Agudizando sentidos

Marzo 30 2003

Estaba recostado, cuando escuche el grito sofocado de mi madre, me puse mis chancletas marrón desgastadas, y baje despacio para escuchar lo que se murmuraba en la sala, me pare en la entrada de la sala sin que mi madre me notara por un buen tiempo, al verme me invito a sentarme golpeando suavemente la silla de al lado, cuando me senté, y acaricio mi pierna tiernamente y dijo que tendríamos que salir, el aire estaba más denso, se sentía una aura muy pesada, y los ojos alrededor se recriminaban de la muerte de la pequeña Mafe, la escena del crimen era indignante y causaba desaliento por su olor nauseabundo, la familia estaba alrededor del cuerpo sin vida, estaba igual como encontraron a mi hermana, sin un rastro mínimo de sangre en su diminuto cuerpo y como siempre, la justicia se demoraba, nadie pensaba en mi hermana ni en Mafe, quien sería la próxima víctima y se encontraban tantas similitudes de los dos casos, la garganta cortada de derecha a izquierda, su región abdominal desgarrada y sin una gota de sangre, como si las hubiera chupado el diablo, como decían muchos de mis vecinos que era obra del diablo, brujería, chamanismo y cosas supersticiosas… Mi madre no creía en eso y aunque quería que el alma de mi hermana descansara en paz, necesitaba saber quién era el culpable de aquel hecho tan cruel.

 

Se llevaron al cuerpo mientras en el fondo se escuchaba el incesante sonido del teléfono, el padre estaba cuadrando la misa y lo demás, la tía avisaba a familiares y la madre lloraba desconsolada en las escaleras de la casa agarrada firmemente a la barandilla de esta, su mirada estaba perdida, su cara demacrada, pálida y sus ojos hinchados de tanto llorar. Su hija mayor intentaba darle bocado alguno, pero ella se negaba a recibirlo. Se veía un poco confundida, y sin que nadie lo esperase grito exageradamente, nos vamos ya de este asqueroso pueblo, este pueblo lo cuida el mismísimo diablo, se levantó con una fuerza sobrenatural y corrió a su habitación, mi madre y yo nos miramos desconcertados y decidimos irnos para la casa, ya que luego habrían rumores y chismes de lo sucedido esa tarde. Mi madre pensaba en las palabras de horas antes, no podía dormir pensando en la escena de las muertes de las dos niñas.



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En el texto hay: sangre, panico, nohuran

Editado: 09.06.2019

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