Adventuris Stellaris: Un universo loco

Capítulo 5: Un desastre imprevisto

Libra

(11-01-2015)

Un suave aire entra hasta rozar la lavandería. En estos momentos me encuentro lavando aquel ropa de ropa que estaba en el cesto que le pertenecía a mi cuarto, el cual comparto con Escorpio y Sagitario; ambos pibes por si me lo preguntan.

—Esta maldita mancha de kétchup no se puede quitar, ¡carajo! —reniego mientras intento quitar la suciedad de un camisón que según yo le pertenece a Escorpio. «Maldito bicho, ¿cómo pudo ensuciarse así?», me vuelvo a enojar. De todas formas me pregunto cómo es que terminé por aceptar el trato de rotación para lavar la ropa de esos dos boludos.

Antes de que me lo pregunten, ayer quedé con mis compañeros de cuarto en hacer un trato para lavar la ropa. Este consistía en que uno de los tres debía de limpiar las prendas suyas y las pertenecientes a los otros dos. En un principio me emocioné. Pensé que el escorpión o el arquero se harían cargo de lavar lo mío, había quedado contenta. Mi sonrisa se borró en el momento que Escorpio mencionó que seguir el orden zodiacal para realizar los turnos, sería la mejor opción. Sagitario no le reprendió, por el contrario acabó por apoyar su decisión. Y es cuando me sentí arruinada, al estar antes que ellos dos, a mí me tocaba lavar la ropa de todos. No me quedaba de otra más que aceptarlo.

De esa manera acabé por hacerme cargo. Esta mañana, después de arreglarme tomé mi desayuno, me mandé directo a mi habitación y recogí las prendas de los tres. Busqué las escaleras que conducían a la parte superior de la casa. Encontré la lavandería y me coloqué manos al trabajo. Para mi suerte, alguien había dejado dos detergente en polvo, un cepillo y jabón. Sospecho que fue Escorpio, porque justo él, después de la disputa con Sagitario; salió en busca de una tienda.

«Bueno, al menos esto no puede ser peor. El tiempo está a mi favor; debo aprovecharlo», pienso refregando la misma prenda que de hace rato. Luego de tanto esfuerzo, por fin consigo que la horrible mancha ya no se noté tanto. Suspiro, dejó el camisón a un lado. Quería colgarlo al final, junto con todo lo que acabe de lavar. Procedo de nuevo con mi deber.

 «Ojala tuviera un poco de música, así estaría menos aburrida», me digo. Saco el pedazo de tela que uso de tampón, el agua sale sin parar. La cambio por una nueva y agrego un poco de detergente. Coloco las prendas, dentro de las que se incluyen pantalones, blusas, camisones y faldas, que pongo en remojo.

Miro el cielo. Este se encuentra despejado, no hay ninguna nube en él. De hecho, es uno que ya estoy acostumbrada a ver. De acuerdo a Leo nos encontramos en verano; mi estación preferida, donde puedo tomar helados, ir a la piscina y salir con mis amigos; que por cierto no tengo. Espero un rato más. Siento que es tiempo de terminar de lavar. Me pongo las pilas y decido enjuagar sin parar. En cuanto termine, estoy pensado en descansar.

—Ah, ah. Debo acabar con esto, la mugre no se quitará sola.

Refriego y refriego sin parar. Mis músculos se tensan, hacer este trabajo me es cansador; peor aún si no conlleva una recompensa. Siento el tiempo pasar veloz, luego de estar varios momentos intranquila, termino mi trabajo. Abro la pileta, el agua cae por cantidad, remojo las prendas llevando en mí un aturdidor cansancio. Tras varios minutos, al fin termino de enjuagar. Empiezo a tomar la ropa, de forma lenta la coloco en el tendedero hasta que toda está colgada. Suspiro al ver mi buen trabajo.

—Bien, sha acabé. Que conste que no le lavaré la ropa interior a esos dos boludos, ellos deben encargarse che —refunfuño. Estiro los brazos,  siento ganas de ir a descansar al sofá más grande de la sala o tal vez a mi alcoba.

Doy media vuelta, me dirijo a las gradas, desciendo por ellas con precaución; tomando en cuenta que presentan cierto grado de inclinación. Llego abajo, es decir: al pasillo de los cuartos. Lo transito lenta. Cuando llego a la sala, noto que Piscis está haciendo la limpieza con una escoba.

—Soy un lindo gatito, gatito, gatito; miau, miau —escucho canturrear a la piba de cabellos castaños. Su voz me causa gracia. —Oh hola Libra, ¿qué te trae por aquí? —pregunta de repente. Me sobresalto, no pensé que se diera cuenta tan rápido de mi presencia. 

—Oh, hola boluda. Si preguntás que hago por acá, pues vine a tomar un descanso. Hace rato terminé de lavar ropa —respondo.

—Vale, toma asiento en cualquiera de los “nuevos” sofá Yo me senté en uno de ellos y vaya que son cómodos.

—De acu-acuerdo —hablo atareada—. Observo lo que hay por mis alrededores, noto que de repente se encuentran varias cosas nuevas como: mesitas, un jarrón chino, un aromatizante con olor a rosas. Sin duda alguna esto es extraño, aunque en estos días me han sucedido tantas cosas raras que, lo de hoy me parece ya “normal”

«Che Piscis, ¿no crees que en estos días han sucedido muchas cosas locas? —interrogo a mi compañera que se encuentra vestida con una falda azul tableada; y una blusa amarilla de tirantes.



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En el texto hay: zodiaco, vida, constelaciones

Editado: 30.05.2018

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