Capítulo XVII
El poder de Adael
Dos semanas habían pasado desde lo ocurrido, Kantu evitó tener contacto alguno con Adael como con Derick, solo se dedicó a entrenar con Ángel, podía concentrar mejor su energía, se sentía más relajada y concentrada ahora que ellos no estaban cerca, así que le había pedido a Ángel que no permitiera que ninguno de los dos se acercara hasta que lograra aclarar su mente y se sintiera mejor.
—¿Puedes hacer algo, Ángel? —le suplicó.
—Si tú me lo pides sí, puedo hacerlo, puedo crear una barrera alrededor de tu casa para que seres como ellos no puedan entrar, pero no será por mucho tiempo, no puedes escapar, debes enfrentar tus sentimientos, solo así serás más fuerte.
—De acuerdo, solo por unos días, no quiero verlos… —Ángel hizo lo que Kantu le pidió, pero antes fue donde Adael.
—Lucecita —saludó irónico—, ya me contó Jerath sobre la barrera que pusiste, ¿sabe la humana de esto?
—Ella misma me lo pidió —respondió él, Adael trató de fingir su desconcierto al escucharlo, se sentó en su sillón y miró despreocupado a Ángel.
—Sabes que tu barrera no es impedimento para mí —comentó el vampiro sin emoción alguna.
—Tal vez, pero al menos te causará problemas, porque te enfrentarías a mí. —Adael sonrió—. Esto es lo que conseguiste por confundirla, te dije que te alejaras de ella, que no la engatusaras y lo seguiste haciendo.
—Yo no hice nada, ya te dije que la humana no me interesa, solo quiero recuperar mis poderes —levantó el tono de su voz.
—Si eso es verdad… entonces ayudaré a Kantu para que te devuelva tus poderes, pero a cambio volverás a tu mundo y no te veremos más. —Ambos se miraron fijamente a los ojos.
—De acuerdo —dijo Adael con seriedad—, en cuanto haya recuperado mis poderes me iré. —Ángel asintió aceptando lo dicho por Adael—. El 31 de este mes a la medianoche iré por la humana para hacer el ritual.
—No es necesario, yo la traeré —dijo Ángel.
—Solo por precaución —respondió él—, no quiero que te vayas a arrepentir.
—No lo haré, te doy mi palabra —dicho esto Ángel se fue.
Y llegado el día…
—Hoy es 31 —comentó Kantu—, es el cumpleaños de Diana y… el día del ritual.
—No te preocupes, todo irá bien —le dijo Ángel—, Diana ya sabe lo que tiene que hacer. —Kantu y sus amigos se habían reunido en casa de Diana para hacer una pequeña celebración por su cumpleaños, a pesar de que Diana estaba muy preocupada por como saldría el ritual, sobre todo por su amiga, pues sabía que la pondría en peligro. Kantu sentía nervios, no solo por el ritual, si no de ver a Adael después de días, intentaron divertirse hasta que se acercó la hora, y dicho y hecho Adael esperaba fuera de la casa de Diana.
—Es la hora del ritual, Sabrina —le dijo, ella lo miró con fastidio y pasó de largo por su lado—. Parece que no les da gusto verme, ¿verdad, humana? —Kantu fingió no escucharlo, solo hizo a un lado su mirada para evadir la suya y fue tras Diana.
—Bien, date prisa, lucecita, si quieres que desaparezca de este pueblo acabemos pronto con esto. —Adael caminó hacia su casa con Ángel detrás suyo rumbo al sótano, Diana había preparado un círculo con velas alrededor y una copa en medio junto con el broche de Kantu.
—En esta copa debe ir la sangre de Ángel, luego te pararás en el medio y… y debes beber la sangre de Kantu.
—Si haces bien el hechizo, no la dañaré —prometió Adael. Diana llenó la copa con la sangre de Ángel y entonces comenzó a decir unas palabras en otro idioma, el broche comenzó a brillar envolviendo a Ángel, Kantu y Adael.
—Toma la sangre de Ángel —le dijo Diana, Adael hizo lo que le pidió—. Ahora la de Kantu.
—No lo permitiré —Ángel atacó a Adael y se puso frente a Kantu, Adael los miró con furia, luego sonrió.
—Creíste que no sabría de tus planes —dijo Adael—, ¡Jerath! —lo llamó, y este apareció con Dánae atada.
—¡Dánae! —gritó Kantu—, no te atrevas, Adael.
—Si no terminan el ritual, la mataré —dijo de manera amenazante.
—No te creo, no lo harías —le dijo Kantu en forma de súplica, entonces Adael sonrió, saltó hacia Dánae y se hizo un pequeño corte en la muñeca con sus colmillos.
—No, haré algo mucho mejor —le dio de beber su sangre a Dánae—, la convertiré en una de nosotros —él estaba hablando en serio.
—No lo hagas, Adael, por favor —le rogó Kantu.
—No creas que no lo haré humana, dile a lucecita que deje acabar el ritual o convertiré a tu amiga en vampiresa.