“Mientras tu seas el único, yo también lo seré”
-No puedo creerlo.
Elían se encontraba en el mismo bosque tirando maldiciones y alejando algunas ramas de su rostro.
Habían pasado 1 hora y más cuando Elían se dio cuenta que estaba completamente perdido, quiso volver por donde vino pero se perdió otra vez. No sabía ni siquiera como regresar donde ese árbol o siquiera al río.
Recordó que le dijeron que sí se perdía debía seguir una línea de agua, esta te guiaba al río más cercano, pero tampoco la encontraba.
Elían comenzaba a asustarse, no sabía cómo volver y ya había estado dando vueltas y simplemente no encontraba nada que le resulte familiar.
Dio algunas vueltas y se rindió. Ahora sólo iba hacia delante esperando que con suerte encuentre el árbol donde había peleado con ese chico, - del cual no recordaba su nombre.
Ahora que lo recordaba, se preguntó si él pudo volver a su casa, ya que desde que lo dejó en el piso con su lobo no se lo volvió a encontrar.
Elían ya comenzó a cansarse por lo que decidió descansar, miró a lo alto y vio un árbol, se subió en él mientras recostaba su espalda en el tronco del árbol. Zik subió tras él, no fue un problema ya que Zik sabía subir por su propia cuenta a los árboles.
Este se recostó en las piernas de su amo y se durmió plácidamente, Elían cerró los ojos y dejó salir un suspiro, estaba realmente cansado.
Cuando comenzó a tranquilizarse y comenzar a pensar que podía hacer, alguien hablo.
-¿Estás muerto?
Una voz aterciopelada llamó por su encuentro.
Por el susto hizo que Elían estuviera apunto de caerse.
-¡¿Qué te pasa?!
Elían miró al frente suyo para toparse con una mirada intensa que estuvo apunto de hacerlo retroceder.
Pero se contuvo.
-Tranquilo, las hadas me avisaron que te perdiste así que vine por ti - Dión sonrió mientras veía a un asustadizo Elían - Se supone que eres Dios de la fuerza y estas temblando como una nena, relajate, no te voy a comer - Dión aunque todavía no creía por completo que este chico fuera un Dios, pero no tendría otra que aceptarlo. Dión le guiño un ojo - Por ahora.
Elían rodó sus ojos y como si Dión fuera tóxico se alejó saltando de la rama donde estaba, lanzó un silbido haciendo despertar a Zik quien no dudo en seguir a su amo, no sin antes lanzarle un bufido de amenaza a Dión.
Dión bajo seguidamente cayendo gloriosamente de pie, como si hasta el viento lo favoreciera más a él.
Como si el viento se hubiera enamorado de él.
-Gracias por ayudarme - Elían finalmente habló con franqueza y sinceridad en sus ojos.
Dión que sólo se encogió de hombros y comenzó a caminar a una dirección - Sígueme.
Y así lo hizo.
Aún Elían no lograba reconocer nada del lugar, confiaba en Dión, por lo que simplemente se dejó guiar por él.
-¿Quién te dijo dónde estaba?
Preguntó Elían con una voz fuerte y neutral, sin ser grosero o que fuera un tono ofensivo.
Dión seguía concentrado en el camino, apuntó atrás de él - Las hadas.
Elían entonces se dio la vuelta y encontró a un grupo de Hadas siguiéndoles, estas por lo vergüenza se escondieron detrás de un árbol.
-Pero si ellas me odian.
Dión sin dejar de caminar dijo - No te odian, solo no te conocen, no creas que son malas, solo son algo asustadizas, si te llegas a ganar su confianza ellas te querrán mucho.
Dión se detuvo y se acercó al odio de Elían - Pero no aceptes sus regalos.
Elían asintió, él sabía cómo eran las hadas, aunque las que él había conocido eran de una manera más valientes que estas de aquí.
-Lo sé.
En ese momento que él quiso decirle se recordó que se había olvidado el nombre de su auxiliador - Oh por cierto ¿cómo te llamas? Lo olvidé por completo.
-Me llamo Dión ... ¿Y tú? - Dión recordaba el nombre de su acompañante pero no quería ser el único que se acordaba de esto.
-Me llamo Marintios, pero puedes decirme Elían.
Los hombros de Elían se alzaron levemente - Me gusta Elían, llámame Elían.
“Elian, es un lindo nombre” pensó Dión.
-¿Por qué Elían? - Dión sentía curiosidad por este, ya que aparte de las señoras que lo criaban y otros animales no tuvo ningún contacto con otro ser.
-No me gusta el nombre que me pusieron mis progenitores, me gusta Elían.
Dión podía entenderlo a la perfección, él era literalmente el único ser que lo entendía.
Ellos se entendían
-Me gusta Elían.
Dión afirmó con seguridad mientras quitaba algunas ramas de su cara.
-Y a mi me gusta Dión.
Dijo Elían con la misma seguridad y la misma fuerza que utilizó Dión.
Las hadas que volaban tras ellos se sonrojaron.
-Llegamos.
Elían asintió con la cabeza mientras veía el gran río frente a él, por inercia sonrió “Por fin” pensó que nunca llegarían.
Elían se giró hacia Dión y le sonrió agradecido.
-Gracias - Elían quería decirle más pero sintió que era innecesario, así que simplemente se dio la vuelta en dirección al río - Si necesitas algo dímelo, te ayudaré.
Salto al río y comenzó a nadar con Zik delante de él.
Cuando llegó al otro extremo de la orilla, quiso girarse para despedirse de Dión, pero cuando se dio vuelta este ya no se encontraba.
Elían suspiró mientras comenzaba a caminar en dirección a donde residia. Tenía curiosidad del cómo reaccionarian las señoras que lo criaban, aunque lo más probable era que ni siquiera se hayan dado cuenta de que no estaba su presencia.
Dión volvía a su residencia naturalmente con las hadas detrás de él y con Hal a su lado mientras este tenía en su hocico un conejo que había cazado cerca del río.
A Dión no le gustaba cuando Hal cazaba, ya que no le gustaba ver a los animales sufrir, pero entendía que este tenía su propio instinto y su propia supervivencia.