Mike descansó un poco cuando llegó a casa esa tarde, su cuerpo se sentía fatal. La espalda ardía y las energías le faltaban en todas sus extremidades de tanto usar sus poderes. Se despertó con el llamado de Marla. Estaba del otro lado de la puerta, su voz era baja, cómo temiendo a algo. Se incorporó rápidamente y miró la hora, eran quince pasadas de las ocho. Saltó al armario y tomó la primera camisa que vio, se cambió y abrió la puerta en tiempo récord. Marla estaba asombrada por su salida tan repentina.
—Lo lamento —dijo Mike tratando de no verse tan cansado—. Me quedé dormido.
—Oh, no te preocupes —respondió ella con una media sonrisa—. Los demás ya están esperando.
En cuanto bajaron las escaleras miró en el rostro de los demás algo de molestia. Ya deberían estar allá. Se acercó esbozando una sonrisa a medias. No tenía ganas siquiera de prestar atención a los comentarios "divertidos" de Kevin en su contra. Salieron a la ciudad. Mientras se acercaban la música retumbaba con más fuerza y las luces comenzaban a ser más coloridas.
Bebidas, gritos, mujeres, disfraces, y demás eran dueñas de la ciudad. Hombres sin camisa saltaban de alegría. Algunas mujeres en paños menores llamaron la atención de Kevin cómo ese niño en paletería. Los olores a comida se mezclaban e inundaban la nariz de Alonso. Un hombre en zancos pasó por encima de todos sacándole un grito a Marla. Marey admiraba a los malabaristas callejeros que practicaban con cadenas en llamas. La vibra los invadió rápido, tantos colores, hombres enmascarados cortejando señoritas y una alpaca en medio de la fiesta.
—Toda la ciudad debe estar aquí —comentó Kevin emocionado— Y hay muchas chicas buenas.
—Ojalá así fuera de animada la ceremonia a los Altos cada año —dijo Andrea sin dejar de comparar ambos días—. Bueno chicos. Pueden ir y hacer lo que quieran. Solamente no llamen la atención, ni busquen peleas. Pasemos una noche tranquilos y divirtámonos.
Todos asintieron y se dispersaron entre el mar de personas. Marla, se quedó hasta el último, observando hacia donde iban los demás, sin darse cuenta todos habían desaparecido, incluso Mike. Se desanimó un poco, seguramente Kevin lo arrastró a sus locuras, cosa que ella había planeado hacer. Alonso se quedó parado a unos metros de ella, observando todo; volteó a verla al tiempo que le hacía un ademan con la cabeza de que le siguiera. Marla se aproximó sin muchas ganas, en verdad deseaba que Mike hubiera sido quien la invitara a caminar. Alonso a su lado iba con una sonrisa mientras se abría paso entre la gente y la jalaba. ¿A dónde la llevaba?
—Dime —habló el moreno entusiasmado—. ¿Hay algo aparte de hablar con Mike de tus sentimientos que quiera hacer?
—¿Cuáles sentimientos? —preguntó apenada la chica, ocultando su ruborizado rostro de Alonso.
—Marla —Alonso se detuvo— Son cosas muy obvias, incluso para alguien que no tiene las mismas capacidades que yo.
—¿Y qué capacidades son esas? Según sé... tu solo te transformas en lobo.
Alonso se detuvo en seco haciendo que Marla chocara con su espalda. El moreno señaló a un costado de donde estaban. Marla vio a Santiago, parado junto a Aya, tan cerca uno del otro, más de lo que ella había estado alguna vez de Mike. Sus dedos parecían imanes atraídos uno por el otro, pero sin entrelazarse. Con esa duda que se enrolla en su estómago cuando los nervios recorren cada parte de tu cuerpo. Cuando no eres consciente de lo que sucede, pero si de lo que quieres hacer, pero siempre con ese temor al fracaso.
—Las ventajas de ser en parte animal —comentó Alonso girando la cabeza de nuevo a Marla—. Es que solo necesito escuchar tu corazón para saber que pasa dentro de ti. Sus corazones laten, Marla, tan rápido que aterra, así como el tuyo lo hace cuando estas con Mike. Me he despertado por las noches escuchando cómo enloquece ese mismo corazón —apuntó a su pecho—. Cuando encuentras a Mike rondando por la casa, parece que vas a morir.
—¿Y...? —No quería preguntarlo. Sabía que si Alonso le decía algo que no quería escuchar terminaría destrozada por dentro— ¿Su corazón también late?
—Lo más curioso —la ignoró Alonso volviéndose a Santiago y Aya—, es que sus corazones laten al mismo tiempo.
Marla estaba atenta a cada detalle de la felicidad de su compañero. Sonrisa nerviosa, cuerpo inquieto, que a su vez era una melodía de paz. Estaba confundida, Alonso respondió ignorando la verdad. Eso de veras que la desanimaba al pensar en tener una oportunidad con Mike, pero le daba una pequeña esperanza.
—Negro —gritó Zeth a un costado de ellos. Detrás de una barra de bebidas en medio de la avenida—. Mira lo que puedo hacer
Alonso y Marla voltearon. Detrás de la barra, Zeth jugaba con botellas de licor. Hacia cocteles, mezclas de todo tipo con una habilidad nata. Agarró dos botellas completas y las arrojó al aire donde dieron vueltas sin caer. Zeth se cruzó de brazos mirando a sus compañeros.
—¿Cómo haces eso? —preguntó Marla cubriéndose detrás de Alonso, pues en cualquier momento caerían y causarían un desastre.
—No lo sé —dijo Zeth cruzándose de brazos y mostrando su sonrisa más inocente posible.
—¿Y cuándo se supone que bajaran? —preguntó Alonso nada impresionado.
—No lo sé —volvió a decir el otro en un tono más serio.
Editado: 19.09.2022