Capítulo 03: El amor nos vuelve preguntones
Imri.
Está de más decir que el mundo es enorme y nosotros somos una pequeña parte de él.
Escuché esas palabras provenir de una persona que conocí hace bastante tiempo, no he sabido nada de ella y hay ocasiones en las que las conversaciones que una vez tuvimos, llegan a mi mente y no salen de allí.
Recuerdo que ese humano fue el que me hizo desear volver a casa, diez meses después de que me fuera.
Me pregunto cómo estará, ¿por fin habrá realizado su sueño de comprar una casa enfrente del mar?
Yo, por mi parte, no he podido conseguir mi prensa hidráulica y dudo que lo haga en un futuro lejano. Me tengo que encargar de muchos asuntos.
Lo siento aplanado. ¡Le he fallado a mi yutubel favorito!
¿Era así que se decía?
«Tú me ves aquí, pero no tienes idea de lo mucho que siento que los días pierden sentido. Creo que solo son los míos, tal vez sea mi vida»
No, pero en serio. ¿Qué estará haciendo? Quisiera saber de él.
—No encontré nada bueno.
No sé qué fue lo que motivó al señor Fabio para que me visite, pero el muy buen…, desde que llegó, ha pasado más tiempo escabullido en la cocina que conmigo.
Todavía no encuentro alguna palabra que describa lo que siento.
—Aah, qué bonito es Ra— con una sonrisa de oreja a oreja, él lo toma de la cama y se sienta poniéndolo en su regazo —Los niños son tan lindos hasta que lloran, qué lindo es todo, ¡qué linda es la vida!
Menudo contraste con la persona que estaba recordando.
—¿Se puede saber por qué estás tan feliz?— con este dolor de cuerpo que tengo, le envidio —Nada más te faltan los brillos.
—¿Qué te puedo decir?
¿En serio está besando la cabeza del niño? No es que él fuera muy afectuoso que digamos.
—Vamos, Fabio. Dilo ya, si viniste es porque no te aguantas— es más que obvio.
—Pues… tan, tan— aplaude un par de veces —Estás viendo a un hombre que acaba de pasar un buen rato con la mujer que lo trae loco. «Por un buen rato» sabes a lo que me refiero— guiña.
—¿Cómo?
—Lo que hacen papi y mami cuando se gustan.
—No fue un «cómo» de pregunta, sino más bien de sorpresa.
—Tienes que especificar que a veces no entiendo— Ra se separa de él y regresa a la cama en donde está jugando con unos carritos —Pues bien, así como lo oyes, ¡ya no soy virgen!
—¿Eh?— espero que no hable tanto delante de otros humanos —Solo se deja de ser virgen la primera vez que «pasas un buen rato» con alguien. Ya después, no.
—Ooh. Debo estudiar más los conceptos si quiero que lo mío con Helena funcione— me agrada verlo tan motivado —Yo tengo a mis hermosas gemelas, ella tiene a la linda Army. Como que nos hace falta un varoncito, ¿no?
—Fabio, los humanos son mucho más complicados que nosotros. No porque te hayas acostado con ella, Helena quiera tener hijos contigo— no le voy a mencionar que las veces en las que he interactuado con la mujer, he sentido un poco de rechazo por parte de ella. Es como si no nos quisiera. Ni siquiera comprendo por qué le ha dado tantas ilusiones a Fabio. El hombre se entrega demasiado rápido —Piensa con la cabeza y no te aceleres.
—Sé por qué lo dices— cruza los brazos acomodándose en la silla —Lo que pasó no volverá a repetirse, antes fui demasiado tonto como para darme cuenta.
—Que te hayas enamorado no fue tonto— suspiro de tan solo recordarlo —Lo que ella hizo, sí.
Cómo olvidar cuando Fabio, quien en ese entonces rebosaba de entusiasmo por ser padre primerizo, encontró a la que pensaba que era el amor de su vida, con alguien más. Sí, todos los sueños del hombre se derrumbaron en absoluto. Lana, porque así se llama la mamá de las niñas, se fue a otra manada en donde empezó una nueva relación llevándose a las pequeñas.
Con el tiempo llegaron al acuerdo de que se turnarían para cuidarlas, creo que consistía en que en una semana estarían con él, y en la otra con ella.
¿Lo peor del asunto? La persona con la que su esposa le pegó los cuernos, fue su mejor amigo de la infancia.
Sí, doble golpe.
—Helena es diferente— conozco más a Pato que a ella, así que no tengo ninguna opinión establecida en torno a la mujer. Aunque, si es amiga de Lúa, no debe ser tan mala.
—Una pregunta— jugueteo con los dedos, todavía no le he dicho nada sobre la decisión que tomé —Si de alguna casualidad, Helena te llegara a proponer que vivas con ella fuera del bosque, ¿la rechazarías?
—¿Por qué ella me llegaría a proponer eso?— levanta la ceja.
—No sé, tal vez porque quisiera tenerte cerca.
—Ump, no me gusta la ciudad— se lo piensa unos segundos —Pero me gusta estar con ella… ¿Qué debería escoger? Tengo responsabilidades con la manada.
—Sí, tienes responsabilidades— su afirmación me hace bajar las cejas.
Después de que Lúa me hablara sobre la posibilidad de vivir juntos e irnos a dormir, desperté unos minutos después y me di cuenta de que ella se había levantado de la cama. Ese momento en el que estuve a solas con Ra, me dio tiempo para pensar en múltiples puntos:
Ha pasado un año y medio desde que regresé con mi familia y sin importar eso, siento que no encajo en ella.
He intentado de todas las formas recuperar el cariño de las personas y mis intenciones, lo único que han hecho es resultarles fastidiosas.
Mi papá me odia.
Mi hermano también.
¿Por qué desaprovechar la oportunidad de empezar algo bonito con la mujer que amo y quedarme en una familia a la que siento que ya no pertenezco?
Cuando Lúa regresó a la cama y cerró los ojos abrazando a Ra, ya yo tenía una respuesta: la elegiría a ella.
—Y oye, ahora que lo pienso— Fabio se levanta y con una expresión curiosa, se sienta en la cama —¿Tú no planeas tener más hijos con Lúa?