Aries
(16-01-2015)
Abro mis ojos color avellano y veloz me levanto de mi cama. Elevo los brazos, miro por mis alrededores notando que Tauro se encuentra ¿balbuceando? La cosa es que puedo ver mover sus labios. Le resto importancia, voy hacia la puerta; salgo por esta sin decir nada.
Camino hacia la cocina, puedo ver que Escorpio y Acuario se encuentran desayunando, aunque parecen estar peleando.
— ¿Quieres dejarme de mirarme? —le gruñe el bata blanca al escorpión.
—Mira weon, no te estoy haciendo nada, ¿serías capaz de dejarme tranquilo? —se defiende el bicho.
Desde que poseo "memoria" Estas jornadas pude contemplar la tosquedad de Acuario en cuanto a comportamiento se refiere. No niego su inteligencia, el problema está en cómo se relaciona con los demás; sobre todo con Escorpio, con quien parece tener peleas o discusiones todo el tiempo. Desconozco la causa, por alguna razón, mi instinto me dice que revise un horóscopo. En serio, no es una maldita broma.
—Eres un... ¿acaso no sabes que soy intolerante a la lactosa? —reniega Acuario al ser salpicado por unas gotas de leche. En tanto entro a la cocina y me siento para intentar desayunar.
Sobre la mesa hay un yogur sabor frutilla; el que más detesto. No pudiendo aguantar más el hambre, tomo el lácteo y lo bebo deprisa. «Carajo, siento que Escorpio está por hacer algo malo», pienso analizando al bicho. Este parece tener la taza por la mitad. La tambalea, después salpica hasta llegar a la cara de Acuario.
— ¿¡Qué no te había dicho que no tolero la lactosa!? —habla rabioso el oji-gris.
—No —responde malévolo el bicho. De repente, dejando salir sus verdaderas intenciones lanza la taza contra su compañero en frente mío. Comienzo a sentirme incómodo, Acuario emite un grito. Boto el pote al suelo, siento la necesidad de acabar con el conflicto. Me paro, extiendo mis brazos entre ambos weyes.
— ¡Párenle de pelear de una sola vez! —hago el desesperado intento de acabar con el conflicto. Percibo los nervios colarse dentro de mí. Arqueo las cejas viendo la detestable sonrisa de Escorpio.
— ¡Aries! Deja al pobre Escorpio en paz, él no hizo nada malo —interviene la voz de Tauro. —Tauro, ¿qué chingados haces? —me enfado.
— ¿Qué demonios hago por aquí? Vengo a detener esta estúpida pelea; ¿acaso me creyeron sorda o qué? Los oí desde la sala, no entiendo su pelea.
—En realidad no lo sé —hablo con la presión encima.
—Será mejor que te vayas o no querrás saber cómo soy cuando me enfado —replica el signo de cabellos rubios claros y ojos azul bajito—. Yo me encargaré de estos dos.
Contengo mi ira. Llevando una expresión molesta, decido dirigirme al baño. Paso por la sala, allí no hay nadie. Sigo caminando, encuentro al baño y al lado del váter pillo doce toallas de distintos colores que están dobladas de manera prolija. Sospecho que Virgo, Libra, Escorpio o Capricornio las doblaron.
«Me pregunto de dónde habrán salido estas toallas nuevas», pienso. En días anteriores solía secarme con trapos viejos, ahora ya no lo será.
Después de tantos divagues, entro a la ducha. Uso champú multi-olores y jabón de un fucsia en extremo fuerte. Acabo de ducharme, camino hacia mi cuarto. Al entrar observo que en el suelo hay un par de calzoncillos con el dos en romano. También veo prendas femeninas: pantalones, una blusa y pantaloncillos botados «Ay wey, pero que compañeros de cuarto más desordenados me han tocado», concluyo. Voy hasta mi armario, me meto dentro de él. Adentro está oscuro, mas veo con claridad.
—Veamos, ¿qué me puedo poner hoy? —susurro. Empiezo a quedar indeciso, me muerdo los labios. Tomo unos pantalones negros y un camisón sin botones color café intermedio, y me los coloco. Salgo del armario sintiéndome fabuloso. Corro a ponerme mis zapatos. Hoy tengo pensado salir a mirar un poco mejor el pueblo. Sonriente me desplazo corriendo por el pasillo y la cocina.
—Chavos, saldré afuera —grito para ser escuchado. Ágil salgo de la casa. Me siento listo para partir. El tiempo es fenomenal, ni una sola nube sobre el cielo «Bien, ahora no sé a dónde dirigirme», me digo. Comienzo a pensar, en estos momentos siento tener la mente en blanco. Es por ello decido recordar cosas.
El signo del carnero se encontraba inquieto por la sala y viendo el calendario que, según palabras del bonachón Sagitario, era un día quince.
—Eh wey, ¿en verdad más allá de esta casa hay civilización y edificios? —le preguntó Aries al otro signo de fuego que yacía descansado sobre un sillón.
—Pues claro, ¿acaso dudas de mí? —respondió Sagitario.
—Pues no, es sólo que me disgusta la gente mentirosa y... y... necesito pruebas.
—Mira Aries, yo no miento, de hecho odio a los mentirosos. Pues si no me crees deberías ir tú mismo a explorar, seguro que así encuentras la plaza y el colegio de los cuales te hablé.