Agencia de Seguridad Civil: Ánimas

Capítulo 6: Ciudad Ludenk

Kevin no se veía muy contento, quien le estaba acompañando era Mike. El dúo de chicos no apartaba la mirada del suelo, solo volteando a las calles para poder observar que era lo que harían. En aquel lugar tan común no parecía haber nada nuevo que les interesara a los jóvenes y con solo una hora de tiempo libre pensaban que no había nada interesante. Al cruzar una de las calles miraron un gran desfile. Los Ludenks estaban muy animados, rindiendo homenaje a uno de sus más grandes seres. Con un gigantesco globo con forma serpenteante. Algunas doncellas Ludenk iban bailando alrededor del globo. En sus cabezas resplandecían como lentejuelas unas enormes plumas de colores, mientras que sobre sus pieles habían delineado cuidadosamente unas marcas que simulaban escamas.

Los Ludenk comenzaron a gritar al cielo mientras golpeaban sus pechos con la palma de su mano. Algunos otros corrían entre las mujeres con sus manos juntas en la cabeza, cada tanto se detenían y levantaban el cuerpo mientras simulaban el siseo de una serpiente.

—Miran que maravillas —gritó alguien al frente de Kevin—. Son tan ardientes.

El moreno se lanzó enseguida con su cámara preparada. Había encontrado el mejor lugar para estar en esa isla. Buscó por todos lados las bellezas que habían dicho los demonios a sus espaldas. Sin embargo, encontró únicamente un grupo de ciclopes gigantes escamosas, sonriendo vilmente a todos lados.

—¿Qué sucede amiguito? —preguntó Francis mientras le acercaba un helado.

—Eso… No era para nada… suculento —El moreno se tiró al suelo decepcionado—. Esa era mucha baba saliendo de sus bocas. ¿Qué hice para merecer un castigo como este?

—¿De qué hablas? —dijo Francis regresando su mirada al desfile—. Las mujeres más horripilantes están en el desfile ¿y tú las desprecias?

—Ese degenerado de por allá dijo que era ardientes.

—¿Cómo puedes decirles degenerados a ellos? —Se preguntó Mike a si mismo analizando las acciones de su amigo.

—Veras pequeño amiguito —Francis lo trató de consolar poniendo su mano en el hombro de Kevin—. En este lugar lo que se apremia es lo feo que puede llegar a ser uno. Porque finalmente nadie dura mucho tiempo siendo hermoso, menos rodeado de tantos sujetos feos.

—Tú no estás tan feo —admitió Kevin.

—Lo sé, por eso mi vida se reduce a un triste trabajo donde ni siquiera me valoran —A pesar de lo triste que pudo sonar mantenía su sonrisa.

—¿De qué se trata su desfile? —preguntó Mike interesado.

—Eso es algo que se hace cada cien años —Francis redirigió su atención a Mike—. Conmemoramos la libertad que nos entregó un miembro del poderoso Tridente de Dunkel hace cientos de años.

—¿Ryanace? —dijo Mike en seguida, plantando su ojo en Francis.

—¿Lo conocen? —preguntó Francis sorprendido.

—Si —Mike tocó su parche, recordando aquella ocasión—. Es alguien fuerte.

—Si y a demás bondadoso —Los dos chicos quedaron sorprendidos con aquella declaración—. Él fue quien nos enseñó la manera correcta de esperar a nuestro amo, también nos mostró este estilo de vida que ahora disfrutamos.

—Lástima que lo derrotáramos —presumió Kevin con una gran sonrisa.

Por un momento todo pareció quedar en completo silencio, el tiempo no transcurrió en aquellos pequeños segundos donde la música y el baile pararon; y todas las miradas se desviaron a Mike y Kevin. Todos, incluido Francis, se contuvieron lo suficiente para no ocasionar una barbaridad. Los dos chicos miraron a su alrededor, alertas de cualquier cosa. Todo regresaron a la normalidad después de aquellos agobiantes segundos. El Ludenk guía pasó una mano por su aleta y con una gran sonrisa se acercó a ellos para susurrarles algunas cosas.

—Ustedes… No digan esa clase de estupideces otra vez —Los dos asintieron con la cabeza al ver los ojos llenos de rabia y la gran mandíbula blanca de Francis—.Entonces sigamos adelante, apuesto que hay muchas más cosas interesantes que ver.

 

Por otro lado, justo al camino contrario de la ciudad iban Marla y Santiago, caminando con calma. Marla tenía los nervios de punta, sentía como todos la observaban y no le gustaba que lo hicieran. Llevar la cabeza baja le hacía evitar las miradas, y así poder tranquilizarse un poco más, pero nada podía hacerla calmar completamente. Las miradas de los Ludenks en el centro comercial no iban a los puestos si no a Santiago, que caminaba con un gran animo hacia donde la comida le llamara, con ese aroma tan seductor.

—¿A dónde vas? —preguntó Marla sin perderle de vista al chico.

—Cerca de aquí veo un lugar donde comer —comentó Santiago—. Apuesto que la comida Ludeniakatiene un excelente sabor.

—¿Es en serio? Deberíamos estar más preocupadospor la misión que por comer.

—Ya escuchaste al umpa lumpa, no hagamos nada que arruine nuestra experiencia. Así que vayamos y relajémonos un poco, ¿Qué quieres hacer tu Tocino? —El cerdo chilló algo incomprensible para Santiago, pero que el mismo interpreto como un “Comer”.

—Está bien, pero recuerda que solo tenemos una hora—Marla decidió tomar el consejo de su amigo y caminar con él. Al poco rato recordó algo que le encantaba hacer cuando estaba con Santiago—. Entonces tú y Kevin son…



#8716 en Otros
#1051 en Aventura
#1466 en Acción

En el texto hay: comedia, accion, aventura

Editado: 08.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.