Ághanon, los sueños de Vera (editando)

XX. Invitación

 

Kugo la escoltaría a Gozik como habían resuelto desde hace tiempo, pero ella no tenía planeado ir a clases todavía.

De camino a la escuela ella comenzó a pedirle que la llevara a Edróm.

 — Por favor, Enid me prohibió absolutamente volver, pero tengo que ir. Por favor Kugo—Rogaba ¿ahora le rogaba a Kugo? Si, ahora lo hacía.

Él aceptó después de la insistencia ¿qué podía perder? si algo iba mal ya pensaría que hacer, por supuesto, nadie podía saber que fueron a Edróm.

Ya en el suelo negro, iban en camino “al lugar” cuando vieron que un grupo de bandidos estaba atacando a un viajero muy anciano e intentaban robar un montón de pociones que este traía consigo.

— ¡Aléjense! —Gritó ella. No sabía por qué dijo eso, como si tuviera la capacidad de enfrentarse a ellos.

 Ellos los vieron y se fueron corriendo.

— ¿Quiénes son? ¿Por qué se fueron? —preguntó asustada, parecían feroces.

—Clanes, tienen la mente consumida. Es normal verlos por Edróm. Razón por la que no deberíamos estar aquí, se largaron porque el Líder comunicó que cualquier idea o acto de vandalismo debe ser declarado.

— ¿Vas a denunciarlos?

—No seas imprudente, no se quienes sean ¿Cómo declararía? Ni siquiera se a que clan pertenecen.

Lo que una vez fue una camisa no era más que piezas de tela que apenas se sostenían juntas, colgaban de sus hombros como una toalla vieja desechada. Olía mal, estaba sucio y lleno de manchas.

Vera no podía evitar sentir peligro acechando. Esa región era ciertamente poco acogedora, no era el momento de lanzar la cautela al viento. Ayudaron al sujeto y como agradecimiento él les obsequió parte de las pociones y ungüentos que llevaba.

— ¿Qué quieres de este lugar? ¿A qué hemos venido? —pregunto impaciente, viéndola solo lo mirar atenta a su alrededor sin responder— Te advierto que si algo sucede será tu culpa, y es lo que diré a todos cuando lo pregunten.

En algún lugar profundo del bosque cubierto. Los árboles estaban estrangulados por enredaderas espinosas, una torre extraña se encontraba en el centro de éste, cada piedra grabada con símbolos. Vera los observaba encantada y continuó avanzando dejando atrás a Kugo.

—Te he advertido que no regresaras— escuchó una voz a su espalda, era el mismo sujeto.

—Perdón—Dijo ella con una pena actuada. En realidad estaba muy entusiasmada, ese sujeto la había dejado fascinada y por fin lo vio— He perdido algo cuando estuve aquí, lo siento.

Había algo cautivador en él, su cabello blanco bien arreglado, el rostro cincelado y radiante. Los ojos dorados con cierta oscuridad y en su oscura piel; esas hermosas y doradas huellas. Su seriedad y su refinamiento, todo la tenía prendada.

Él se acercó a ella, antes de que Kugo llegara, y la observó detenidamente.

— Lo siento mi Señor, los espíritus sean su eterna guía— dijo Kugo haciendo un gesto reverente.

— ¿Qué hacen aquí? ¿Kugo tu señor sabe que rondas Edróm sin él? —El aludido miró de costado a la niña y negó— Deben marcharse podrían matarlos hay muchos perturbados sueltos por el bosque — dijo Zironc con calma.

Kugo tenía cara de no entender nada y miró a Vera— ¡Huye! Ve a la embarcación y ocúltate— Dijo

Ella negó con la cabeza— No, es peligroso vamos conmigo.

— ¡Que te marches! —Gritó.

Ella salió corriendo por el camino que anduvieron. Kugo permaneció con el Wyd y cuando este desapareció de su campo visual fue tras a ella.

— ¿Has enloquecido? ¡Estúpida humana! ¿Y si sucedía algo? ¿Qué le diría a Elm? — Le gritó Kugo enfurecido la agarró de la túnica y la llevó hacia la barca. Luego la dejaría en Gozik.

— ¿Por qué me haría algo? No le hice nada y no finjas preocupación que muy bien me dejaste sola en Xam— se excusó ella y Kugo solo protestó enojado.

En realidad poco le interesaba lo que Kugo decía o pensaba. Estaba ocupada pensando. Porque en lo que él se demoró en llegar; un extraño le entregó una esfera que olía a azufre, el sujeto dijo que era en nombre del señor de Davengor. Luego se dio cuenta que no era una simple esfera, había algo dentro de ella, había algo más ahí. ¿De verdad eso era para ella? ¿Sería ese señor que tan intrigada la tenía el mismo señor que le envió eso? Si así era, quería decir que él sabía que ella iría y la estaba esperando ¿o la emoción la estaba haciendo delirar?

Estaba en clases de defensa, Zen estaba enseñándole a ella y Daro, que decidió quedarse con ellos para que ella entrenara, pero ella estaba tratando de descifrar qué decía dentro de la esfera que dibujaba símbolos dentro con una especie de polvo negro.

— ¿Qué es eso que te tiene tan distraída? Si continuarás interrumpiendo mi ordenada clase de esta manera, será mejor que informes que no te interesa en absoluto asistir — dijo Zen con severidad.

Ella no pudo evitar sentirse mal por la reprensión, y bajó la mirada en señal de arrepentimiento.

Más tarde buscaba a Ciel por todas partes, no la vio en el patio, ni en la biblioteca. No estaba por ningún lado. Se iba a dar por vencida cuando la vio sentada, medio escondida camino a los pasadizos.



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En el texto hay: sueos extraños, lunas, energa

Editado: 02.11.2024

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