Ághanon, los sueños de Vera (editando)

VII. Cumpleaños

 Abrió sus ojos con alegría, pues esperaba que sus abuelos ya hubiesen llegado como lo hacían todos los años, pero no, no estaba en su cama << ¡estoy en Ághanon!>>recordó feliz y se aventuró a pensar que el collar quizá tendría algo que ver con sus misteriosas apariciones. De ser así ese amuleto era un regalo espectacular sin dudas, ya estaba ansiosa por saber cómo sería pasar un cumpleaños en ese magnífico lugar.

 

 Se levantó del suelo y comenzó a preocuparse, miró confundida a su alrededor ¿dónde estaba el rio?, ¿dónde estaba ella?, al no saber dónde estaba metida empezó a desesperarse y a caminar hacia todas direcciones, era un hermoso lugar, sí, con una hermosísima fuente y árboles, pero nada le era familiar, temía haber aparecido en un lugar donde le fueran a hacer daño. Al no ver a nadie con decisión y a todo pulmón; comenzó a gritar:

— ¡NADÍN! ¡ABBOT! — con los nervios se le dificultaba recordar todos los nombres. Nadie aparecía, por lo que siguió gritando más asustada aún.

— ¡Ya cállate Niña! —Escuchó de pronto y su corazón dio un vuelco, no sabía si aliviarse o salir a correr, quien habló desapareció, no estaba por ninguna parte y eso podría no ser bueno.

 Debatía si permanecer ahí o salir corriendo hacia donde fuera.

 

— ¿Vera? —habló alguien detrás de ella, giró más intranquila y sintió que le volvía el alma al cuerpo. Era Elm, corrió hasta él y lo abrazó con fuerza.

—Ya me estaba asustando doctor ¿Dónde estoy? —preguntó calmada mirando a su alrededor para ver si aparecía quien la habló anteriormente. Definitivamente no fue Elm.

—Solo dime Elm. Estas en mi casa, este es el jardín. Bienvenida—Le respondió él con naturalidad mientras acomodaba su ropa arrugada por el abrazo.

— ¿Y qué hago acá? ¿Por qué me desperté en su casa y no en el rio? —preguntó la muchacha.

—Luego te explicará Nadín, ahora ingresemos—habló él con calma, y su característica elegancia, señalando a una puerta doble que estaba abierta.

 Entraron a la mansión y Kugo (quien había informado a su señor de la aparición de Vera) apareció para acompañarlos al sector reservado para ella.

—Esta casa es espectacular, me encanta—dijo ella que la vez anterior no pudo contemplarla.

— ¿Recuerdas este lugar? —preguntó Elm cuando llegaron a la habitación.

—Sí, si acá probé los confites esos, como era… ¿las mamias? —Respondió, alegre. Estuvo una sola vez allí, pero le gustaba ese lugar.

—Damias. Quédate aquí con Kugo, pronto regreso—habló Elm dejándolos solos.

— ¿Vos sos Kugo? —Indagó Vera observando a la criatura, tenía grandes ojos verdosos, nariz ancha y algo larga, orejas puntiagudas (como todos) y delgadas, cuerpo delgado, largo y pies grandes. Su cuerpo estaba cubierto de piel lisa, su apariencia le recordaba a los duendes del jardín de doña Juana. Solo que Kugo vestía muy formal.

—Sí y se supone estoy aquí para lo que necesite—habló el criado con notable arrogancia — ¿tú eres Vera? ¿La humana a la que hay que encubrir? Juzgo que simplemente deberían entreg…—Paró en seco cuando vio un ave majestuosa posar en el balcón del piso.

— ¿Qué? Perdón no te entendí—preguntó Vera, que no prestaba mucha atención.

— ¡Preciosa! ¡Has regresado! Te hemos extrañamos demasiado, ya no era sano—habló Nadín con dulce voz un poco agitada, la niña la vio sorprendida no entendía de donde salió.

 Mientras hacía su entrada en la habitación, Nadín miraba con reprobación hacia Kugo. Al posar la vista en Vera vio en sus extremidades las hermosas huellas propias de los nativos, pero ahora más oscuras.

— ¡Nadín! Estoy feliz de verte—dijo Vera con un fuerte abrazo que fue respondido.

—Anuncia a tu señor que he llegado, por favor—ordenó la mayor. Mientras él se alejaba, las dos se acomodaban en la sala—vaya ¿y esto? —dijo extendiendo el brazo de Vera para apreciarlo—están más enérgicas.

— ¿Cómo pasó? No lo había visto, ay no ¿y si ahora no se van?—exclamó y se estaba asustando.

—Calma, calma. Veo que le has hecho modificaciones a tu collar—dijo sonriendo animándola a que se lo muestre. Cuando se lo enseñó pudo apreciarlo bien y abrió grandes sus ojos, pero no dijo nada.

 Vera aun alterada por la huellas le contó que un amigo rompió su collar jugando, que su tía lo reparó con una nueva cadena y se lo dio para su cumpleaños.

 Nadín para continuar indagando le preguntó cuándo fue su cumpleaños, Vera le dijo que era ese mismo día. Su protectora se exaltó, necesitaba reunir a todos y ese era un buen motivo.

 

— ¿Interrumpo? —dijo Elm, ingresando al lugar acompañado de dos enanas que traían bandejas con dulces manjares y jugos.

— ¡Señor! No, no para nada. Me disculpo por mi manera de ingresar pero mediante ello evité que su servidor dijera una sandez—habló Nadín parándose y cambiando su rostro alegre, a uno de indignación fatal.

—No te disculpes es tu naturaleza, sin embargo deberías usarlo cuando fuera necesario, lo digo como sanador. Y lo demás luego me lo harás saber, en otro momento—dijo, señalando que no era oportuno— pueden retirarse —indicó a las pequeñas criaturas que rápidamente se marcharon.



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En el texto hay: sueos extraños, lunas, energa

Editado: 02.11.2024

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