Leo
(22-01-2015)
Me hallo sentado sobre el pasto de la cancha más grande del pueblo, en estos momentos participando de una reunión importante, donde los doce estamos participando; incluso Virgo. Si no me equivoco, durante dos largas dos horas, estuvimos discutiendo sobre temas “importantes” Cada uno desde su punto de vista y hablando sobre un asunto distinto del otro. Aunque parezca extraño, yo, el signo de fuego Leo, sigo sin poder hablar. La rabia que tengo es fuerte. «Si yo hablo por mi propia cuenta, nadie me invitará a hacerlo», pienso.
Elevo mi mano y todo mi cuerpo hacia arriba. Mi pantalón azul se encuentra medio sucio, pero eso no me interesa.
—Yo, yo también quiero participar —hablo confianzudo a la par que saco una brillante sonrisa.
—Está bien, sólo no seas un maldito hablador como Acuario —responde Virgo enojada. Al resto no le interesa, incluso ya están aburridos. Ahí les hablo Aries y Tauro.
Tomo una enorme bocanada de aire, aprieto los puños. Al hacer eso, por fin puedo hablar.
—¿Se han preguntado si hay autoridad en ese horrible chiquero que llamamos casa? ¡Pues no la hay! ¡Siempre es lo mismo: desorden, caos, ruido infinito, peleas y quién sabe cuántos desastres más! No seguiré aguantando todo eso, ¡necesitamos controlarnos ya! —grito desesperado. Virgo, Escorpio, Sagitario y Acuario me miran llenos de sorpresa.
El signo de ojos avellanos y cabellos rojos se levanta. Junto a él lo hace el bicho. Seguro deben tener cosas por decir.
—Estoy de acuerdo con el león chiquito —habla Escorpio—. El control está ausente en nuestras vidas, hacemos lo que queremos, nos lastimamos entre sí e incluso podríamos llegar a matarnos. Lo último no hablo en broma. Necesitamos a una persona guía que nos oriente para entender mejor este loco mundo.
—Mi compadre tiene la razón —asegura el carnero rascándose— ¡Si no hay autoridad en la casa, pronto nos iremos a la chingada! —exclama viendo en dirección hacia la cabra, ella, estando aburrida casi cae dormida—. Capricornio, tú sabes de astrochingaderas, ¿me podrías decir cuáles son los signos más inteligentes de cada elemento? —grita haciendo entrar a los y las bellas durmientes del grupo.
« ¡Que carajos planea hacer Aries!», pienso consternado. Por algún motivo no puedo confiar en él.
— ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? —Reacciona Capricornio exasperada; luego se pone de pie—. Ay, pues si no me equivoco, los cuatro con mayor inteligencia son: Virgo, Escorpio, Sagitario y Acuario —bosteza al final. De forma repentina, el pseudo-científico se levanta poniendo una de sus habituales caras de protesta.
— ¿Escorpio y Sagitario? ¿De verdad hablas en serio, Capricornio? —interroga con voz despectiva—. Yo creí que Cáncer y Leo son los más inteligentes de sus respectivos elementos —replica serio.
—Oye, no porque trate de mantener mi felicidad y sea bueno con los demás; signifique que soy un estúpido —gruñe Sagitario mientras apapacha a Piscis.
—Aish, ¡que aburrida es esta reunión! —Reclama Géminis extendiendo sus brazos—. Yo mejor me largo para ver a Sasha Gray. En este universo, ella sigue en carrera. Seguro es más divertido mirarle en “acción” que verlos a ustedes discutiendo.
«Además ya di mi opinión. Deberíamos aislar a ciertos signos si queremos progresar.
—Cállate machirulo opresor —le reta la cangreja al gemelo, quien debió haber cometido mal.
—Oye, ¡yo no te estaba viendo a ti! —se defiende Géminis rabioso—. Mejor olvídenlo, ¡me voy ahora, arréglensela los que queden! —regruñe marchándose. Su acción comienza un efecto domino. Las siguientes en irse son Tauro, Cáncer, Libra y Capricornio. Por último es Aries.
Los únicos que seguimos presentes somos: Virgo, Escorpio, Sagitario, Acuario, Piscis y yo. «No importa el número, sino las acciones», reflexiono. Al instante, la virgen de cabellos dorados como los míos, se pone cerca de mí.
—Oye Sagitario, deja de abrazar tanto a Piscis ¡Podrías quitarle el aire y ella morderte! —aconseja mi compañera. Si yo fuese el aconsejado, ya estaría haciendo caso.
—Lo siento, la pescada es tan adorable. A ratos parece una muñeca grande —excusa el oji-verde. En como puedo apreciar, de verdad parece estar ahogando a la doceava. «Esto no acabará en nada bueno», presiento al ver que ella acerca sus labios al brazo velludo del arquero. Acto seguido empieza a presionar sus dientes. —¡¡¡Me duele, me duele!!! —Grita el pobre—. ¡Me duele mucho! ¡Aléjate de mí, piraña!
La peli-castaña se aleja de Sagitario. Camina deteniéndose en el sitio del malhumorado Acuario y se coloca detrás de él.
—No me gustan los abrazos, ¡lárgate! —la mandan al carajo. Se levanta, en esta ocasión camina hacia mí. Sus pasos son lentos pero largos.
—Hola gatito rubio —me saluda poniéndose a mi izquierda. « ¡No soy un gatito!», reniego en mis adentros enojándome.