Agatha y los desquiciados

21. Seis meses atrás

-Aaron-

Salí en el momento en que Agatha había ido al restaurante a comprarme un desayuno. Me enteré de que lo había comprado porque lo vi en la mesa cuando regresé en la tarde. Ese fue el primer día en que todo empezó a cambiar. Fui a verla a la habitación y vi que estaba sentada mirando fijamente la televisión, estaban pasando un programa del congreso colombiano. ¿Qué hacía ella viendo programas de política? Ella los odia, no soporta verlos, pero esta vez lo miraba con determinación y eso se me hizo muy extraño. Me acerqué a ella, intenté besarla, pero se puso de pie.

- ¡Eso es lo que intenta hacerme el presidente! ¡quiere crear una ley que prohíba la existencia de personas con mi nombre! ¡sé que solo lo hace porque me detesta! ¡siempre tramó cosas en mi contra!

Esa fue su primera teoría conspirativa porque creó varias. Aseguraba que la CIA planeaba enviarle una poderosa bacteria en una de sus inyecciones intravenosas que usaba para los tratamientos. Todo con el fin de eliminarla. También decía que un ejército de sabandijas le había dicho que el alcalde (de barranquilla) planeaba expropiarle la casa de sus tíos y que la iban a secuestrar. Pero la teoría que más mencionaba era la del presidente, numerosas maneras de acabarla. Me destrozaba verla así, tan mal, tan debilitada. Esos pensamientos los mantenía todo el tiempo y ya no era capaz de mantener una conversación sana. Ver a la persona que amas delirar de esa manera es horrible. Constantemente buscaba hacerse daño, hablaba varias horas al día con voces de su cabeza e incluso, llenó las paredes de la habitación con noticias de conspiración.

Ella siguió asistiendo a clases, los chicos la vigilaban todo el tiempo y evitaban que dijera cosas fuera de lugar. Yo la ayudaba a estudiar para que aprobara los exámenes.

Había días en que estaba bien, sonreía y jugaba con Jamie con normalidad, pero otros, era agresiva y me tiraba cosas encima porque no me reconocía, decía que yo era un extraño que iba a atacarla. Llegó incluso a hacerme una herida en la cabeza, estábamos acostados en la cama abrazados y de un momento a otro se levantó, tomó una lampara y me golpeó muy fuerte en la cabeza. Tuvieron que hacerme suturas. Luego fue a verme y ya me recordaba, no sabía que me había hecho eso y yo tampoco se lo dije, no era capaz de reclamarle nada. Conozco su condición, debo cuidarla.

Abandonó por completo su tratamiento de pastillas porque según ella, había cáncer en ellas. Por más que intenté hacer que se las tomara a la fuerza, fue imposible.

Ya para el primer mes de noviazgo, alcanzó a ser tan agresiva que yo temía por la seguridad de Jamie, no le hacía daño directamente, pero sé que planeaba hacerlo. La escuchaba hablar sobre eso en una de sus conversaciones con su cabeza.

Cuando empezó septiembre, la llamaron para salir en un comercial de televisión y no era para cualquier cosa, era para ser la modelo de un perfume de un tipo famoso, omitiré decir su nombre. Sabía que Agatha no conocía la fama que tenía él y no se lo dije hasta que terminó de grabar porque se hubiera puesto nerviosa y no hubiera salido en el comercial. Para este tipo de eventos de trabajo, creaba mis métodos para hacer que se tomara la medicina, no los usaba siempre porque se daría cuenta.

Así fue como empezaron a molestarla en la calle, persiguiéndola para tomarle fotos y esto era muy estresante. Ella pensaba que eran acosadores y trataba de calmarla, pero mientras ellos más aparecían, más la hacía asustarse. Si hubiera sabido que ese comercial le traería tantos problemas, hubiera hablado con ella para que no lo hiciera.

El día de amor y amistad quise que fuera romántico, sé que le gusta eso. Sabía que estaba mal esos días, pero pensé que hacer algo lindo para ella, la haría sentirse mejor. Fui a despertarla, pero ella ya se estaba duchando. Esperé sentado en la cama a que saliera, le había comprado un vestido que habíamos visto hace unos días en un estante y le había gustado. Salió del baño, tenía el cabello mojado y una toalla blanca puesta.

 Me miró y puso esa sonrisa que pone cada vez que quiere estar conmigo, ella es muy pervertida y eso me gusta. Rápidamente se subió encima de mí y empezó a besarme.

- Jamie puede levantarse y nos vería en esto… - Le dije, pero no dejaba de besarme.

- Son las siete, un sábado no se levanta antes de diez. – Dijo sonriendo. Amaba estos momentos, realmente los amaba. Estábamos juntos frecuentemente y era alucinante.

En la noche fuimos a cenar, también llevamos a Jamie. Agatha estuvo calmada toda la tarde, pero en el restaurante perdió la razón, arrojó al piso los platos que habíamos pedido y luego empezó a salirle sangre por la nariz. Corrí a limpiarla, pero luego quedó inconsciente por un rato muy largo, luego se despertó y salió corriendo.

El mes de octubre ocurrió algo muy raro. Agatha mejoró por completo, no me explicaba cómo si no había seguido su tratamiento. No le presté mucha atención, pensé que fue un milagro.




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