo que me sentí muy mal… por… lo que vi y me desmayé pero ya estoy bien, no te preocupes.

—Iré por tu comida —dijo el abuelo.

—Abuelo, ya estoy bien, bajaré a comer, no te preocupes. —Se sentó en la cama.

—Espero que comas mucho ya que Diana se esmeró preparando una rica comida para cuando despertaras. Venga, don Antonio. —Dánae lo llevó con ella—. Le ayudaré a poner la mesa y a servir mientras Diana ayuda a bajar a Kantu.

—¡Dios! —respiró profundo Diana—. Me asusté mucho, pensé que no ibas a despertar.

—Cuando absorbí esa cantidad de energía negativa con el broche sentí algo extraño, como si mi cuerpo también lo estuviera absorbiendo, no lo resistí y me desmayé… no entiendo qué me pasó. —Kantu se levantó de la cama con ayuda de Diana.

—Hablé con la tía Medea y me dijo que es porque absorbiste más energía negativa de lo que tu cuerpo puede soportar.

—¿O sea que este broche tiene un límite?

—No lo sé, dijo que primero tenían que tratar de purificarlo y luego absorberlo, pero cuando le pregunté si sabía cómo hacerlo dijo que solo tu guía podía enseñártelo.

—¿Mi guía?… ¿Derick?

—Supongo, no me dijo más, ya que Derick fue quien te enseño cómo usar el broche me imagino que él debe ser tu guía.

—¿Y dónde está él? —dijo Kantu.

—Como ya iba a amanecer y no podía entrar a tu casa se fue, dijo que vendría en la tarde. Supongo que ya debe de estar por venir ya que el sol se ocultó.

Ambas bajaron a comer junto a su abuelo y Dánae. Después de terminar, Derick tocó la puerta a lo que Kantu se adelantó a abrir, al verlo lo abrazó.

—Me alegra que ya estés bien —dijo Derick sin entrar.

—¿Qué sucede?

—Tienes que invitarme a pasar o no podré hacerlo —le dijo casi en susurro para que su abuelo no lo oyera—. A nosotros las criaturas convertidas o puras nos está prohibido ingresar a las casas humanas sin consentimiento.

—Oh, claro… te invito a pasar, Derick —dicho esto Derick pudo entrar, ella lo presentó a su abuelo como su amigo, su abuelo lo recibió con un sonrisa invitándolo a que se sentara y preguntando todo lo que se le ocurría.

—¿Estudias?, ¿trabajas?, ¿vives con tus padres? —preguntó el señor Antonio.

—Vine para estudiar… de intercambio —dijo tranquilamente.

—Pero las clases aún no empiezan —insistió el señor Antonio.

—Vine antes para adaptarme más a este lugar.

—¿Entonces vives solo? —seguía con el interrogatorio el abuelo de Kantu.

—Sí… mis padres murieron hace años.

—Abuelo, ya deja el interrogatorio, Derick solo vino de intercambio buscando aprender y estar tranquilo —dijo Kantu.

—No hay problema con que tu abuelo quiera saber más de mí —sonrió.

—De acuerdo, dejaré que conversen aquí, cuiden de Kantu ahora que veo que está bien iré a mi trabajo, debo cerrar una venta hoy, deséenme suerte. —El abuelo de Kantu salió dejando a los muchachos solos.

—Tu abuelo tiene mucha energía —expresó Derick.

—Así es, él es lo mejor que tengo en la vida.

—Derick… ¿qué fue lo que le pasó a ayer? —preguntó Dánae.

—No lo sé, es muy raro. Se supone que el broche debía absorberlos sin causar daño alguno —respondió Derick.

—Mi tía dijo que es porque no sabe cómo purificar la energía negativa antes de absorberla, dijo que eso solo se lo puede enseñar su guía y supongo que eres tú —dijo Diana.

Derick se quedó pensativo:

—Yo… yo no soy su guía…

—¿Qué? Y entonces ¿quién es mi guía? —preguntó Kantu con exaltación.

—No lo sé, cuando te conocí tú no sabías nada del broche, ni de Adael, tu guía debió de aparecer ante ti por lo menos un mes antes de la luna de sangre para prepararte… pero tú no sabías nada.




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