Agridulce

“Fantasma”

La última vez que vi a mi novia fue en un hospital, la amaba tanto que no quería dejarla sola ni un segundo, pero llegó ese día en que aunque no quieras tienes que despedirte, y por alguna razón nunca lo hice, ella desapareció sin poder decirle adiós.

Todos los momentos que vivimos juntos pasaron rápidamente uno a uno por mi cabeza, como cuando retrocedes un video hasta el inicio y lo vuelves a reproducir. Ahí supe que debí haberlo hecho, debí decirle adiós con la alegría que dejó los momentos que vivimos juntos, debí despedirme de esa chica que con sus ocurrencias cautivó mi corazón y sembró en él los mejores recuerdos. Desde ese momento supe que no estaba preparado para esto, la extrañaba tanto que no quise regresar a casa, sabía que todo lo que estaba en nuestro hogar me haría recordarla, haría que mi vida fuera más difícil, sería imposible olvidarla.

Pero la espera no fue tardía, días después regresé y ahí estaban todas sus cosas, sus pijamas de colores, los peluches que le había regalado, el álbum de nuestras vacaciones de verano, los discos de nuestras canciones favoritas y los libros que a ella le encantaban. Todo estaba en su lugar, todo menos ella, fue realmente duro ver todo una vez más, sabía que no era buena idea volver a casa, esa misma noche las cosas comenzaron a tornarse extrañas.

Sentí que algo se recostaba junto a mí en la cama, pude sentir que no estaba solo, el olor de su perfume por alguna razón se podía oler en la habitación, tuve miedo de abrir mis ojos en ese momento, dentro de mí sabía que nada de esto era real, y pude convencerme de eso hasta que comencé a escuchar un leve gemido, empezaba a creer que me estaba volviendo loco, reconocía su voz y ese llanto sin duda era el de ella. El terror me paralizó por completo cuando escuché a mi oído “Nunca me dijiste adiós”.

No cabía la menor duda, era el fantasma de mi novia atormentándome. ¿Pero por qué haría algo como eso? Los recuerdos volaban por mi mente sin encontrar alguna razón, era imposible que ella estuviera aquí, ¿Qué quería de mí?  

Esa noche no pude dormir, no sé si era el miedo o el dolor pero desde que ella murió no he podido hacerlo.

Al día siguiente el retrato que estaba en la mesa de noche se había roto, la fotografía era una de las últimas que nos tomamos en el parque donde nos conocimos, me atrevo a decir que la noche anterior fue ella quien lo hizo, lo había tumbado.

Con el tiempo las cosas empezaron a empeorar, había abandonado la casa porque la presencia de ella se hacía cada vez más notoria, no podía seguir así, era como si nunca se hubiera ido. Al caminar por nuestra cuadra podía verla de lejos a través de la ventana, no quería pisar más ese lugar.

 Pero nadie me escuchaba, nadie me prestaba atención cuando decía que algo andaba mal, les decía que ella aún estaba aquí, que podía verla en mi casa, que nunca se fue. Al final todos me ignoraban, sabían que no era normal lo que decía, pronto me buscarían ayuda, no tenía la menor duda de eso.

Un día me armé de valor y estaba dispuesto a enfrentar al espíritu de mi novia, a exigirle que me dijera porque aún estaba aquí. Y no me había equivocado, al entrar a mi casa un especialista ya estaba ahí, le dije que se fuera, que no necesitaba su ayuda, que yo no estaba loco. Pero me ignoró por completo, y fue ahí donde la vi otra vez, después de tanto tiempo pude verla de cerca, como si nunca se hubiera ido y todo esto fuera una pesadilla.

Vestía una de sus pijamas favoritas, y cuando quise decirle al especialista que mi novia estaba ahí, su dulce voz me interrumpió. Ella habló y dijo: “Creo que el fantasma de mi novio me atormenta, doctor”.



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En el texto hay: romance, terror, relatos cortos

Editado: 30.09.2019

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