Serie Akuni | La maldición de tus ojos

13. Hilos del destino

Demian se levantó con esfuerzo, el dolor sigue latente pero menos fuerte que la noche anterior. Eso es un alivio porque significa que va sanando.

Su primera experiencia y no fue como lo esperaba, tal vez Ángel se sintió muy ansioso y por eso pasó de ser lo más suave a una brutalidad inesperada. Eso quisiera creer, pero... ¿Por qué siente que eso no fue provocado por pasión sino por odio puro dispuesto a hacerlo sufrir? Movió la cabeza a ambos lados, le duele el pecho siquiera pensar en eso. Sus ojos se detuvieron en una mesa al costado de su cama para darse cuenta de que hay un desayuno para él.

Sonrió con suavidad. Ángel no ha dejado de mimarlo desde la noche haciéndole masajes en la espalda, arropándolo y ahora preparándole el desayuno. Se siente arrepentido por lo que hizo y tal vez debería dejar de pensar en que esto lo provocó su odio a los demonios. Porque ante los ojos de Ángel él no es un demonio. Si fuera así no se hubiera confesado ni lo cuidaría tanto.

Se bebió la leche y comió el pan junto al queso y la mantequilla. Luego estiró sus piernas y ya sintiéndose más fuerte se puso de pie tomando su espada con intenciones de entrenar, ha pasado ya todo un día en la cama y no puede seguir así.

Afuera el sol lo encegueció en un instante. Ángel cuelga la ropa que está lavando y al verlo de inmediato se acercó preocupado.

—¿Cómo te sientes? ¿Duele mucho? —lo miró arrepentido—. Voy a bajar un momento al pueblo a comprar alguna crema para ayudarte a sanar y también te traeré lo que quieras ¿Qué te gusta?

Demian no pudo evitar dejar salir una pequeña risa ante el estupor de Ángel.

—Me tratas como a un niño —le dijo.

Ángel se acercó tanto que sus narices se toparon ante la confusión de Demian, abrió sus ojos tanto que la expresión de su rostro se llenó de una ingenuidad que tienta a Ángel, pero luego de lo que pasó en la noche anterior no va a tocarlo hasta que sane.

—Eres mi novio, debo cuidarte, es mi deber —musitó y le di un cálido beso en la punta de la nariz—. Y guarda esa espada hoy descansas...

—¿Novio? —lo contempló sorprendido que lo llamara así.

Demian carraspeó evitando que su rostro enrojecido fuera notado por Ángel.

—No deberías tratarme con tanta delicadeza, llevó un día sin entrenar —reclamó.

—Déjame por hoy compensarte —musitó Ángel sonriendo para luego posar su mano cariñosamente sobre su cabeza.

Demian no alcanzó a decir nada, Ángel se fue de inmediato dejándolo solo. Suspiró un poco incómodo. Le gusta sentirse querido, aunque la palabra novio le resulta aún extraño, pero quisiera que no lo mimara tanto. Luego entrecerró los ojos sonriendo con dulzura.

—Pareces disfrutarlo —susurró una voz a su espalda y al girarse vio a Betzu detrás suyo.

De inmediato sacó su espada la cual fue repelida por la fina espada del demonio. Las chispas del choque de ambas espadas se dejaron ver. Pero Betzu sonrió victorioso, ese pequeño semi dios demonio ni siquiera era un oponente contra él. Claro que no. Sino estuviera obsesionado de ese bello rostro lo hubiese matado tan solo hacer el intento de atacarlo. Pero le gusta, por eso solo sonríe.

Sin embargo, Demian giró su espada con torpeza y el gesto de dolor de su rostro no pasó desapercibido por el demonio. Él no le ha hecho daño ¿Por qué parece que sufre? Guardó su espada dentro de su vaina antes de acercarse. Pero al bajar la guardia se dio cuenta que la espada de su contrincante ahora rozaba la piel de su cuello peligrosamente. Impresionado, no era menos, no se esperaba un juego así de sucio de alguien cuyos ojos despliegan una inocencia desconcertante.

—Está bien, tú ganas ¿Qué quieres a cambio? —le preguntó con sus ojos turquesas fijos en la criatura más joven.

Las finas líneas color escarlata parecen haberse duplicado de la vez anterior y Demian no respondió. Entiende su lugar y su posición, un demonio como ese no podría ser vencido con esa facilidad ¿Está jugando con él antes de matarlo?

—¿Qué quieres decir con eso? —exclamó haciendo una mueca.

—Mi corazón te pertenece, a cambio yo quiero el tuyo —susurró con malicia.

Se quedó callado intentando entender lo que busca con eso.

—Dices que tú me darás algo a cambio, pero estas pidiéndome a mí que te de algo mío —musitó molesto—. No puedo darte algo que me matara sino lo tengo.

El demonio de cabellera plateada no pudo evitar reírse ante las palabras de Demian. La conclusión del joven discípulo escapa de lo que él realmente le ha pedido.

—Te lo estoy pidiendo espiritualmente, se mi esposa y te prometo cuidarte por el resto de tu vida, tendrás joyas, ropa cara y vivirás en un palacio enorme.

La conciencia de Demian se enredó más que desde el principio. Uniendo las palabras "esposa" "joyas" "palacio". Luego pestañeó incrédulo, ese demonio ¡Le está ofreciendo matrimonio! ¿Y por qué lo ha llamado esposa si él también es un hombre? Se llevó la mano a la cara ¿Será que aquel cree que es una mujer?

—Soy hombre, no puedo ser tu esposa —reclamó con su atención fija en el largo cabello plateado del ser frente a sus ojos.

Las cejas del demonio se alzaron mientras se dibujaba una sonrisa antes de soltar otra risa que molestaba aún más al ingenuo Demian que desconoce las reglas del mundo demoniaco. Hombre o mujer demonio, se le llama "esposa" cuando su pareja tiene un poder mayor y más dominante. Pero Betzu sabe que debe tener paciencia, a ese pequeño demonio inocente lo han engañado durante toda su vida ocultándole la mitad de su ascendencia, es entendible que desconozca esto.

—Esposa es la pareja pasiva del matrimonio —le susurró al oído.

—¡¿Cómo que pasiva?! —cuestionó de inmediato.

Pero luego Demian se calló y bajó la mirada, avergonzado ¿Acaso no había tomado ese rol inconscientemente ante Ángel? Sin embargo, una cosa es ser el pasivo de Ángel, a quien quiere y le debe la vida, y otra de este demonio, que solo ha visto tres veces y ya quiere casarse con él. Suspiró, si Arturo, su hermano, se enterara de esto de seguro lo encerraría en la torre más alta y lanzaría la llave a un acantilado.



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Editado: 11.12.2024

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