Marla se sintió incomoda al subir por el elevador. Por más que lo deseó, su mente no dejo de darle vueltas a lo que pasó durante el festival. Durante la misión, en los momentos que no estaba ocupada, sintió volver los sentimientos negativos, no solo hacia Alonso, si no hacia todos. Sabía que tuvieron que ver en haberla dejado sola con Mike.
Aun así, con el resentimiento en su pecho, sabía que su actuar no fue el correcto. Se comporto muy grosera con ellos esos dias, sin dirigirles la palabra o respondiendo cortante. En especial con la pequeña Nicole que nada tuvo que ver con su fracaso amoroso y aun así se desquito con ella después del accidente que tuvieron en le baño. Debía disculparse con ella primero, esperaría un poco mas antes de hablar con los chicos.
Entraron al piso administrativo donde trabajaba Andrea. Se acercaron a su cubículo, donde Meegwun, platicaba con ella. El maestro recargaba su peso en las paredes de madera mientras sostenía en su mano una tableta de datos. Andrea se levantó de su asiento agarrándose la cabeza fuerte.
—Yo sé que están atrasados con esta segunda generación, pero entiéndeme Meegwun —dijo Andrea señalando su ordenador.
—Me gustaría decir que te entiendo, pero por eso te advertí que no te unieras a la rama administrativa, eres demasiado desorganizada —respondió el maestro remarcando la última frase.
—¡Así es! —admitió Andrea en voz alta— Y aun así, ¿tendré que hacerme cargo de otro escuadrón? —preguntó Andrea molesta—, ¿sabes cuanto me toma organizar uno?
—Son ordenes de Gabriel, Andrea —respondió el maestro. Sostenía su tableta de todos en la mano y la movía según hablaba—. Todos han aceptado sin problemas tener un segundo escuadrón una vez terminados los entrenamientos del próximo año. Además, Marla te estará asistiendo.
—Que mataditos —respondió la chica cruzándose de brazos y regresando a su asiento—. Está bien, veré como organizarme para apoyarlos en esto.
—Tienes dos meses —respondió Meegwun irguiendo su cuerpo—. Necesito un cigarro, cuando lleguen tus muchachos envíamelos, tenemos misiones atrasadas.
—De hecho, ya estamos aquí—anuncio Marey interrumpiendo a Meegwun.
—Nos encargaremos de esto más tarde, Meg —amenazó Andrea con su dedo al asiático que solo hizo una mueca con su boca.
—Espero que no —Meegwun se irguió. En ese momento las paredes del cubículo de Andrea se cayeron, sacándole un grito a la agente—. Los veré en un rato, chicos. No lleguen tarde.
—Maldito Meegwun —gruño Andrea apoyando los brazos en su escritorio.
—Tranquila, Andrea —Alonso se acercó, acaricio su espalda en consuelo mientras sonreía—. Yo te ayudo a levantarlo.
—Gracias —dijo ella. Suspiro, acomodó su desordenado cabello y se puso en pie—. Bien, cuéntenme, ¿Cómo les fue?
Los chicos se miraron los unos a los otros. Marey procedió a dar explicaciones a Andrea mientras Alonso levantaba su cubículo. La expresión de la líder de escuadrón fue de terror al escuchar sobre el ejercito de la paz y del grupo terrorista de La orden del tridente. Sonaba a que estaban en una película, pero no podía negar la existencia de ese grupo hasta saber más.
—¿No has recibido noticias de Kevin y Santiago? —preguntó Marey tras darle tiempo de pensar. Esperaba que no se hubieran metido en problemas.
—Hable con ellos hace un rato, deberán estar aquí esta tarde —respondió Andrea—. Parece que no encontraron nada importante y los requerimos en el continente Central.
—¿No encontraron nada? —preguntó Marla. Tenia los nervios de punta, no quería nada que ver con los Altos.
—No, parece que no hubo mas rastros ni del ejército de la paz ni de la orden del tridente —Andrea se giro y tomo algunos archivos de su escritorio—. El día de hoy tengo una misión para Alonso, Marey y Zeth. Marla, te quedaras conmigo para seguir enseñándote.
—¿Y-y yo? —preguntó Mike, él también quería saber en que ayudaría.
—Tu puedes tomarte el día, Mike —dijo Andrea con una sonrisa—. Puedes descansar y aprovechar para pensar a que rama de la ASC te unirás.
—¿Puedo ir al centro de la ciudad? —preguntó Mike a todos. Le gustaba la idea de salir del encierro de la mansión y despejar su mente. Eran raros los dias libres y aprovecharía para conocer más lugares, además de comprar el nuevo volumen de su manga favorito y podría hacer otras cosas.
—Claro que sí, Mike —Le aseguró Marey—. Solo recuerda que el ultimo camión pasa a las nueve en punto.
—S-sí, no se me olvida —respondió emocionado el joven. Dirigió su atención a la persona que siempre lo acompañaba—. Andrea, ¿Marla puede acompañarme?
—¿Y-yo…? —La atención se puso sobre la de cabello ondulado. Acomodo sus gafas nerviosa y volteo a ver a Andrea, quien asintió con la cabeza en forma de apoyo, aunque perderían un día de entrenamiento—. Si, me gustaría acompañarte,
—¿Y se puede saber con el permiso de quien piensas ir?
Marla volteó muy molesta. ¿Quién se creía ese hombre para hablarle así a Mike? Al voltear se encontró a ese sujeto con sobrepeso, de gran barba grisácea y finas prendas de vestir que humillaban los trajes de Hank. El desconcierto hizo que Marla retrocediera, junto a aquel hombre estaba Lawrence firmemente parado, con los brazos cruzados al frente, vestido de traje negro. Junto a él se alzaba una alta mujer de vestido rojo con corte en las caderas hasta el suelo, dejando a la vista sus hermosas piernas.
Editado: 19.09.2022