Tras el baile de fin de ciclo, las vacaciones habían dado inicio, al menos para la mayoría de alumnos, pues para Dani los estudios parecían que aún seguían, ella todas las tardes iba a la biblioteca de su centro de estudios para sacar unos libros y llevarlos a su casa: La joven se venía preparando para el próximo ciclo que enfrentaría, pues tenía como objetivo seguir manteniéndose entre los primeros cinco alumnos de su aula.
—¡Gracias! — pronunciaba Dani, tras recibir un total de 6 libros, de manos del bibliotecario.
—Cuídalos mucho, y no se te olvide regresarlos antes del fin de semana — pronunciaba un hombre mayor de lentes.
—No se preocupe, los traeré en la fecha que le dije — contesto la joven, luego de ello camino hacia la salida del lugar, llevando tres libros en cada una de sus manos.
Dani camino durante varios minutos hasta llegar a la casa de su tía, una vez que estuvo dentro, camino hacia su habitación, dejo los libros sobre una pequeña mesa, abrió un cajón que había en esta, saco un bolígrafo, una hoja, y tomo asiento junto a la mesa, a los pocos segundos, uno a uno fue tomando los libros y tras ver el nombre de los mismos, marcaba con el bolígrafo en la hoja que había sacado de la cajuela.
—Sí, creo que con estos por ahora son suficientes — pronunció en voz baja la joven, abriendo uno de los libros para empezar a leerlo.
Luego de más de una hora de lectura, la joven cerró el libro, se puso de pie, y salió de la habitación.
—¿En qué puedo ayudarte tía? — pronunció Dani.
—Hay que ir colocando la mesa hija — respondió la mujer madura.
—Bien — contestó Dani.
—Estuve pensando en hacer un pequeño viaje — pronunció la mujer madura.
—¿A dónde piensas ir tía? — dijo la joven.
—Yo sola no hija, las dos, un viaje por tus vacaciones — agregó la mujer.
—No es necesario tía — decía Dani.
—Claro que lo es, no será un viaje de muchos días, pero creo que ello es lo de menos, lo importante es que las dos lo disfrutemos — acoto la mujer, mientras su sobrina le ayudaba a colocar los cubiertos en la mesa.
—Voy por la comida — agrego la joven.
—Bien hija — contesto la mujer madura.
Dani y su tía compartieron los alimentos, durante los mismos ambas se pusieron de acuerdo en el lugar al cual irían y en la fecha de su viaje, luego del almuerzo la joven lavo los utensilios y fue a su habitación, para continuar leyendo los libros que había traído de la biblioteca.
—Ahora a buscar este tema — decía Dani, mientras tomaba un libro, que estaba sobre su escritorio, al tiempo que pensaba — «Mientras tenga la mente ocupada no pensaré en nada que me recuerde a ti»
Los días siguientes de las vacaciones de Dani fueron iguales, entre el estudio y el apoyo que ella le brindaba a su tía en su tienda, hasta que llego el día que ambas habían elegido para el viaje.
Dani había alistado su pequeño equipaje, en el cual por supuesto llevaba algunos nuevos libros que había sacado de la biblioteca, y el cual iba leyendo en el bus que la trasladaba a ella y a su tía hacia el lugar elegido.
—¿Trajiste un libro? — pronunció la tía de la joven.
—Sí, para leer durante el viaje y por las noches — respondió Dani.
—Hija las vacaciones son para descansar — decía la mujer madura.
—Lo sé tía — contesto la joven.
—Entonces, ¿por qué te trajiste un libro? — añadió sonriendo la mujer, haciendo una pausa para agregar — La idea es que disfrutes del viaje y del lugar al que vamos, si vas leyendo te perderás del hermoso paisaje.
—Tienes razón, leeré mi libro por la noche — contesto Dani.
—El lugar al que vamos es un lugar muy tranquilo, allá podrás pasear en bicicleta, correr y gozar de la naturaleza, además escuche que hay feria por este mes — agrego la mujer madura.
—Estuve leyendo sobre el pueblo al que vamos y me enteré que es muy popular por sus adivinos — pronunció Dani.
—Así es — contesto la mujer.
Tras más de tres horas de viaje el bus donde iban Dani y su tía se detuvo frente a un pequeño pueblo, para que los pasajeros puedan bajar.
—Ya llegamos — dijo la mujer adura, mientras se ponía de pie, para tomar su maleta.
—Sí — contesto la joven.
Tía y sobrina, maletas en mano, caminaron por las calles del pequeño pueblo buscando algún lugar donde alojarse, hasta que lo encontraron. El lugar era un modesto hotel, quien a pesar de ser pequeño era bastante acogedor. Las habitaciones que alquilaron Dani y su tía para el tiempo que estarían en el pueblo eran pequeñas, y tenían vista hacia la calle, ello les permitía ambas poder ver lo que acontecía al exterior y así mismo ver el atardecer y amanecer desde el pequeño balcón de la misma.