Aitana
—Sabía que lo lograrías —le dije a Tobías mientras caminaba a su lado.
—Estoy satisfecho —se encogió de hombros.
—No seas modesto —le sonreí—. Acabas de ganar el premio al primer lugar en la feria de ingeniería y arquitectura, creo que tienes permitido ser un arrogante en este momento y presumir tu logro —sonrió al mirar la pequeña estatuilla de cristal en su mano.
—Creo que todo fue gracias a ti —me miró con un poco de seriedad.
—¿De qué hablas? —fruncí el ceño—. Tú lo hiciste absolutamente todo.
—Pero no habría ganado si no hubieses estado a mi lado.
El calor subió con rapidez a mis mejillas y no dudé en apartar la mirada.
En la feria, fuimos discretos, intencionalmente, observábamos los proyectos de los demás participantes, fingiendo que nada había pasado tiempo atrás, pero cuando nuestras miradas se encontraban, el momento revivía en nuestros ojos, aquel encuentro pasional en las duchas de la universidad.
Todo había cambiado entre Tobías y yo ... ya no podía verlo como antes, en ese momento, ya todo lo que apreciaba al observarlo, era su porte tan atractivo y varonil.
—Eres como mi grillo de la suerte —añadió y no pude evitar extender mi sonrisa—. Aún recuerdas esa película de Mulán, ¿cierto?
¿Cómo olvidarlo? Cuando teníamos nueve años, lo obligué a ver la película durante un mes completo y, mientras que yo cada día que pasaba la amaba más, él la repudiaba con todo su ser.
—¿Te parece si pasamos por pizza y vamos a mi casa para volver a verla? —propuso.
—¿En tu habitación? —me sentí asustada y el tonto comenzó a reír.
Estaba quedando loca y, al parecer, un poco adicta a ...
«No Aitana, eso no. Tobías es tu mejor amigo»
—Que conste que la pervertida eres tú.
—¡Cállate! —un poco avergonzada, lo empujé, juguetona.
Llegamos al estacionamiento y nos acercamos al auto de Tobías, él había abierto la puerta para mí, pero no pude abordarlo, puesto que el Mini Cooper rosa de Donna se detuvo frente a nosotros.
La hueca novia de Tobías iba con ella.
—¡Hola bebé! —bajó del auto para correr hacia Tobías.
Ella besó sus labios y yo desvié la mirada, sintiéndome un poco incómoda.
—¿Qué haces aquí? —Tobías también se sentía incómodo—. Creí que no querías venir.
—Yo la traje —Donna se acercó—. Resulta que estaba esperando a Aitana en su casa hasta que su papá me dijo que estaría aquí contigo y en el camino hablé con Brittany, quien no dudó en acompañarme para verte.
—Te extrañaba —le dijo la hueca al abrazarlo.
Mentía, conociendo a la perra, se había presentado ahí porque Donna le dijo que yo estaba con él.
—¿Estás lista? —me preguntó Donna con una sonrisa en el rostro.
—¿Lista para qué? —fruncí el ceño.
—Para ir de compras, claro.
«Ay, no»
—¿Compras? —la hueca sonrió—. Buena suerte con ello —añadió con burla.
—Brittany —Tobías le advirtió.
—Yo me voy a casa —expresé después de suspirar y comencé a caminar.
—Espera —Tobías me tomó del brazo—. Viniste conmigo y yo te llevaré de regreso.
—¡Claro que no! —habló la entrometida—. Ella ya tiene planes con Donna, ¿no escuchaste? Además ... —rodeó el cuello de él con sus brazos—. Tú y yo iremos a mi casa y aprovecharemos que mis padres no están.
La odiaba, juro que la odiaba, no debía tener un sentimiento tan horrible por la novia de mi amigo, pero la perra se lo había ganado a pulso y más con lo que había visto el día anterior en la universidad.
—Sí, como sea —Donna me tomó del brazo y me alejó de ellos—. Ustedes vayan a hacer las porquerías que quieran mientras nosotras nos divertimos.
Abrió la puerta de su auto y prácticamente, me arrojó al asiento del copiloto. No me quejé, mucho menos me opuse a ir con ella, ya que, estúpidamente, me había molestado con Tobías, aunque no había ningún motivo aparente, ¿cierto? Nada más se iba a ir con su novia a fornicar después de tener un "momento" conmigo.
Donna abordó el auto a mi lado y antes de que nos marcháramos, mi mirada se encontró con la de Tobías por última vez, el disgusto habitaba nuestros rostros, un disgusto que para mí aumentó cuando desvíe la mirada y observé a la hueca besar su cuello, justo donde yo lo había hecho.
Así era, no sabía en qué demonios me había metido con Tobías, pero eso tenía que parar antes de que alguno de los dos saliera herido, porque a pesar de que los dos prometimos ser siempre amigos pasara lo que pasara, aquel trato, a mí ya comenzaba a afectarme.
🕜🕝🕞
—Donna, en verdad no quiero hacer esto —expresé con fastidio mientras arrastraba mis pies al interior de un local de lencería.
—No puedo creer que te estés quejando por ir de compras. No existe chica a la que no le gusten.
—No digo que no me gusten, pero esto ... —miré a mi alrededor. No hacia falta enfocar la vista, a leguas se notaba que era tela muy fina, por lo tanto, muy costosa—, no tengo dinero para pagar algo como esto.
—Yo tengo una tarjeta de crédito, así que no te preocupes —suspiré.
—Donna, ¿por qué haces esto? —me miró con curiosidad—. Apuesto a que tienes demasiadas amigas a las que les encantaría hacer uso de esa tarjeta ... a mí no.
No me respondió de inmediato, guardó silencio por un momento mientras pensaba su siguiente palabra, parecía que quería decirme algo con importancia, cómo si quisiera mostrarse sincera, pero ...
—Este me gusta —sonrió de la nada al mirar un conjunto.
Yo sólo suspiré al girar los ojos.
—¿Qué talla eres? —se acercó al maniquí.
—Hablo en serio, Donna —desesperé—. Jamás te he agradado y no entiendo por qué rayos haces esto. Aunque de una vez te advierto que si lo que quieres es burlarte de mí...
—¡Aitana! —también desesperó—. ¡Ya cierra la boca, ¿quieres?! Sólo acepta mi ayuda y ya no molestes.
—Yo sólo quería algunos consejos para tratar con los chicos, más no ...
—¡Genial! —me interrumpió—. Pues mi consejo ahora es que te pruebes ese conjunto —señaló.
—No me probaré eso —dije horrorizada.
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Editado: 03.02.2023