—Es una pena que esto haya tenido que suceder —dijo Ryanace tratando de apartar el brazo, pero aquellas garras se prensaron en él.
Lentamente las garras fueron atravesando su brazo, clavándose hasta su hueso. El agarre de Alonso se fortaleció y frente a sus ojos el chico lobo crecía de tamaño. Ryanace trató una vez mas de librarse del chico lobo, pero solo logró hacerse daño en el brazo, las afiladas garras de Alonso le cortaron como si su piel fuera de papel.
—¿Qué demonios? —expresó Ryanace observando como los ojos blanquiazules de Alonso penetraban dentro de él.
El chico lobo rugió como nunca lo había hecho, de forma monstruosa, que se internaba en tus oídos y hacia recorrer un escalofrío por toda la columna vertebral. El chico lobo mantuvo a Ryanace con una garra pegado a su abdomen que rápidamente cerraba su herida, hundió violentamente sus garras en el abdomen de Ryanace y lo arrojó hacia adelante. Aulló con dolor y se lanzó de nuevo al ataque sin importarle hacer caer a Nicole a un lado, dejó caer su zarpa con bestial poder. Si no hubiera sido por la intervención de Thomas, que se puso en medio de los dos, aquellas garras se hubieran clavado en el corazón de Ryanace y no en la mejilla del caballero.
—Lo… siento… amo Ryanace —dijo el chico forcejeando contra la bestia.
—Quiero que lo mates —Ryanace se puso de pie con una mano en el abdomen, el brillo celeste se hizo presente, cerrando así sus heridas, pero dejando horribles cicatrices en Ryanace. Puso otra mano en Thomas causando un brillo celeste que curo a Thomas y otro rojo que inmediatamente le dio el poder al chico para poder pelear contra Alonso— Trae contigo a la niña y a la chica.
—Entendido, amo —Thomas empujó el brazo de Alonso, dio una vuelta rápida y arremetió con una patada en su abdomen mandándolo volar por los aires.
—Nos veremos después —Se dirigió a Marla y Nicole con odio. Dio vuelta y de un potente salto desapareció entre las copas de los árboles.
Alonso volvió a la acción con demencia. Sus enormes ojos sin vida estaban enfocados en Thomas, arremetió con todo el peso de su cuerpo contra el Caballero Lunar. Lanzó una zarpada que hizo volar a Thomas por los aires seguido muy de cercas por Alonso que esperaba que este cayera al suelo solo para seguir su desenfrenado ataque en su contra.
Marla tomó a Nicole en brazos tan pronto pudo. ¿Qué le pasaba a Alonso? No dejaba de verlo y preguntarse eso. Ya no actuaba como solía hacerlo, su cuidado por no lastimar de más a las personas había desaparecido y en cambio estaba luchando con rabia contra Thomas, parecía un animal salvaje. A Marla le asustaba aquel desesperado actuar de su amigo, no quería que matara a Thomas, aunque ya no fuera el Thomas que conoció, aún tenía esperanzas de hacerlo entrar en razón.
Se levantó del suelo con la niña entre brazos, observando como Alonso mantenía una clara ventaja sobre Thomas, con zarpadas rápidas que habían hecho estragos en la armadura de Thomas, y algunas mordidas que sacaban quejidos del Caballero Lunar. No sabía cómo detener esa batalla, cada golpe era mil veces superior a los de ella y de los que sus campos de fuerza podían soportar. Meterse de lleno contra ellos sería un suicidio. Solo le quedaba hacerlos entrar en razón.
—A… ¡Alonso! —gritó con la voz entrecortada, pero parecía que la ignoraron— Por favor… detente… no le hagas más daño a Thomas.
Alonso golpeó a Thomas con sus gigantescas garras y lo arrojó contra un árbol. Rugió con ferocidad y puso sus ojos en Marla. El chico lobo mostró sus enormes colmillos de forma intimidante, Marla retrocedió asustada de su amigo, del monstruo en el que se había convertido. Alonso se acercó a ellas tomando velocidad con cada zancada, rápido se puso en cuatro patas haciendo su avance más rápido y atemorizante. Nicole arrojó descargas a Alonso, pero ninguna tuvo un gran efecto en él. Marla corrió en sentido contrario a su amigo ocultándose entre los árboles, los cuales caían a sus espaldas al ser cortados por las garras de Alonso.
Cuando el chico lobo estuvo a sus espaldas, Thomas apareció para sacarlas de peligro. Las rodeó con sus brazos y corrió en dirección al reino. Marla le miró, agradecida por aquel acto de valentía de Thomas.
—Gracias —dijo volviendo a tener esa esperanza de recuperar a su amigo más viva que antes. Thomas no le respondió, siguió avanzando a toda prisa.
Se detuvo en seco al casi ser cortado por una hoja curveada. Thomas miró aquella arma que casi le corta la cabeza. Era una guadaña plateada con un mango pintado de negro con pintura en aerosol. Thomas volvió su mirada a la cima de un árbol cercano, donde podía ver la figura de alguien recargado al tronco, pero antes de dirigirse a él, las garras de Alonso se incrustaron en su armadura y espalda. Soltó a Marla y Nicole inmediatamente y se retorció en el aire para liberarse del dolor.
—Nicole, corre —dijo Marla poniéndose de pie con dificultad mientras jalaba a Nicole del brazo—. Corre, corre. No mires atrás.
—Pero… Alonso… ¿Qué le pasa? —preguntó la pequeña asustada, buscando con la mirada a Alonso.
—No lo sé, pero por ahora tenemos que alejarnos de él —gritó la chica sin detenerse. No quería voltear todavía, no se sentía segura, no ahora que no tenía a Thomas protegiéndola. Se escondió entre los árboles y arbustos, se detuvo a tomar un poco de aire y ver el estado de Nicole.
—¿Por qué corres? —Marla levantó la mirada aterrorizada, no podía soportar más sorpresas, pero esta fue diferente, esta sorpresa abrió un hueco de esperanza en ella.
Editado: 19.09.2022