Adela

CAPÍTULO XV

Debí traer más ropa, ahora no tengo que ponerme. Coloco dos pantalones, bien formales, sobre la cama. No sé cuál elegir, uno es azul oscuro y el otro es de estampados florales.

Después de varios minutos de analizar, me decido por el pantalón azul. Creo que es perfecto para la ocasión, hoy iremos a la parroquia: abuela, mamá y yo. Es una tradición ir a misa los domingos para nosotras. En Nueva York se me hace un poco complicado ir y cuando voy añoro la parroquia de aquí, y es obvio pues aquí me bauticé, hice mi Primera Comunión y la Confirmación. Siento una conexión más profunda.

Mamá toca la puerta de mi habitación y me dice que me apure que vamos a llegar tarde como siempre gracias a mí. Le digo que en unos minutos estaré lista.

Nos toca sentarnos atrás en la parroquia pues llegamos un poco tarde. Los domingos en la mañana asisten muchas personas a misa. Mamá inclina su cabeza y hace una pequeña oración por la familia.

Con cada palabra que el Padre dice me siento mal, me siento una pecadora, es como si el Padre me estuviera hablando directamente a mí. Tengo que definir mi situación con Max porque lo que estamos haciendo no está bien. Mamá nota que me siento un poco incomoda y me susurra que me pasa, le contesto que nada pero ella no me cree y me dice que cuando lleguemos a la casa tenemos que hablar. Abuela no se cuenta de nada, está muy concentrada escuchando lo que dice el Padre y asintiendo a todo lo que dice.Si supiera de mi relación con Max le da un infarto.

Al cabo de un rato ya dejo de sentirme incomoda y disfruto de la misa.Las palabras que dice el Padre me reconfortan y me hacen reflexionar sobre ciertas cosas de la vida.

Recibo un mensaje de Max diciéndome, que Deborah anoche tomo su celular y no pudo evitarlo. Le pregunto que si sospechó algo y me responde que no. Siento un gran alivio, le escribo a Max que lo extraño mucho y que en cuanto llegue me lo comeré a besos, y luego tendremos una conversación seria sobre lo nuestro. Me envía varios emoticones de besos. Es extraño, Max nunca antes me había enviado emoticones de besos, dice que son muy femeninos y por eso no los usa.

Al terminar la misa, abuela y mamá empiezan a saludar a sus amistades. Abuela me presenta con orgullo a sus amigas. Todas dicen que soy idéntica a la abuela y efectivamente tienen razón.

Mamá ya tiene casi una hora hablando con sus amigas, le encanta hablar, se le olvida que tiene regresar a casa. Me adelanto a la casa con la abuela porque se siente un poco agotada.

Estoy parada frente al espejo y noto que he aumentado unas libritas. Nunca he estado obsesionada con las dietas y en tener una figura esbelta, pero ya no puedo seguir aumentando más de peso por mi salud. Así que decido ir a correr al parque. He ido a casi todos los parques de San Juan, pero la mayoría de veces iba a recrearme, hoy iré a ejercitarme. No tengo apetito para desayunar. Mamá y abuela están todavía durmiendo. Les dejo una nota informándole que estaré en el parque.

Me encanta el clima fresco de la mañana, mientras corro por el parque observo que hay muchas personas, me imagino que es porque es Lunes, y quieren iniciar la semana con más energía.

Me detengo con mi corazón agitado, tomo un poco de agua y con mi pañuelo seco mi sudor. Inhalo y exhalo durante unos segundos. Todo esto se debe a mi falta de ejercicio, mi cuerpo no está acostumbrado. Alcanzo a ver a Sebastián corriendo y nuestras miradas se cruzan y no me queda de otra que sonreírle. Él se dirige hacia a mí con una agradable sonrisa.

No quiero platicar con él. El destino se está empeñado en ponernos en el mismo camino de nuevo y no se con cual propósito. Sebastián en el pasado significó mucho para mí, crecimos aquí en San Juan, éramos vecinos y nos llevábamos bien. Mamá siempre ha sentido gran predilección hacia él. Perdimos contacto con él y su familia cuando nos fuimos a vivir a Nueva York pero luego el destino nos volvió a reunir.

Sebastián y su familia se mudaron también a Nueva York unos años después, a unas cuantas cuadras de nosotras.

En ese entonces teníamos 20 años. Yo acababa de terminar mi compromiso con Williams. Sebastián llegó y retomamos nuestra vieja amistad y luego surgió algo más que una amistad.

–Hola Adela, me sorprende verte aquí, odias hacer ejercicio– dijo Sebastián algo asombrado.

–Hola Sebastián. Así es, pero he recapacitado y le voy a dar una oportunidad a los ejercicios–

–Créeme es lo mejor que puedes hacer, no hay nada mejor que estar en forma.Yo llevo años haciendo toda clase de ejercicios y dietas, y no me arrepiento. Y bueno mi cuerpo lo dice todo – dijo, mientras hace un gesto hacia su cuerpo.

–¡Vaya! veo que sigues obsesionado con tu cuerpo–

–No diría obsesionado con mi cuerpo, diría obsesionado con mi salud y como tengo buena salud, mi cuerpo lo refleja–

–Como quieras llamarlo. Bueno, gusto verte, me tengo que ir–

–Podemos correr juntos, así se te hará menos aburrido hacerlo–

–Eh...Eh... no te quiero retrasar, corro bien despacio–

–Descuida, me adaptaré a tu ritmo sin ningún problema–



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En el texto hay: chicklit, romance, celos y amistad

Editado: 03.08.2019

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