AKRAM
Podía acostumbrarme a la sensación cálida de tenerla a mi lado al despertar, su cuerpo junto al mío unido en un abrazo mientras su cabeza reposa en mi pecho.
Acaricié sus finos cabellos negros y la suave piel de su rostro esperando no despertarla, aunque también deseaba poder ver el brillo de sus ojos para luego hundirme en sus placenteros labios.
Su respiración era lenta y constante, nada parecía perturbarla allá donde se encontraba; Tuve envidia de sus sueños, puesto que en ellos nadie la perseguía y no estaba en peligro; Nuestro amor era posible en ellos y no habían tradiciones que impidiesen nuestra unión.
Con cuidado salí de la cama pues debía desayunar con los indeseados invitados, además de, claro está, vigilar sus movimientos y reunirme con el responsable de su alimentación.
Me puse el uniforme junto con la armadura y dejé a una Adhara aún durmiente en mi lecho, esa imagen bastaba para afrontar cualquier día por más difícil que este fuese, y me hacía hacer una promesa silenciosa de volver pues sabía que ella estaría allí esperándome.
Aseguré la puerta y me dirigí a palacio, preparándome mentalmente para lo que allí me aguardaba.
-Majestad buenos días -Un Rashid un tanto tenso me dio la bienvenida.
-¿Qué sucede? -Respondí queriendo saber la razón de su alterada actitud.
-Hubo un pequeño incidente entre una sirvienta y uno de los hijos del Jeque.
Rashid era el jefe del personal de servicio de todo el palacio, seguramente tuvo que intervenir.
-¿Qué sucedió?
Los únicos "incidentes" que hasta ahora habían tenido lugar eran menores, nunca habían alterado tanto a Rashid como en esta ocasión.
-Hakim señala que la sirvienta le echó agua hervida a propósito cuando preparaba su baño, pero ella señala que lo hizo como acto de defensa, puesto que él trató de tocarla tras hacerle propuestas indecorosas.
La sangre me hirvió en ese momento, no conocía a la sirvienta, pero me bastaba con saber que se encontraba involucrado uno de los hijos del Jeque para estar convencido de que la mujer no mentía. Estaban en mi palacio importunando a las mujeres que en él servían, las cuales se encontraban bajo mi cuidado como General, ofendiendo su honor y acusándolas de atentar contra ellos, ¿se podía ser más poco hombre?
Yo tenía fama de ser cruel y despiadado, pero jamás había abusado de una mujer de ninguna forma, respetaba su voluntad y su libertad para decidir.
-¿Cómo está ella? -No me importaba el estado del tal Hakim, sino el de la mujer.
-Aunque un tanto alterada por el incidente, se encuentra bien, la mandé con el servicio de vuestras hermanas para que no volviese a cruzarse con los hijos del Jeque y sufrir alguna represalia.
-Hiciste bien, cambia al resto de mujeres designadas al servicio del Jeque y sus hijos por hombres, no correremos el riesgo de que otra de ellas tenga que pasar por algo así.
-Lo haré de inmediato señor. -Hizo una reverencia a modo de despedida y se alejó para llevar a cabo mis instrucciones.
Una vez en el comedor tuve que contenerme y mantener una expresión neutral, el Jeque Yusuf y sus hijos Kamal, Hakim y Malek se encontraban sentados en el lado izquierdo de la inmensa mesa, hubiese preferido estar con Adhara disfrutando de nuestro propio banquete a estar en presencia de todos ellos, a excepción de mi hermano Khaleb nadie de los presentes era de mi completo agrado.
-Llegas tarde Akram. -Me llamó la atención el Rey.
-Estaba poniéndome al día acerca de las últimas noticias. -Miré con desprecio al tal Hakim para hacerle saber que ya estaba enterado de lo sucedido más temprano.
-¿Algo nuevo que nos pueda informar? -El Jeque parecía fingir no estar enterado, pero sabía cuándo alguien mentía y ciertamente este era el caso.
-Nada que merezca nuestra atención, sin embargo, Hakim -Llamé su atención. -Supe del inconveniente que tuvo esta mañana. -No lo hacía en absoluto. -Espero no haya sufrido lesiones serias. -De hecho, me regodearía si ese fuese el caso.
-No se preocupe por mí, estoy seguro de que fue solo un accidente, más tarde tendré la oportunidad de aclarar mejor las cosas. -Su tono burlón era una muestra clara de la clase de hombre que era, lamentaba que las hermanas de Adhara tuviesen a estos despreciables seres como esposos.
Las miradas de los presentes iban y venían entre ambos, tratando de entender lo que estaba ocurriendo.
-Me temo que es mi deber hacerme cargo del servicio que le ofrecemos a nuestros invitados a nombre del palacio -Mostré una expresión de falsa cordialidad. -Es por ello que decidí cambiar su servicio por completo para que no vuelva a ser molestado en el futuro.
-¿Puedo conocer los cambios? -Respondió con recelo.
-Los sabrá cuando vuelva a los aposentos que le fueron asignados. -Me limité a decir mientras tomaba asiento al lado de mi padre.
-Bien, ya que todo ha sido solucionado, podemos continuar con nuestro coloquio. -Dijo el Jeque.
-Desde luego, ¿Dónde estábamos? -Concedió mi padre.