El día que Dani no deseaba que llegara, llegó, ella había estado desde que despertó muy nerviosa, el solo hecho de saber que los volvería a ver, le provocaba no solo ansiedad, sino además tristeza, tristeza que ella trataba de ocultar ante su tía, aunque esta era muy difícil de persuadir.
—Has estado muy callada desde que despertaste, incluso en el desayuno, no pronunciaste más que 3 palabras: ¡Buenos días! y ¡gracias! — decía la tía de Dani, mientras acomodaba su mercadería en el almacén.
—Ah, sí, no me había dado cuenta — respondió con una sonrisa forzada la joven, mientras tomaba una caja en sus manos, para minutos después alcanzársela a su tía.
—¿Preocupada? — agrego la mujer, mirando con disimulo a su sobrina.
—No — dijo Dani.
—Nerviosa entonces — añadió la mujer madura, pero su sobrina no respondió nada, solo bajo la mirada. Tú eres una mujer muy valiosa Dani, además responsable, por ello tendrás que ir, pero además eres valiente — añadió la mujer madura.
—Tía.. — pronunció la joven.
—Todo se supera con el tiempo Daniela, te aseguro que un día todo lo que has vivido solo quedará como una anécdota — dijo la tía de la joven.
—¡Gracias tía! tus palabras siempre me reconfortan — pronunció Dani.
—Me da gusto poder ayudarte de alguna manera hija — contesto la mujer.
Luego de aquel cruce de palabras, tía y sobrina continuaron con su labor por un par de horas más, tras las cuales Dani regreso a su habitación, y se acostó en su cama, mientras un pensamiento venía a su mente.
— «Si estoy algo nerviosa, pues la verdad no quiero ir, no quiero ir, pero Lulú insistió en que somos un equipo de trabajo y que debemos estar los tres, y al pobre Roby no le quedo más que apoyarla, pues de hecho a él le hubiera encantado que estén solo los dos, pero Lulú tenía razón, somos un equipo, además es de valientes no esconderse y enfrentar las situaciones de la vida, por más dolorosas que sean y yo, y yo soy una valiente» — pensó Dani.
Dani descanso por unas horas, luego de ellas se puso de pie, se dirigió a los servicios higiénicos de su habitación, se ducho, se colocó su salida de baño y volvió a su habitación, en donde camino hacia su closet para elegir la ropa que usaría ese día.
—«Creo que esta camiseta y este pantalón están bien, ya que usare zapatillas» — pensó la joven.
La joven se colocó sus prendas, y sus zapatillas, luego tomo asiento frente a su pequeño tocador, y miro su rostro frente al espejo.
—«Me veo extraña con el cabello suelto, debe ser porque siempre lo tengo recogido en trenzas o en coletas» — pensó la joven, mientras observaba su rostro en el espejo, el cuál con los mechones de cabello aún húmedo que caían sobre su rostro, la hacían parecer de verdad otra.
Dani tomo su cepillo de pelo y empezó a cepillar su cabellera, mientras mirándose al espejo dilucidaba sobre si dejar su cabello suelto o peinárselo como lo hacía siempre. Tras pensarlo por algunos minutos decidió recogerlo, pero no en dos coletas sino solo en una sola.
—Así me siento mejor, aunque mi rostro también se ve extraño con el cabello recogido en esta coleta alta — pronunció Dani, mirando su rostro en el espejo.
El pensamiento de la joven, se vio interrumpido por el sonido de la puerta de su habitación.
—Adelante — dijo Dani, tras escuchar el sonido.
—Vine a preguntarte…— decía la mujer madura, pero quedo en silencio al ver a su sobrina con un peinado distinto al que siempre usaba. Te vez muy linda hija — pronunció la mujer.
—¿En verdad crees ello?, yo me siento extraña — contesto Dani.
—Te vez hermosa Dani, es más yo tengo un par de pendientes que hacen juego perfecto con la camiseta que llevas puesta, voy por estos — acotaba la mujer.
—No es necesario tía…
La joven ni pudo concluir lo que decía pues la mujer madura abandono la habitación. La espera de Dani, no fue mucha, luego de aproximadamente 5 minutos su tía estuvo nuevamente en su habitación con unos pendientes que efectivamente hacían juego con la camiseta que llevaba puesta.
—Póntelos hija — decía la mujer, mientras colocaba en la mano de su sobrina los pendientes.
—¡Gracias! — pronunció Dani, haciendo una pausa para acotar — ¿Me querías preguntar algo?
—Solo quería saber si no habías visto el control del televisor, es que no recuerdo donde lo puse — respondió la mujer sonriendo.
—Lo vi por el sofá — contesto Dani.
—¡Gracias hija! — respondió la mujer.
—Ya estoy lista — añadió Dani.