Punto de vista de la comandante Arla (líder de las nuevas tropas de élite de los Enanos)
La gente levanta sus armas y dan gritos de aliento, las más altas familias e incluso el rey nos observan expectantes. Cualquier mago puede lanzar relámpagos de sus ojos o fuego de sus bocas, pero convertir ese poder en un arma útil, eso es muy distinto. Por eso estamos aquí hoy, para demostrarles a todos que los enanos somos más que simples herramientas.
Los enanos somos guerreros orgullosos, pero nuestros conocimientos en la magia se limitaba exclusivamente a la fabricación de armas y máquinas bélicas.
En principio no parecía mala idea, nuestro imperio fue arrasado en la guerra y la mejor opción fue aliarnos al imperio de Sitranoa, nos dedicamos a fabricar armamentos y todo tipo de maquinarias para ellos a cambio de recursos básicos para sobrevivir.
Pero esos canallas no hacen más que aumentar los impuestos y exigirnos cada vez más. Hoy aquí junto a mis hombres, les mostraremos el inició de una revolución.
"El espectáculo terminó, soldados de élite, formensen".
El rey se sienta en su trono rodeado de las familias más acaudaladas. Levanta su mano para callar a la multitud, mis soldados y yo esperamos de pie las palabras de nuestro soberano.
–En este momento, nuestros guerreros harán una demostración de sus habilidades en combate real, esperemos que el reto este a su altura.–
"Soldados, huir no es una opción, cualquiera que dé un paso fuera de la arena juro que yo misma lo ejecutaré".
Una gran trampilla se abre en el suelo, se puede escuchar el ruido de cadenas levantando una especie de elevador manual. Gritos de sufrimiento aturden el lugar, como si estuvieran matando a una enorme bestia.
Algo empieza a asomarse, una especie de cabeza calva y deformada con rostro parecido al de un humano pero más grande, uno de sus ojos era mucho más grande que el otro casi ubicado en su frente. Su boca con los labios superiores divididos permitía ver parte de sus podridos dientes. Otro rostro aún más horrendo sobresalía del lado derecho de su cabeza. Su cuerpo obeso y desnudo tenía varios rostros más, uno saliendo de su hombro otros dos en su espalda otro en su pecho y uno en su muslo.
No podía apreciarse ni un rastro de simetría en esta abominación, incluso su espalda jorobada estaba sobresaliendo más hacia su lado izquierdo. Uno de sus brazos era mucho más grande de lo que debería para su cuerpo y sus piernas torpes parecían no saber lo que era mantener el equilibrio.
Los grilletes de contención se abren haciendo sentir el poder de esta criatura. El aire se arrebata y se pone pesado. El gran brazo de la criatura se alarga hasta alcanzar a atrapar a algunos enanos que estaban en la tribuna. La bestia los lleva a su boca y los traga con pocos mordiscos.
Los rostros sufridos de ellos aparecen grabados en su estómago y una serie de púas aparece en su cuerpo. Parece que con cada oponente que devora se hace mucho más fuerte.
El público enloquece e intentan subir lo más alto posible para evitar ser alcanzados por la bestia. El pánico se ve en sus rostros, la criatura ataca a todo lo que se mueve, solo es una bestia que busca matar sin ningúna lógica.
Levanto mí mano a la altura de mí cien y con una serie de movimientos organizo a mis soldados.
"Inmovilicen sus piernas, anulen sus sentidos".
–¡A la orden!–
El enano de especialidad en magia de tierra entierra sus manos en la arena y genera un remolino bajo los pies de la criatura para desequilibrarla.
Cargo en mí Lucero del Alba daño de hemorragia aumentada. Está poderosa arma está diseñada con una cabeza de metal cilíndrica con tres filas de púas a lo largo y una moharra fina y afilada en la parte superior.
Llamó la atención de la criatura y en cuanto me ve, lanza su poderoso brazo directamente hacia mí. De un salto, subo a su brazo y corro por el levantando el Lucero con ambas manos para intentar acertar un golpe directo en su rostro. Con su otro brazo recibe mí ataque, protegiendo su rostro del impacto. La sangre negra de la bestia salpica mí cara, el efecto hemorrágico acelera el sangrado.
–¡Denme espacio!–
Un poderoso relámpago cae del cielo dándole de lleno en la cabeza haciéndola explotar.
"Excelente, está acabada".
El rostro que estaba en el hombro de la criatura comienza a gritar como un demonio y a moverse como si intentara salir de su lugar.
Mis ojos no podían creer lo que veían, una nueva cabeza está brotando de ella.
"Esto no se ha terminado, continúen atacando".
En la espalda de la criatura se dibujan unos extraños símbolos, parece un emblema de defensa mágica.
–No importa cuántas cabezas tengas, las quemaré a todas.–
"¡Detente!"
Otro relámpago cae del cielo directo en su cabeza, al impactar, una explosión divide el rayo en varios que salen disparados en todas direcciones alcanzando a algunos espectadores en las tribunas.
"Maldita criatura, se hace cada vez más fuerte. Hay que acabar con ella de un solo ataque".
Está vez paso mis dedos por el Lucero activando su habilidad especial.
"Proyectil de espinas".
Con todas mis fuerzas, aviento el Lucero como una lanza directo a su corazón, su intento por bloquearlo fue en vano. Su brazo fue traspasado sin problema y su pecho es ensartado por la moharra, hundiéndose hasta el asta. Abro mí puño y las espinas del Lucero se extienden dejando a la criatura ensartada por todas partes, varios de sus rostros gritaban despavoridos.
"Acabalo".
Otro enano armado con un gran mazo fortificado con un emblema de gravedad, salta en el aire y golpea directamente en el reverso de mí arma. La fuerza fue tal, que el Lucero aún estando con sus espinas expandidas, le atraviesa el pecho dejando un gran hueco, la criatura queda totalmente inmóvil.
Mí Lucero queda clavada en el suelo junto con algunos órganos de la criatura aún moviéndose.