Marcharon los tres. El viaje que hicieron hacia la isla se hizo largo, pesado y fue bastante silencioso, porque no le habían permitido hacer preguntas hasta llegar, y a decir verdad ella no estaba completamente segura de qué preguntar. Aunque la realidad era que temía las respuestas. Sus nervios estaban a flor de piel y lo demostraba mordiendo un mechón de pelo y sus inquietas manos.
Pasaron el Colgante, vieron a Fornor, viajaron con Zephyr, que iba con ellos a Sitra, en su preciado Kamuga, se había convertido en su transportista personal.
Vera estaba tan perdida en su mente que no se percató de Balsán.
A decir verdad ninguno de ellos lo notó, pues ya no mostraba el mismo interés en ella, como la primera vez. Ya no exponía las mismas ansias por acabar con ella.
Estaba oscuro y no sentía miedo a la oscuridad, pero si a la situación. El experimentado navegante hizo el mismo truco con las luces para alumbrar el camino, que esta vez estaba más tempestuoso. Ella no notó nada. Lo único que rondaba en su cabeza era su madre y el misterio que las envolvía a ella y su mamá.
En poco tiempo ya se encontraban en la entrada. El lugar estaba en silencio.
Había una espesa bruma. Vera se sentía observada, habían dos seres, ubicados una a cada lado del ingreso, con ropas de color plomo, que ocultaban sus rostros.
Abbot vio la desconfianza reflejada en el rostro de la niña y le dijo que no tema, que eran como los guardianes de Ághanon.
— ¿cómo policías? —preguntó ella. Zephyr dijo que sí antes que “los guardias” abrieran la entrada para ellos. << ¿Por qué habría policías ahí? ¿Por qué no los vi antes?>>pensaba.
El bosque denso dejaba ver el inicio de una larga escalera, a la cual a medida que avanzaban se le añadían escalones, los que desaparecían una vez que los cruzaban. Comenzaba a costarle caminar. Prestando atención se dio cuenta de que el lugar era diferente al que estuvieron la vez anterior, comenzando por la escalera. Era extraño ¿podía un lugar cambiar tanto?
Finalmente llegaron a un espacio con mucha vegetación y un enorme árbol, con una gran copa que formaba una especie de techo, bajo el cual se encontraba sentada la sabia, que lucía un tanto apagada, los estaba esperado.
Apenas se acercaron, Abbot se disculpó por la súbita invasión y confesó que la información a anunciar era sumamente importante, o dicho de manera correcta, lo que Vera tenía que decir.
La sabia la recibió de la mejor manera que pudo, a pesar de las condiciones siempre era una buena anfitriona. Vera se veía agotada y asustada, no podrían hablar bien si ella estaba tan tensa.
Más allá de los intentos, la pequeña humana seguía igual, por lo que apenas llagaron Elm y Alred comenzaron a dialogar entre ellos.
Abbot pidió a Vera que hablara de su madre, pero sus temores se lo impidieron. Entonces fue él quien contó a los presentes, quién era la madre de la niña. La información produjo en todos reacciones diferentes, pero ninguna era de alegría precisamente. Vera observaba con gran preocupación, solo quería saber el motivo de tanto misterio.
—No podría ser de otra manera, luce igual a ella—dijo Gangra.
Después de apagados murmullos Gangra les confesó que hace tiempo oyó rumores de que la joven humana llevaba un fruto en su vientre y que se iría para no volver. Y quiso pensar, aferrándose a la nada que no era ella, no esa humana. Hasta que supo de su muerte, pero nada de un bebé. Razón por la que descartó toda posibilidad.
Todos estaban hablando entre ellos, menos Alred que los miraba serio olvidando por completo la presencia de Vera en el lugar.
Nadín se acercó para acompañar a la niña.
Gangra la imitó y de la manera más dulce la invitó a hablar, a ser partícipe de la conversación.
—Lo siento, sé que eres sabia, más no logro entender. No entiendo por qué ayudaba a que nos profanaban y ponían en peligro la estabilidad y las costumbres. Les ayudabas a atravesar el laberinto de oscuridad, para encontrar un lugar seguro ¡tú! ¿Has ayudado a esos humanos?—habló Alred, mostrando toda su confusión junto a una mezcla de enojo y preocupación cuando vio el rostro de la niña—sí Vera, seres terribles pisaron Ághanon incluyendo humanos. Provocaron caos, como…
— ¡Calla! No seas insensato. Más allá de lo sucedido ella es la sabia y le debes respeto y ella, es una niña que ni siquiera era nacida cuando sucedieron tales hechos—dijo con expreso fastidio Elm.
Alred suspiró profundo, como intentando quitarse ese sentimiento. Pronto se calmó y pidió disculpas.
— No creo que sea mi culpa Alred, igual lo siento—dijo Vera—Yo no quiero saber nada, ya me quiero ir. Bastante tengo con saber que mi papá puede no ser mi papá—dijo, por miedo a lo que podía escuchar y a la reacción de Alred.
—Vera, cielo es tu vida y sea de tu agrado o no, te hayas implicada. Por favor escucha, es sobre tu madre—dijo Nadín más preocupada. Observándola, sus ojos estaban llenos de curiosidad y completamente vidriosos.