Agencia de Seguridad Civil: Los Reclutados

Capítulo 7: Damián

Los gritos de apoyo y los aplausos lo hacían sentirse bien, su ánimo se levantaba cuando escuchaba a la audiencia gritar su nombre. Damián podía ser feliz toda la vida mientras los escuchara. Levantó los brazos en señal de victoria, acababa dederrotado a uno de los contrincantes más fuertes del cuadrilátero habiendo recibido un par de golpes. Le gustaba la adrenalina de competir contra personas como él, eso y el dinero que ganaba al hacerlo.

Bajó del cuadrilátero haciendo sparring al viento. Su noche apenas había empezado, ganó una batalla muy importante, cobraría su dinero y saldría de fiesta. Viajó por todos los bares y discotecas de la ciudad. Bailó, bebió y se divirtió hasta no conocerse. Despertó al día siguiente en una banca de un andador en medio de la avenida principal de la ciudad. Miró hacia los edificios buscando un reloj, dio un último sorbo de la botella de whisky que tenía en la mano y la arrojó a los arbustos a sus espaldas. Iniciaba otro día.

*

Andrea bajó del automóvil tomando una gran bocanada de aire que tosió como si estuviera ahogándose. Condujo varias horas por el desierto hasta llegar a Laviny, ciudad en la frontera del continente del Oeste y el Noroeste; y necesitaba tomar aire fresco. Santiago y Marey también bajaron para estirar suscuerpos después del viaje. La chica había conseguido controlar sus emociones y por lo tanto sus poderes.

Llegaron a las instalaciones de la ASC, un edificio moderno con una refrescante fuente en la entrada. Los agentes que acompañaban a Andrea instalaron sus carpas en la entrada del edificio. Caminaron en aquella dirección cuando vieron salir a Ralph de una de las carpas.

—Jefa —Ralph se acercó a ellos tan pronto los vio. El soldado llevaba puesto su uniforme a medias, se había quitado la chaqueta debido al intenso calor que hacía en aquella ciudad—. Me alegra que hayan llegado pronto.

—Gracias Ralph. Siempre es bueno ver que trabajan duro —respondió la chica mirando el campamento levantado—.¿Hubo algún inconveniente?

—Solo un Mapache que intentó llevarse algunos expedientes, pero lo atendimos rápido —informó el hombre.

—En mi guarida también tenía problemas con los tlacuaches —dijo Santiago metiéndose en la conversación—. Los desgraciados me robaban la comida cuando la dejaba fuera del baúl.

—Yo tenía que preocuparme de las ratas —Marey también quiso participar—. Eran unas cosas enormes.

—No chicos —Andrea rio por su inocencia. Aún tenían tantas cosas que aprender de la ASC—. Mapache es como le decimos a los intrusos. Personas que vienen a husmear por interés o curiosidad —regreso su atención de nuevo a Ralph, que comenzaba a mostrar algunas gotas de sudor en la frente—. Me alegra que se hayan hecho cargo sin mí.

—Gracias. —avanzaron dentro del campamento—. En estas pocas horas hemos obtenido más información sobre el candidato D-01.

—Excelente, pero explícame donde haya aire acondicionado —Andrea comenzaba a sudar. El calor en aquella ciudad era terrible. Estaban en una tierra desértica rojiza, cerca del mar, sin embargo, aún no entendían como se le ocurrió a alguien crear una ciudad ahí.

Al abrir las cortinas de la tienda donde trabajarían, sintieron el refrescante aire acondicionado en todo su cuerpo. La piel se les puso de gallina. Adentro trabajaba el equipo, tecleaban y apuntaban a alta velocidad, moviéndose como robots; miraban pantalla, tecleaban, apuntaban en su cuaderno y repetían el proceso.

Ralph los hizo moverse hasta uno de los ordenadores, tomó asiento y tecleó su contraseña. En la pantalla aparecieron imágenes de un joven, de la misma edad que Santiago y Marey, de cuerpo atlético y cabello oscuro, lo que más resaltaba eran sus ojos de esclerótica negra que se volvían azules al usar sus poderes. Las imágenes eran de periódicos, televisión local y muchas fotos de internet. Parecía que la gente lo admiraba.

—Es como una especie de héroe —Andrea miró los archivos detenidamente. El chico se dio a conocer por sus habilidades. Ayudaba a las personas, eso le agradaba, era la actitud que necesitaba en su equipo—. ¿Dónde está? Tenemos que buscarlo en seguida.

—Sobre eso —Ralph hizo aparecer en su monitor la foto de una pared de ladrillo, con un grafiti con el símbolo de un tridente—, el chico gasta su tiempo libre en peleas callejeras.

—Andrea... Eso se parece... —Santiago miró detenidamente el grafiti. Apretó su mandíbula al recordar a aquel sujeto en su guarida.

—¿Qué significa ese tridente? ¿De dónde salió? —preguntó Andrea poniendo una mano sobre el hombro de Santiago.

—No lo sabemos, creemos que es la marca de los organizadores de la pelea —Ralph dejó la computadora, estaba cansado de tanta investigación—. Según parece cada que uno de estos aparece significa que habrá una pelea cerca, la pintura desaparece a las horas y reaparece en otros lados, por lo que es difícil saber dónde será la siguiente pelea con exactitud.

—¿Pero? —cuestionó Santiago deseoso de ir a aquel sitio—. Tienes un “pero” ¿verdad?

—Encontramos la marca del día de hoy, podría darles la ubicación. Solo deben buscar el lugar de la pelea.

—¿Cuál es nuestra situación en esta ciudad? —preguntó Andrea tomando asiento.

—El presidente no quiere que la ASC tome partido en sus acciones.



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En el texto hay: accion, aventura, poderes

Editado: 23.05.2022

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