De cierta forma le resultó extraño el interés de la criatura, era solamente un sueño, aunque a la vez sentía temor de acompañarla. Una sensación que sería normal sentir más allá de saber que se está soñando. Como fuera, la curiosidad era más grande que el miedo, por lo que permaneció allí sin intentar despertar.
—De acuerdo, bien, tranquila, veré que hacer— indicó la extraña y luego posó su mano, en la que tenía una rara piedra incrustada en la palma, sobre una pequeña flor de cristal que sacó de dentro de sus prendas, y comenzó a hablar, Vera la miraba horrorizada, pensaba en lo doloroso que debería ser tener una piedra metida en la mano, pero también quería saber con quién hablaba, aunque le resultaba absurda la situación ¿estaría jugando con ella? Más allá de sus pensamientos se limitó a observarla. Otra voz se oyó salir de la flor pero no lograba oír lo que decían ¿Era eso un teléfono?
Seguidamente la dama cubrió la piedra de su mano y dirigió la mirada a la chica.
—óyeme, me han nombraron Nadín, no debes temerme no te haré daño, eso es todo lo que puedes saber de mí por el momento. En cuanto a ti, desconozco la razón de que estés aquí mas no temas, lo descubriremos, tu edad humana no es lo más importante en estos momentos aunque es bueno saber que eres menor…—mientras hablaba la cara de la chica cambiaba de expresión hasta que la interrumpió.
— ¿Edad humana? ¿Dónde estoy? —preguntó.
—Lo lamento, creí que lo sabias. ¡Bienvenida a Ághanon!— dijo emocionada extendiendo sus largos brazos que tenían unos lindos tatuajes.
— ¿Ághanon? ¿Qué es? —preguntó mirando a su alrededor.
— Ághanon es… esto. La tierra que no muere. Ahora nos encontramos en la región de Gaiela muy cerca de Gon y este hermoso rio—dijo señalando el camino de agua— se llama Nil, hay mucha vida en él— Vera no entendía nada, solo asentía ante todo lo que la mujer hablaba.
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Dana llegó a buscar a su sobrina y como la vio profundamente dormida Tom la cargó hasta su habitación, Vera ni se enteró del traslado. Al acostarla el muchacho pudo ver como el dije del collar brillaba, pero le restó importancia.
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La criatura se acercó más a ella y la tomó de la barbilla con sus cuatro largos y finos dedos—Eres preciosa ¿sabes? me recuerdas a alguien, mas no recuerdo a quien exactamente, son muchos años—confesó sonriendo— Bien, ahora camina conmigo, aun no estoy autorizada a utilizar energía contigo, por lo que nos resta un largo camino.
— ¿Energía? ¿Es una bruja? — Nadín sonrió a eso y solo negó.
Caminaron un trecho a la ribera del Nil acompañadas por una melodía que tarareaba Nadín, Vera iba concentrada en todo lo maravilloso que sus ojos veían. Se acercó a una planta pequeña con florcitas, que variaban de color marrón claro y dorado. De hojas anchas, en forma de riñón, que atrajo su atención.
Nadín le explicó que se trataba de Cyrilla, una especie que florecía durante cuatro Lunas. Que poseía un líquido agrio y la animó a probarlo. Vera negó con timidez.
— La mayoría se deja engañar por su sabor, pero aquí entre nosotras, si consumes un fruto puedes pasar tiempo sin beber, no estarás sedienta—dijo susurrante. La muchacha la miraba sorprendida — Te aconsejo que los tomes — continuó extendiendo una bolsita roja para que guardara los frutos.
—Ahora vamos, ya estamos cercanas a los Ubi —dijo encaminándose.
— ¿Qué son los Ubi? ¿Son peligrosos? —cuestionó alarmada pensando en animales salvajes.
—Tranquila no nos harán ningún daño, soy Ághaniense y pienso que no lastimarían a una niña humana— ante la respuesta Vera dudó, no conocía nada del lugar, se aferró a la mujer y caminó junto a ella sin distraerse demasiado, para no tentarse ante todas esas hermosas flores que jamás había imaginado, los sonidos provenientes del bosque, el aroma delicioso que penetraba sus pulmones y la tenían embelesada.
Luego de una caminata llegaron a un claro y se detuvieron cuando divisaron a alguien frente a ellas. De cabello verde y tosco, una cara ancha y viva. Sus ojos rosados, fijados en el bosque, denotaban sensibilidad y frialdad a la vez. Una marca que llegaba desde el lado derecho de la frente y terminando sobre su ojo izquierdo, reflejaba una experiencia fatal. Su piel de un empalidecido naranja con hermosos dibujos rojizos.
—Pero mira a quien nos hemos encontrado, Alred Doak, un verdadero guardián entre los elfos sangre negra y sobreviviente de los enfrentamientos —. Habló Nadín
—Nadín— Fue todo lo que dijo con su voz rasposa sin mirarla. Conocía su voz a la perfección. Ella se acercó más a la vista del elfo, este la miró y sonrió apenas.
—Destaca elegantemente del resto ¿No lo hallas fascinante? — Preguntó, la criatura cambió su expresión de cansancio a una de espanto cuando vio a quien se dirigía la pregunta. Vera solo levantó los hombros y lo miró temerosa.
— ¿Quién es ella? —preguntó el masculino acercándose a Nadín.
— ¿Qué has perdido la visión? Es una humana, bien podría ser una kurana. La nombraron Vera—exclamó bajo para que Vera no la escuche.
—Lo percibí, pero no es posible ¿qué hace aquí? —preguntó más alto— ¿de dónde ha salido? No debe estar aquí.