❝ MAL DÍA ❞
Deja que todo fluya y que nada influya.
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Las duchas eran sin dudas la mejor parte del día para mí Venus. El agua caliente caer desde su rostro al resto de su cuerpo, eran la sensación más placentera que podía existir en el mundo. Al terminar de ducharse, se seco bien el cuerpo y se puso una playera blanca con una falda de mezclilla y unos converse amarillos.
Después de secar su cabello con una secadora, lo amarro en una coleta floja y envolvió las palmas de sus manos con una gasa. Por ultimo tomo su móvil para bajar directo a la cocina guiándose por el delicioso aroma a chocolate.
—¡Buenos días! —saludo a su madre abrazándola por detrás—. Mmh, que delicioso huele —musito dejándose llevar por el aroma de los Hot Cakes que se preparaban en la plancha.
—Serán unos Hot Cakes simples, se nos ha vaciado a alacena. Después de que desayunemos iré a surtirla, ¿Me harías una lista de lo que hace falta?
—Claro —asintió tomando una libretilla y un bolígrafo de la barra y después de ponerse los auriculares, comenzó a hacer la lista con "september" de fondo.
La señora Susana, madre de Venus, trabajaba día y noche en el hospital principal, casi podría decir que vivía en el hospital de no ser por que dormía sus ocho horas en casa. Por esta razón de su ausentamiento, Venus se encargaba de hacer las listas de compras. Después de hacer la lista, desayuno junto a su madre hasta que terminaron con una tranquila charla.
—No se te olvida nada, ¿Verdad? —cuestiona la señora Heart con la lista en sus manos.
Venus abrió la boca, pero no dijo nada. Apretó sus labios.
—¿Sabes qué? Mejor te acompaño —dijo provocando una sonrisa de satisfacción en el rostro de su madre.
A la señora Heart no le gustaba hacer las compras sola, pues muchas veces se le olvidaban las cosas que debía comprar aunque tuviese una lista en manos. También compraba muchas veces el producto equivocado. Además, odiaba salir de compras sola, siempre buscaba la manera de hacer a Venus ir con ella a donde fuera, lo cual era grandioso para la morena, teniendo en cuenta que su madre pasa más tiempo en el hospital que en casa.
Venus tomó su chamarra de mezclilla y subieron juntas al auto.
El trayecto fue tranquilo, y cuando por fin llegaron al supermercado la señora Heart le pidió ir a por las chuletas, así que Venus leyó la lista grabándose unos cuantos artículos y así no ir solo a los refrigerados.
Wafles y mermeladas fue lo que tomó en las primeras salas, de allí, caminó directo hacia las carnes, pero se detuvo abruptamente al ver a la directora en la sala cerca de refrigerados.
"Si ella está aquí, entonces su hijo también lo está, así que mejor evito encontrármelo y que arruine mi día" razonó en sí misma.
Dio un paso hacia atrás y cuando dio la media vuelta para irse por otro camino, choco con alguien. Ese alguien era Evan.
Evan la miraba como si fuese un microbio bajo microscopio, extrañado y con cierto deje de altivez sobre ella. No sabía que decir, el simplemente se la había topado casualmente y cuando iba detrás de ella ni siquiera se había imaginado que se trataba de Venus hasta que esta se volteó hacia él.
"Mierda mejor vete por las chuletas, Venus" se dijo la morena a sí misma.
Con su labio inferior entre sus dientes, Venus se dio la vuelta y camino hacia los refrigerados buscando con su inquieta mirada el paquete de chuletas frescas que le faltaba. Alguien se puso a su lado, y cuando lo volteó a ver, volvió su mirada a las carnes rápidamente sintiendo la sangre abandonar su rostro. Era Evan que la seguía mirando como bicho.
"¡¿Cuál es su problema?!" se quejó internamente Venus.
—¿Duele? —pregunto Evan de la nada.
—¿Que?
Evan no contesto, solo tomo la mano de Venus y la doblo ligeramente dejando ver sus palmas envueltas en la gasa. Con su pulgar, Evan acaricio sobre la tela en el área dañada, con toda la atención del mundo como si fuese de suma importancia.
"¡Oh, vamos! ¿Qué no se acuerda que él fue quien las provoco?" pensó Venus.
Incomoda, e inquieta por no sentir las caricias gracias a la gasa, Venus tomo un paquete de chuletas que había encontrado a simple vista.
—Chuletas, ¡Adiós! —dijo la morena zafándose de su agarre.
Rápidamente, Evan la tomó de su muñeca de la mano con la cual la morena sostenía el paquete de chuletas.
Venus tembló al sentir aquel minúsculo tacto que le hizo despertar miles de cosas en ella, sintió un fuerte calor invadiéndola de cuerpo completo, y es que las manos del chico eran demasiado suaves y su tacto era cálido.
Los ojos de Evan le miraron por unos segundos para luego mirar el paquete de chuletas con gracia y se lo quitó.
—La mejor carne es la que esta roja y con sangre al rededor —dijo aventando el paquete y tomó otro con la carne más roja y se lo tendió—. A menos que quieras comerte un trapo sin sabor, no aceptes esta.
Editado: 24.12.2019