Adopción Diabólica

Capítulo 4

Abro los ojos, aún estoy viva, me siento y veo a mi alrededor, todo está en su lugar, no hay nada roto, parece normal, me levanto y con cuidado empiezo a recorrer el departamento no hay nada fuera de su lugar, al fin puedo respirar tranquila.

Me baño y vuelvo a checar mi herida, se ve un poco mejor que ayer aún así la desinfecto y agrego una pomada para evitar que se infecte, la dejo sin vendar en lo que me visto y desayuno así le doy tiempo a la pomada a que se absorba.

Estoy a punto de irme cuando veo una tarjeta en el piso cerca de la puerta parece que la pasaron por debajo.

 

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Que curioso, justo lo que necesito y me pregunto en cuánto tiempo podrán resolver mi problema, llamaré cuando llegue a casa después de las clases, ahora si ya me tengo que ir, guardo la tarjeta en mi bolsa y salgo ¡las vendas! Se me olvidó que tenía que vendar mi mano así que me regreso y tomo el alcohol, algodón, vendas, por si acaso también la pomada, ahora si ya me puedo ir pero el teléfono de la casa empieza a sonar, demonios, es como si no quisieran que salga de casa 
 


 

— ¿bueno?
 


 

¿maestra Dalia?
 


 

— si ¿Quién habla?
 


 

soy la madre Inés
 


 

— oh madre Inés buenos días ¿pasó algo?
 


 

no hija sólo querría avisarte que no voy a estar así que dejaré la puerta sin seguro para que puedas entrar aún así va a haber alguien encargado por si ocupas algo
 


 

— Esta bien madre Inés, en unos momentos llego 
 


 

Claro hija que Dios te acompañe 
 


 

Cuelgo la llamada, que curioso que no vaya a estar pero bueno tengo que irme ahora si, si nada me detiene.
 


 


 


 

Llegué al orfanato, así como la madre Inés había dicho la puerta no tenía seguro, entre, estacione mi bicicleta y tome mis cosas, aún no había señal de Perséfone, mi mano me ardía seguramente sería por agarrar el manubrio sucio de la bicicleta, de momento no le tomo importancia primero quiero encontrar a Perséfone en el camino me encuentro a varios niños y algunas de las otras madres que ahí viven, aún no la encontraba por suerte me encontré a una de mis alumnas Miley 
 


 

— Hola Miley ¿sabes donde está Perséfone?
 


 

— Hola maestra Dalia, creo que está en los dormitorios ¿quiere que la lleve?
 


 

— por favor Miley 
 


 

— venga es por aquí — me guía hasta unos cuartos algo alejados de donde yo estaba buscando, al entrar veo muchas camas, en una de estas hay un pequeño bulto entre las sábanas, Miley señala el bulto, le agradezco y se retira. Me acerco con cuidado a la cama, cada paso que estoy más cerca estoy más segura de que es ella además de que mi herida me arde cada vez más y más, me senté con cuidado en la cama 
 


 

— Perséfone — la muevo con cuidado — Perséfone querida soy yo, mami — empieza a moverse, talla sus ojos y los abre, en sus mejillas hay rastros de lágrimas, estuvo llorando — ¿Qué te hicieron bebé?
 


 

— mami ya no quiero estar aquí 
 


 

— lo sé mi vida hago todo lo que puedo, te prometo que te sacaré lo más rápido posible ¿si?
 


 

— si mami, me duele 
 


 

— ¿Qué te duele?
 


 

— mi espalda mami 
 


 

— ¿puedo ver?
 


 

— si - se da la vuelta, subo con cuidado su blusa, carajo, hay marcas de lo que parece ser un cinturón, carajo, tengo que apurarme a sacarla de aquí
 


 

— Perséfone ¿sabes donde está el baño? 
 


 

— si, está cerca de aquí 
 


 

— muy bien, pásame uno de tus vestidos — gatea sobre hasta la orilla de la cama donde está un baúl y saca un vestido de ahí — gracias ¿Dónde está Artemisa? — su mirada se entristece 
 


 

— no lo se 
 


 

— Esta bien, no te preocupes yo la buscaré, pero primero hay que curar esas heridas, vamos al baño.
 


 

Al llegar al baño nos encierro en uno de los cubículos más grandes, saco el alcohol y el algodón 
— esto va a arder algo pero esto ayuda a que no se pongan más feas así como la de mi mano — digo mostrándole mi mano a la cual también le tengo que poner alcohol 
 


 

— ¿Qué te paso mami?
 


 

— me corte con un vidrio  
 


 

— ¿Te duele?
 


 

— ahorita si pero después de que la cure ya no dolerá tanto, también le voy a poner lo mismo que a las tuyas
 


Antes de empezar a curar sus heridas, tome un par de fotos de su espalda, pueden servirme como evidencia para poder sacarla más rápido de aquí. 

Ya había terminado de curar las heridas de Perséfone y también mi mano, la cual después de lavar ya no se veía tan fea, nos fuimos al salón de clases.

— lamento la tardanza niños — habíamos llegado diez minutos tarde — tuve un problema con mi mano — dije mostrando mi mano vendada — nada grave, vamos a comenzar abran sus cuadernos.

 

Llevaba a Perséfone de la mano íbamos hacia el patio cuando nos encontramos con un hombre alto como de 1.70, cabello castaño y ojos azules vestía unos pantalones de mezclilla y una camisa de vestir color blanco, además de que tenía un aura que emanaba mucha paz para mi parecer




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