Ahogada en la venganza.

IV

Antes de empezar aclarar que en este capítulo encontrarás una corta escena con poco +18 que aunque no es mucho entiendo que hay personas que simplemente les disgusta este tipo de contenido, así que si eres de ellos, no te preocupes solo basta cuando que saltes hasta donde encuentres "⛤⛤⛤".

Gracias por leer♥.

"Se prende fuego

la habitación

incinerando

recuerdos "

-Cazzu

El beso comenzó suave y tierno, pero poco a poco fue intensificándose.

El húmedo contacto de la lengua de Darío abriéndose paso en mi boca se sentía increíblemente bien.

Sus manos se posaron en mi cintura y una de ellas trazó lentamente un camino hasta mi muslo, enviando una corriente eléctrica a través de todo mi cuerpo con su tacto.

Llevaba una falda corta negra, y al estar sentada, se elevaba ligeramente, dejando al descubierto poco más arriba de mis muslos.

La mano del chico ascendió lentamente sin separarse de mi boca; en ese momento, el aire parecía no importarnos, despegarnos no era una opción que cruzara por la mente de ninguno de los dos.

- ¿Debería parar? -preguntó Darío, alejando su boca unos milímetros de la mía.

-No te atrevas a detenerte -lo miré por un instante; lucía tan atractivo con los labios hinchados y rojos, y la respiración agitada tan cerca de mí-. Por favor.

Con esas simples palabras, retomó el beso con más intensidad, mientras su mano continuaba su trayecto cada vez más cerca de mi zona más sensible.

Los dedos de Darío hicieron contacto con la tela húmeda de mi ropa interior, y un gemido involuntario escapó de mis labios mientras seguía unida a su boca.

- ¿Así reaccionas por mí? Dios, me vuelves loco -exclamó Darío cerca de mi oído, plantando un beso en mi cuello.

La sensación de estar en un lugar público a esas horas, con el riesgo de ser descubiertos en cualquier momento, era inexplicablemente excitante.

Comenzó a apartar la tela y yo instintivamente abrí un poco las piernas.

Inició con lentos movimientos circulares que me obligaron a cerrar los ojos y arquear la cabeza hacia atrás, entregándome al placer del momento.

Desde que empezamos a hablar, me había imaginado situaciones como esta con él en más de una ocasión. Era casi imposible ocultar los deseos que sentía cada vez que lo veía, y en mi mente se reproducían imágenes, ninguna de ellas decente.

Un dedo de Darío entró en mí, deslizándose con facilidad debido a la humedad. Sin dudarlo, introdujo otro dedo y comenzó un movimiento vigoroso de vaivén que provocaba gemidos que delataban lo bien que lo estaba pasando.

-T-tres -logré articular, y él entendió de inmediato, retirando la mano para introducir tres dedos de una sola vez. Al principio cerré las piernas ante el repentino movimiento, pero luego me adapté y volví a disfrutar del momento.

Observé el abultado pantalón de Darío, donde se notaba claramente su excitación y lo mucho que al igual que yo estaba disfrutando la situación.

⛤⛤⛤

De repente, unas voces resonaron en la distancia y miré a Darío para comprobar si también las había escuchado.

- ¿Escuchaste esas voces o soy yo? -preguntó en voz baja.

-Sí, definitivamente hay alguien cerca -respondí con la respiración aún agitada.

-Espera, voy a ver -anunció Darío levantándose y llevándose los tres dedos a la boca, saboreando el resultado de su increíble tacto. El gesto me hizo morderme el labio y apretar las piernas-. Maldición, hay alguien allí. Tenemos que salir sin ser vistos -susurró él.

Me puse de pie, tropezando con escombros en el suelo y generando un ruido que el hombre obviamente escuchó.

Soy idiota.

- ¿Quién está ahí? -preguntó el hombre mientras se acercaba. Pensamos en huir, pero ya estaba frente a nosotros-. ¿Qué hacen aquí? No quiero ni imaginarlo -inquirió con evidente enojo-. ¿Son ciegos? ¿No ven el cartel afuera que prohíbe la entrada y advierte sobre el peligro de derrumbe?

-Ups, parece que no lo vimos -respondí con sarcasmo antes de tomar la mano de Darío y arrastrarlo mientras pasábamos junto al hombre y salíamos corriendo-. ¡Corre!

⛤⭒⭒⭒⭒⭒⭒⭒⭒⭒⭒☘⭒⭒⭒⭒⭒⭒⭒⭒⭒⭒⛤

Agitados, finalmente doblamos la esquina y dejamos de correr.

Una risa espontánea se apoderó de mí al darme cuenta de la situación. ¿Por qué habíamos corrido tanto si era evidente que el hombre nos permitiría salir de aquel lugar sin más?

- ¿Por qué corrimos hasta aquí? -preguntó Darío entre risas.

-No lo sé, no lo sé.

Nuestras risas resonaron en el entorno, creando un momento de complicidad y alivio.

Me encantaba su risa, no podía negarlo en esta ocasión.

-Creo que tienes un pequeño problemita, o debería decir gran problemita -señalé el abultado bulto en su pantalón.

-Mierda -exclamó, rápidamente metiendo las manos en los bolsillos del pantalón para intentar disimularlo, consciente de que estábamos en una concurrida esquina de la calle.

Darío me acompañó hasta dos cuadras antes de llegar a mi casa, ya que él debía doblar en esa dirección para ocuparse de unas cosas.

-Bueno, adiós -dije, disponiéndome a girar y seguir mi camino. Sin embargo, la mano de Darío me detuvo suavemente del brazo, obligándome a volver a mirarlo.

Con una ceja arqueada, su expresión era reveladora. Sin decir una palabra, me puse de puntillas, ya que era considerablemente más baja que él, y le planté un beso en los labios.

-Ahora sí, adiós -afirmé esta vez, y una sonrisa se dibujó en su rostro.

-Te amo -declaró Darío, esperando una respuesta que no llegó. Me limité a dar la vuelta y retomar mi camino a casa.



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En el texto hay: drama, amor, engaños y traiciones

Editado: 31.07.2024

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