Sintió que alguien le tocaba el hombro pero no quería despertar. En vano luchó porque quien sea que la tocaba, pasó a zamarrearla con fuerza, abrió los ojos a punto de gritar a su tía, pero esa no era su tía.
Ambas soltaron un grito, la criatura se apartó con cautela y Vera se sentó para ver dónde estaba, porque ya intuía que nuevamente estaba en Ághanon, y si, así era. Estaba exactamente donde apareció la vez anterior, a orillas del Nil y hasta pudo ver el árbol donde Abbot la había llevado, suspiró y miró nuevamente a la muchacha que la observaba con un arma en la mano, parecía una lanza <<¿qué pensaba hacer con eso?>>.
Ella le recodó automáticamente a los aborígenes que le enseñaron en la escuela. Llevaba un vestido marrón semejante a su piel, con ornamentos dorados, todo mucho más moderno y bonito, una larga cabellera lacia negra como la noche, tras unos grandes aros podía ver sus orejas pequeñas y puntiagudas, su rostro era delgado y salvaje. Dos ojos dibujados color plata y un magnifico tatuaje se extendía por toda la piel que mostraba.
Al ver que Vera la observaba y no se movía se acercó y arrodilló quedando frente a ella, hizo un cuenco con sus manos, juntó agua y se la acercó.
—No eres de aquí ¿verdad? Bebe, te sentirás mejor—Fue lo primero que dijo.
Vera abrió grandes sus ojos, era la primera vez que alguien la atendía sin antes iniciar un interrogatorio. <<Mentira Abbot si lo hizo>>se corrigió en sus pensamientos.
Bebió de las manos de la muchacha. Estaba asombrada, el sabor del agua era exquisito.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó analizándola. Si Vera no hubiera visto su rostro aseguraría que estaba hablando con alguien más de su entorno familiar. Y por la cabeza se le cruzó que tal vez ella soñaba con personas que conocía solo que su mente las disfrazaba en criaturas fantásticas. <<Interesante>> pensó.
—Bien, gracias—contestó levantándose y quedaron ambas a la misma altura, era la primer criatura que media lo mismo que ella, en ese nuevo cuerpo al menos. La morena se sorprendió al ver su naturaleza humana pero no hizo nada.
— ¿Quién eres? —preguntó Vera, con la curiosidad pintada en el rostro.
—Me han nombrado Zira ¿Cómo te han nombrado a ti? —indagó.
—Me llamo Vera, sos diferente a los demás, ¿por qué? —preguntó Vera con curiosidad.
— ¿Diferente?, ¿a quién? —peguntó Zira mirándola sorprendida.
—A Nadín, Abbot, Alred y los demás—continuó, no tenía ganas de nombrarlos a todos, eran unos cuantos y sus nombres bastante raros.
—Oh ¿ya has estado antes por aquí? nadie nos lo dijo—expresó confundida— dime ¿tienes planeado ir a la morada de alguien?
—No, nadie sabía que venía—Era lo cierto, ni siquiera ella lo sabía pero ahí estaba.
— ¿Por qué has aparecido aquí? Hay un portal ¿sabías?—habló la nativa—¿o has sido atacada y te arrojaron aquí? —preguntó alarmada.
—No, nada de eso. No sé cómo hago, solo duermo y aparezco acá—dijo Vera. Zira la miraba incrédula y con desconfianza.
—Está bien. Creeré en ti y avisaré a Abbot, tal vez sepa que hacer— Igual que el elfo hizo la última vez Zira tomo una piedra y dijo— Lumiorgio Abbot Kerr— Vera miraba cansada. —Tranquila es…
—Andrón—interrumpió Vera con total seguridad.
—Sí, ya lo conoces ¿tienes gema? —Indagó.
—No, no tengo nada. Soy humana—Contestó mostrando sus manos vacías.
—por supuesto, solo quería asegurarme de ello.
— ¿Vera? —Exclamó Abbot. Apenas habían pasado unos quince minutos tal vez y ya estaba ahí, increíble. La chica lo vio y corrió hasta él dándole un abrazo, a lo que el elfo respondió con un intento de apartarla.
—No recomiendo que hagas eso, el Capitán es alérgico a las demostraciones de afecto—soltó Zira con una sonrisa—Los espíritus guíen sus caminos Capitán —dijo dulcemente a manera de saludo.
—También los tuyos—dijo acerándose a la nativa— ¿cuánto tiempo lleva contigo? —preguntó señalando a Vera con la mirada.
—No tanto, la hallé aquí más no comprendo ¿Por qué no ha utilizado el portal? —preguntó mientras su mirada se clavaba en la chica que trataba de secarse el agua.
—Porque el portal se encuentra sellado hace tiempo ¿Lo has olvidado? —dijo Abbot con toda la seriedad que su cargo demandaba y su seco carácter reflejaba.
—¡Oh! es verdad ¿entonces? ¿Cómo? Aquí hace tiempo no hay humanos puros —continuó Zira con preocupación.
Abbot pasó a explicarle todo a Zira y suplicarle que no se lo dijera a nadie. Vera ya estaba cansada de escuchar la misma historia cada vez que alguien nuevo la veía, solo se sentó en el suelo a esperar que terminaran de hablar.
Se detuvo a mirar con atención el bosque, era fantástico. Cuántos colores. Cuánta belleza.
Luego miró su collar y la piedra, que normalmente era blanca, estaba de color azul <<que raro>> pensó.
La voz de Abbot la sacó de su pensamiento— ¿preparada? — Vera frunció el ceño y se concentró en esa palabra.