Capítulo 9: presume un lobo (primera parte)
El cambio de etapa siempre es difícil. La primera vez que dejamos de gatear y empezamos a caminar, la primera vez que salimos de primaria para entrar a la secundaria… la universidad, los amigos nuevos y los que se van, la pareja… Todo es complicado.
Entiendo a Onil más de lo que se puede imaginar. Nunca se lo diré, pero en algún punto también me sentí como él: con miedo a la equivocación, pensando en si fue correcto o no terminar con alguien. Solo las personas que experimentamos un rango de dependencia, podemos entender cómo se siente otra cuando sale de eso.
No tengo idea de cómo era su relación con Elaine, ni siquiera voy a involucrarme en ello; pero tomando en cuenta su historia, es de apostar que no era nada buena.
—¿En serio tengo que ir con ustedes?— pregunta el hombre con la mitad del cuerpo recostado en la cama. Él tiene los ánimos por los suelos y vaya, su luto amoroso se nota de lejos.
—Bueno, básicamente vamos por ti— responde Imri —Tienes dos días con nosotros y mírate, nada más te la has pasado tirado en cada esquina sin hacer nada. Aunque, si no quieres, no voy a obligarte.
Por alguna razón, Onil dejó de mirar a su hermano y desvió la vista hacia mí. Detesto ser tan perceptiva, ¡o sea! Yo tampoco lo voy a obligar, es feo que piense eso de mi persona.
—Mientras que tú estás deprimido, apuesto que Elaine debe estar pasándola bomba— comento haciéndome la que no fue —Ella es bonita, hay que admitirlo; tal vez se consiguió algún ligue de despecho.
—¿Qué?— se sienta rápidamente. La velocidad con la que lo hizo, fue magistral —¿Tú qué sabes?— para haber terminado con la mujer, como que está demasiado pendiente a lo que puede hacer o no. Esos ojos suyos me asustan.
—Hey, no te confundas. Es una suposición— mejor aclaro la cosa —¿Qué tal si haces lo mismo que la Elaine de la suposición?
Imri mismo lo dijo, es mejor que esté haciendo algo a que esté aquí entristeciéndose más.
—Emh…— interviene mi novi-lobo —No me agrada eso de los ligues por despecho, sin embargo, creo que sería bueno salir un rato.
Como dije antes: un clavo no saca otro clavo, pero lo afloja. Eso es lo que necesita mi cuñado, aflojarse.
—La Elaine de la suposición ha de estar bien feliz sin mí…— comenta bajando las cejas —Díganme, ¿qué proponen?
—Vayamos a una discoteca con una música tan alta que no seamos capaces de escuchar nuestros pensamientos— enciendo mi celular y allí busco la información del lugar en cuestión —Miren, este es un buen sitio— le enseño a Imri y él, después de darle un ojo, se lo pasa a Onil.
—¿Por qué hay una bañera en un lugar donde la gente va a bailar?— cuestiona este último.
—No es una bañera, es un jacuzzi— será la última vez que gaste dinero de la tarjeta mágica, debo darle un buen último uso de ser así —¿Algunos de ustedes quiere entrar y darse un hidromasaje?
—Paso— contestan en unísono. Qué aburridos.
—Muy bien, solo iremos a beber algo— levanto ambos dedos pulgares caminando de espaldas —La vamos a pasar genial.
Antes de salir del cuarto, escuché a Imri decirle a Onil: «¿Sabes cuál es la diferencia entre un jacuzzi y una bañera? A mí se me hace que es lo mismo», lo que yo, simplemente, ignoré. Puede que en muchos países, a un jacuzzi se le llame «bañera de hidromasaje», pero la verdad es que es diferente, las bañeras van en el baño, los jacuzzis no en particular, ¿se capta la lógica? Claro que sí.
Además, estaba demasiado ocupada pensando en la vestimenta que me pondría. Primero escogí un par de vestidos cortos que tenía abandonados en el armario, a ellos los combiné con varios zapatos y hasta revisé las fotos que había subido en mis redes sociales, tenía que cerciorarme de que no repetiría outfits.
La cosa es que me decidí por un vestido ajustado, de color beige, con mangas y escote de corazón. Me encantó el volumen que tenía las mangas, no son de las que van pegadas a los brazos, sino de las que los dejan desahogados.
Una de dos: ¿cabello amarrado en una cola o en un moño? No está tan bonito como para tenerlo suelto, deberé escoger entre esas opciones.
—Oye, Lúa…— Imri me llama entrando a la habitación —Guao— se detiene. Él tiene al niño cargado en su brazo.
—Im, ¿cola o moño?— le pregunto al borde de la desesperación. No sé cómo me vería mejor.
—Guao— repite con las cejas en alto, cosa que aunque me parece bonito, no me ayuda en nada.
—¿Cola o moño, mi amor?— como su papá anda distraído, mejor encuesto a mi pequeñito.
—Mono— como siempre, tan conocedor de lo fashion —¡Mami!— viene hacia mí para que yo lo cargue —¿Onda va’?
—A estar más cerca de que me hagan una estatua por mis buenas acciones— le plasmo un beso en la mejilla —Tu mami es la persona más buena del mundo, es más, ¿por qué todavía no soy una santa? ¿Eh, Imri?
—¿Iremos a un lugar de gente alzada?— ¿él escuchó lo que le dije? —¿O por qué te vestiste tan inalcanzable?
—Así me visto siempre— no entiendo su pregunta —Antes tenía un disfraz, ahora me veo como la verdadera yo.
—Ump— refunfuña quitándose la camiseta —Allá habrá más gente inalcanzable, ¿no es así? Digo, iremos a un sitio con Jacuzzi.
¿Acaso se siente inseguro?
—Estás con la más inalcanzable de todas, no debes temer a estar rodeado de simples mortales— me encojo de hombros sentando a Ra en la cama —Solo es gente que se refugia en su apariencia, de un modo tal, que las personas no se den cuenta de lo tormentoso que es su interior, ya sabes, decorar el exterior y eso.
—¿Haces lo mismo?— continúa con su pantalón.
—¿Qué te hace pensarlo?— iba a tomar unas zapatillas blancas cuando su pregunta me detuvo. Me está comparando con los otros mortales, yo no soy así.
—No hemos ido a tu casa, la que le pertenecía a tu mamá. Te he hablado de eso, y solo me evades a más no poder. También, continúas escribiéndole, no tanto como antes, pero lo haces. Hablamos de lo que sientes y en menos de lo que canta un gallo, desvías la atención hacia mí. Crees que no me doy cuenta, porque yo observo y callo, callo y observo.