Akram: ¿un Príncipe árabe puede enamorarse?

CAPÍTULO 57

AKRAM

La deposité en mi lecho con cuidado de no despertarla…

Los signos de la terrible noche pasada podían verse ahora con mayor claridad en su piel.

Tomé un paño y lo humedecí, para poder limpiar los rastros de sangre en su rostro, tenía algunos rasguños y algo de hinchazón en la mejilla, esos malnacidos le habían hecho daño.

Dormía tan profundamente que de no ser por la calidez de su aliento no hubiese sido capaz de resistir la tentación de despertarla para comprobar su vitalidad.

Me cambié de vestimentas abandonando mi armadura, y preparé algo también para Adhara.

Estaba asegurando bien el mueble que conducía a los túneles de palacio cuando escuché que llamaban a la puerta.

¿Quién podía ser ahora?

Ajusté mi turbante antes de salir y una vez fuera me encontré con Rashid escoltado por cuatro guardias de palacio.

-Mi señor, su padre lo llama -Asentí en respuesta esperando se marchasen, pero no se fueron -Y a su invitada también.

Sabía que tarde o temprano la mandaría a llamar, pero a riesgo de pecar de imprudente, prefería dejarla descansando.

-Vigilen que nadie entre. -Ordené.

-Si, majestad.

Inspiré sabiendo que me esperaba una discusión con el Rey.

Había rastros de sangre por las paredes a lo largo del camino, signo de que habían intentado invadir las instalaciones sin éxito.

Saber que había soldados resguardando a Adhara era lo único que me tranquilizaba.

-El Príncipe Akram hace su ingreso. -Anunciaron mi entrada.

En la sala principal de palacio se encontraban los jefes de las familias del reino, además de los consejeros del Rey y uno que otro líder extranjero que debió llegar apenas supo del ataque.

-¿Sólo vienes tú? -Hizo una pausa. -Mandé a llamar a la mujer con quien compartes tu lecho y la causante de que casi perdiésemos nuestro reino, ¿Dónde está ella? -Quiso saber.

-En primer lugar, tu reino nunca estuvo en riesgo, ¿Es que acaso no confías en tu propio ejército? -Intenté contener mi rabia. -En segundo lugar, ella no fue quien provocó el ataque, está claro que con o sin ella los Mercenarios planeaban invadirnos. -En ese momento ingresó Khaleb, el mirarlo me dio la confianza que necesitaba para lo siguiente que iba a decir. -Y en tercer lugar, esa mujer no es una cualquiera… - Aclaré mi garganta e inspiré profundamente para infundirme valor. -Es mi prometida y espero que se le dé el respeto y trato que merece.

No había razón para seguir guardando el secreto, seguro pensaba ejecutarla debido a las “molestias” que su presencia le había causado al reino.

No iba a permitirlo, me enfrentaría a quien hiciese falta por protegerla.

-¿Tu prometida? -Emitió en algo semejante a un rugido molesto y sin razón alguna luego comenzó a reír -No me digas… -Dijo en medio de su burla. -De entre todas las princesas y doncellas tenías que escogerla a ella, a la mujer de otro.

Esperé un momento antes de hablar, puesto que la rabia comenzaba a arder una vez más en mi pecho.

-Ella no es ni fue la esposa de nadie. -Comencé -Fue una víctima más de los desmanes de hombres sin escrúpulos -Aclararía todo de una vez, esperaba no tener que repetir u historia de nuevo -Su familia fue asesinada debido a que se negó a casarse con la alimaña de Malek.

-¿Vas a decirme entonces que sigue siendo pura? ¿Después de todo este tiempo encerrada contigo?

Nunca antes me había incomodado mi mala reputación, o lo que se hablaba a mis espaldas, hasta ahora que podía perjudicarla a ella.

-Aunque no lo fuese, no es asunto suyo. -Me limité a responder.

-Entonces esa es la verdadera razón para casarte con ella, ¿Y luego qué? Cuando consigas tu propósito la echarás a la calle como todas las mujeres que pasaron por tu cama.

Era cierto que procuraba no estar dos veces con la misma mujer, y que algunas lo aceptaban mejor que otras, pero siempre había sido claro respecto a lo nulos que eran mis sentimientos.

-Las intenciones que tenga con ella tampoco son de su incumbencia. Pero os aseguro que no es un capricho momentáneo, me pedisteis escoger a mi futura esposa y eso…

-¡Te pedí a una Princesa digna, no a una esclava! -Me interrumpió furioso.

-No es una esclava…

-¡Pagaste por ella! Con el dinero de tu pueblo. -Su cólera no hacía más que ir en aumento -Eso la convierte en esclava no importa de dónde venga

-No es una esclava, es una doncella. -A nuestro alrededor todos miraban expectantes. -Pagué por ayudarla, no por ella, y si insiste en decir que es una esclava, entonces la libero en este momento.

-No sabes lo que dices

-Es… -Intenté decir, pero Khaleb se adelantó.

-Creo que debemos mantener esta conversación en un lugar más privado.

Khaleb tenía razón, había demasiadas personas presentes.

Asentí como única respuesta.

-Salgan todos -Ordenó el Rey.

Poco a poco la sala se fue vaciando hasta que solo quedamos los tres.

-Padre -Comenzó Khaleb. -Ahora que todos se han ido, tal vez sea un buen momento para retomar la conversación.

-¿Qué hay que hablar? -Contestó el Rey -Considero que ya se dijo suficiente, y mi decisión ya fue tomada. -Esa era una mala señal. -La chica tiene que irse u ordenaré su ejecución, suficientes problemas nos ha causado. -Antes de que pudiese decir nada continuó – Y tú te casarás con la hija del Jeque Zoram, ya se le envió el mensaje de tu aceptación.

-¡No! -¡Se había vuelto loco! -¡No voy a casarme con otra que no sea Adhara! Eso tenlo por seguro.

-Tal vez tu no lo viste, pero yo sí, anoche apenas fue el comienzo -Su voz sonó cada vez más acelerada -Ganaste, pero nuestras tropas están débiles, si nos atacan mañana de seguro perderemos, debemos buscar una lianza pronto y debe ser con nuestro vecino más poderoso.

Entonces esa era la razón. Su miedo irracional iba a arruinarnos la vida, una vez más sus intereses primaban al del resto.



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En el texto hay: romance, romancejuvenil, arabe

Editado: 20.03.2023

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