Tobías
Entré a mi casa con el pulso acelerado, inmediatamente, me dirigí a las escaleras, pero ...
—Tobías —la voz de mamá me detuvo y resoplé con frustración—. La comida está lista, cariño, ¿nos acompañas?
—No tengo hambre, mamá. Gracias —continúe con mi camino.
Normalmente no era tan tajante con ella, pero ese día había sido de locos y todo lo que quería era estar solo.
Al entrar a mi habitación, cerré la puerta y arrojé mi mochila al suelo. En breve, comencé a caminar de un lado a otro, sintiéndome, enojado, frustrado ... asustado. Por alguna u otra razón, sentía que mis planes se estaban viniendo abajo y no sabía qué hacer al respecto, o tal vez sí, pero mis opciones ya tenían un obstáculo.
—¡Gordo! —Donna abrió mi puerta.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que toques la puerta antes de entrar, además de que dejes de llamarme así? —espeté con molestia.
Odiaba que me recordara cuál era mi físico.
—Oye, no descargues tu furia conmigo, ¿quieres? Sólo vine a preguntarte cómo había salido la cita de la retrasada de tu amiga.
—Deja de llamarla así y ... no sé y tampoco me interesa —dije lo último al desviar la mirada.
—Se supone que eres su amigo.
—¿Y a ti que te interesa? —fruncí el ceño—. Hasta donde sé, ella no te agrada.
—Y así es, pero necesita mi ayuda si lo que quiere es seguir con ese guapísimo chico —giré los ojos—. Debiste verla subir al auto con él —sonrío radiante.
«Créeme, lo vi»
—Todos la miraban como diciendo ¿cómo es que la friki pudo ligarse a ese chico?
—Ella no es ninguna friki —la defendí como siempre—. El hecho de que no se esté tirando a medio pueblo como tú y tus amigas, no quiere decir que sea una friki, ahora si no te importa, sal de mi habitación.
—Pues te gusté o no, mis consejos la llevarán a ser una de nosotras y pronto estará tirándose a medio pueblo como tú dices, empezando por el sexy Tucker ...
—¡Cállate! —le grité, provocando que se sobresaltara.
—Ya sé porqué estás así —se cruzó de brazos—. Estás celoso.
—Vete ...
—No quieres que toquen a tu preciada Aitana.
—¡Largo de aquí! —volví a gritar.
—¡No me culpes por haber sido un cobarde todo este tiempo y no decirle a la friki lo que sientes por ella!
—¡Dije que te largues de aquí, Donna! —caminé hacia ella y la tomé del brazo para sacarla.
—¡Suéltame, idiota! —ella misma se soltó de mi agarre y se fue.
Cerré la puerta con un azotón.
—Maldición —murmuré en voz baja al pasar las manos por mi cabeza.
Mi hermana ya era demasiado fastidiosa, pero cuando se lo proponía, te hacía querer arrancarte los malditos cabellos.
Me tomó un par de suspiros controlarme y caminar hacia la cama, en cuanto me senté al borde de ella, estiré mi brazo para abrir el cajón, moví un par de libros y saqué su fotografía ... la fotografía de la chica de la cual había estado enamorado desde que éramos tan sólo unos niños, Aitana.
Fue difícil, doloroso y aterrador, pero cada cambio que hice en mi vida —mi físico—, había sido pensando en ella, imaginando que algún día se fijaría en mí, aunque nuestra historia tomó un rumbo diferente.
Me convertí en el hombre que de adolescente sólo soñaba ser, conquisté a chicas hermosas y populares que jamás imaginé tener, tuve amigos, fiestas y locuras. No era que me hubiese olvidado de lo que sentía por Aitana, simplemente, oculté mis sentimientos pensando egoístamente que después de disfrutar mi nueva faceta, ella estaría ahí para mí y, así fue hasta apenas unos días atrás que me enteré de que se había entusiasmado con otro chico.
Estaba tan estúpidamente convencido de que eso no pasaría en un futuro cercano, que el maldito karma me golpeó directo a la cara sin previo aviso. Sí, mi hermana me desquiciaba, pero llevaba la razón detrás de sus palabras. Había sido un cobarde incapaz de decirle a mi mejor amiga que estaba enamorado de ella y, justo en ese momento, la posibilidad de decírselo se estaba alejando.
—¡Bebé! —Brittany entró a mi habitación y rápidamente escondí la fotografía bajo mi almohada.
—Hey —me puse de pie—. No avisaste que venías.
«Como siempre»
—Duh. No necesito hacer eso —expresó con obviedad antes de rodear mi cuello con sus brazos—. No tenía planeado venir, pero ya que al término de las clases no te vi, cambié de opinión —me besó.
La estaba evitando. No quería encontrarme con ella mientras buscaba a Aitana para regresar juntos a casa, quería que pasáramos toda la tarde en su habitación para continuar viendo nuestro recién empezado maratón de películas, aunque para mi mala suerte, ella ya tenía planes.
—Brittany —le advertí, ya que su beso estaba subiendo de tono.
—¿Qué pasa, bebé? —sonrío—. ¿Te excita que te bese de esta manera? —volvió a hacerlo.
Le correspondí por un momento, pero en breve la detuve.
—Para, mamá puede venir en cualquier momento.
—Que toque la puerta —resoplé divertido.
—¿Así como tú lo hiciste? —ironicé.
Ya nadie respetaba la privacidad.
—¿Qué pasa contigo? —frunció el ceño—. ¿Me estás rechazando?
«Mierda»
—No, claro que no —besé su cuello—, pero ya sabes que cuando mis padres están en casa ...
—Oh vamos, será un polvo rápido —se quitó la blusa rápidamente antes de echarse sobre la cama—. Tómame Tucker.
«Demonios»
Brittany era la chica más atractiva de toda la universidad, rubia, alta, delgada con cautivadoras curvas, sus ojos verdes eran impresionantes y las ligeras pecas que adornaban su rostro, la hacían ver aún más atractiva. Ella era dos años menor que yo, sus padres —a quienes conocía muy bien—, eran bastante adinerados, además de que eran una de las familias fundadoras del pueblo.
Éramos una pareja perfecta ante los ojos de los demás, la envidia de muchos, por decirlo de alguna manera, sólo que había un "pequeño detalle" ella no era Aitana. Ninguna de las chicas con las que había salido anteriormente, se comparaban con ella.
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Editado: 03.02.2023