“Este es un aviso importante que los Altos nos han hecho llegar. El hombre que ven en pantalla —Una de las tantas fotos de Zeth se mostraron en la pantalla—, es Zeth Holmes, ex miembro de la polémica ASC. Se le anima a todo el que tenga información de su posible paradero a que nos lo hagan saber. Si tiene contacto cercano con él, aléjese lo más que pueda y llame a las autoridades, es una persona inestable y muy peligrosa. Quien pueda darnos una pista de su paradero, será recompensado por nuestros grandes lideres.”
Santiago llevaba rato observando las noticias. Zeth estaba por todos lados, se habían emitido alertas por todos los canales, interrumpiendo toda programación, incluyendo su novela favorita. Pero a quien más le sorprendió ver fue a Hank frente a las cámaras. Llevaba mucho tiempo sin aparecer debido a su ceguera, pero recientemente había vuelto después de unas cuantas cirugías en las cuales, milagrosamente, pudo recuperar su vista. Las palabras que lanzaba contra la ASC ya no eran tan duras. Sus criticas bajaron de tono, lo que le hizo perder bastante audiencia y que la gente comenzara a llamarlo simpatizante. Mas que nada el hecho de ya no atacarlos a ellos le había quitado fanáticos.
—Oye Santi —Le gritó Kevin. El robusto chico volteó a ver a Kevin. El moreno estaba flotando en el aire gracias a una pequeña mochila que servía de propulsor—. Deja eso de una vez y ven a jugar conmigo. Mira lo que encontré —Kevin sacóde su bolsillo una pistola con algunas luces neón a un costado. Disparó indiscriminadamente a un ventanal. Las municiones salieron en forma de láser que dejaron su huella en los cristales.
—Déjame probar el jet pack —pidió Santiago emocionado por lo que encontró Kevin.
—No creo que te pueda —respondió el moreno acercándose a Santiago. – El peso limite es hipopótamo bebé.
—No peso tanto, vamos quítatelo —Santiago jaló a Kevin de la mochila tratando de quitársela. El moreno comenzó a gritar mientras tiraba de ella.
—Santi, la vas a romper. Eres el único que ha engordado en este año que hemos estado juntos.
Los dos siguieron peleándose por ver quien usaría la mochila, hasta que una de sus correas se rompió y el sistema de propulsión los elevó a ambos a máxima potencia. Volaron en círculos por el laboratorio atentando contra la vida, y los experimentos, de muchos científicos.
—Alonso —Aya se acercó a moreno con aquel trozo de alfombra que Meegwun le había compartido—. Meegwun me pidió que te entregara esto, dijo que tu podrías olfatear algo.
—¿Qué es? —preguntó el chico acercando aquello a su nariz, percibiendo el tenue aroma a tabaco y alcohol que aun desprendía—. Creo que con esto podría llegar hasta Mike.
—No, lo harás —Marey le arrebató la alfombra de las manos al moreno. En un instante lo encendió entre sus dedos.
—¿Por qué haces eso? —preguntó Alonso molesto, sabiendo que tal vez era lo único que les permitiría llegar hasta su amigo.
—¿No escuchaste lo que dijo Gabriel hace un rato? No debemos buscar a Mike —Marey termino de pulverizar la alfombra y se alejó. Le dolía saber que ella misma arruinaba su oportunidad, y aunque todos la odiaran por eso, tenían que hacer lo correcto, aunque eso no les gustase.
—Marey, no podemos dejar que sigan maltratando a Mike de esa manera. ¿Viste su espalda? ¿Dejaras que lo sigan lastimando de esa forma?
—Esto me gusta menos que a ti, Alonso. Soy la líder de este equipo, pero Gabriel tiene razón. Los Altos son demasiado para nosotros.
—Tal vez haya alguna manera —interfirió Aya en la conversación, siendo consciente de las palabras de Koch y Gabriel—. Una pequeña oportunidad.
—No lo intentes, Aya. Aunque descubrieras donde se encuentra, Koch, no podríamos hacer algo —Marey se buscó una caja donde sentarse. La cabeza comenzaba a dolerle de cansancio mental—. De verdad lo quiero ayudar —suspiró con frustración.
—Hagámoslo entonces —habló Alonso. Llevó una mano a su cabeza, masajeó sus sienes tratando de apaciguar el dolor—. Se que podemos.
—Chicos —Andrea abrió las puertas del laboratorio con su semblante serio—, tendremos que olvidarnos de Mike por ahora —dijo sin muchos ánimos. Marla saltó de su lugar. ¿Cómo podía pedirles eso? ¿Acaso no los iba a ayudar siempre?—. Busquemos a Zeth.
—¿Por qué no lo haremos? —preguntó la de cabellos ondulados. Acomodó sus gafas—. Tenemos que ayudar a Mike.
—Lo siento, Marla. Gabriel tiene razón. Por ahora, es más importante mantener la ASC lejos del poder de Koch.
—No, Andrea, tenemos que hacer algo. No podemos entregarles a dos de los nuestros.
—Marla, es momentáneo. Con suerte, Koch solo vivirá noventa años.
—Tal vez un poco más —dijo Aya metiéndose en la conversación—. Los altos tienen un promedio de vida de ciento cinco años.
—Eso es demasiado tiempo —Marla estaba horrorizada. Mike no viviría tanto tiempo a ese paso. Koch terminaría matándolo.
—Lo sabemos, pero por ahora no hay nada que podamos hacer, lo siento Marla.
No podía creer que su última esperanza se hubiera dado por vencida tan rápido. Esperó mucho que ella les diera la oportunidad de recuperar a Mike, pero sus ilusiones se desmoronaron al ver como Andrea organizaba a todos para buscar a Zeth y llevarlo ante Koch.
Editado: 19.09.2022