Serie Akuni | La maldición de tus ojos

37. Milagro

Demian observó fijamente el raro color de la gelatina, nunca había visto una de ese color tan extraño. Aun así, se lo comió dándose cuenta de que cada uno de sus movimientos son seguidos con atención por los sirvientes que acababan de servirle la comida.

Alza su cabeza y aquellos fingen no haberlo estado mirando. Es extraño desde hace días no dejan de observarlo de esa forma. Tosió un poco incomodo para luego pedirles que lo dejaran solo.

Los rumores de que su majestad Betzu ha consolidado su matrimonio con su nueva pareja corre por todos los pasillos y muchos se preguntan si acaso un semi demonio podría ser capaz de dar a luz al futuro heredero.

Ni siquiera Eva su madre fue capaz de hacerlo, aun siendo un demonio completo. Pero sinceramente a la mayoría de los sirvientes solo le es suficiente que su rey sea feliz, pues la armonía que rodea al palacio es mucho más grata desde que Demian, aquel demonio con solo un cuerno, ha llegado a vivir acá.

Sin embargo, a ojos de otros, está situación no es la mejor. Doña Coral no solo sigue mirando de mala forma la existencia de esa criatura nacida de la traición de su anterior pupila, Eva, sino además siente que ha fracasado con su labor, de influenciar la existencia de un futuro heredero del reino de los demonios insurrectos.

Por otro lado, la pequeña demonio, que intentó hacer desaparecer a Demian del reino, sigue siendo torturada para que confiese quien esta detrás de los planes que ella siguió. Y si habla la pondría en una peligrosa situación. Ha soportado bastante y siendo leal en no delatarla, aunque claro, amenazarla con destruir a su familia si hablaba ha sido de ayuda.

La fría mirada de Betzu viendo con indiferencia el dolor de la traidora no se inmuta a sus gritos y suplicas, debe averiguar quien estuvo detrás de ese plan sino lo hace es seguir teniendo dentro de un palacio a un enemigo dispuesto a dañar a Demián y pensar en perderlo no lo deja sentirse en paz.

Pero ni siquiera con las dolorosas torturas de su leal sirvienta, Lily, la hacen hablar. Tensó su mirada perdiendo la paciencia y dejó caer un golpe en su asiento antes de salir de ese lugar.

El aire fresco del paisaje demoniaco le acarició el rostro y calmó su respiración, no quiere que Demián vea su molesta expresión, hasta ahora ni siquiera sabe lo que pasó con la sirvienta que lo traicionó, él solo piensa que ella no lo quería como cónyuge del rey al considerarlo inferior sin saber que hay alguien más poderoso que se oculta en su silencio.

—¿Te quedaras aquí? —Demian le preguntó al enorme demonio que a diferencia de los otros no se movió de su lugar cuando les pidió salir de la habitación.

—No, nuestra majestad me pidió cuidar a su reina y yo me quedaré a cuidarlo, señora —respondió con seriedad.

Es extraño tenerlo a su lado de esa forma, que esté protegiéndolo cuando meses antes estuvieron peleando como enemigos de bandos opuesto. Lo otro es que ser llamado “reina” y “esposa” son cosas que no le gustan ¿Acaso se olvidan de que es un hombre?

Pero ponerse a discutir con ese demonio sobre esto le quita la energía. Con curiosidad su mirada se detuvo en el enorme martillo de Kepac que sostiene con solo una mano. El cuerpo del demonio de más de dos metros se nota bien cuidado y musculoso, y su piel de tono morada no lo había visto antes en los otros demonios. Claro, aun no conoce a la raza guerrera de la cual proviene aquel demonio leal a su marido.

—¿No te incomoda tener que proteger a alguien como yo? —le preguntó en tono provocativo—. Debe ser raro cuidar a quien hace unos meses quisiste matar con ese martillo.

Aquel no se inmutó con sus palabras.

—Nunca tuve intenciones de matarlo, desde nuestro primer encuentro, nuestro señor Betzu nos ordenó tener cuidado con usted —le respondió con seriedad.

Demian se quedó callado ¿Desde el primer encuentro? Ahora si lo piensa bien un demonio poderoso como ese, y un hábil demonio como la otra criatura que siempre está al lado de Betzu, hubieran sido capaz de reducir a un novato como él de su solo golpe.

Entonces ¿Betzu lo ha protegido desde el primer momento? Pese a ser el fruto de la traición de su primera mujer, el hijo del Dios que le robó a su esposa.

 

—¿Qué haces? —le preguntó el demonio plateado entrando a la habitación y sobresaltando a Demian.

Ante la sorpresiva visita saltó sin poder ocultar su confusión y desvió la mirada, avergonzado de que pensar que le ha interesado desde la primera vez. El rey de los demonios insurrectos se acercó preocupado tomándolo de la barbilla.

—¿Hay algo que te molesta?

Demian movió la cabeza negativamente, avergonzado, y de la nada se abrazó a Betzu apoyando su cabeza en su hombro, para que él no pudiera ver la expresión de su rostro. Hasta ahora nadie se había preocupado de él de esa forma por lo que no sabe como actuar y la mezcla de sentimientos lo atosigan y confunden.

Betzu le masajeó la espalda en silencio y luego con un gesto le indicó a Kepac que los dejara solos. Apenas el demonio guerrero salió de la habitación se sentó en la cama sin que Demian lo soltara.

—Esta bien, ya estamos solos ¿Pasa algo? —le preguntó con un tono más suave.

—Nada… solo que… ¿En serio te gusta alguien como yo? —señaló mirando su rostro—. Eres apuesto, fuerte, muchos quisieran ser tu pareja ¿Por qué quieres a alguien como yo? ¿Por qué me parezco a mi madre? Soy un simple ser mitad demonio, mitad dios, que nunca ha destacado en nada. Soy el hijo despreciado de Hades, el hijo de una mujer que ella misma intentó matar. Además, mi rostro ya no es igual de antes y…

Betzu colocó un dedo sobre sus labios haciéndolo callar.

—No te pareces a esa mujer, para mi no eres ella, ni su reemplazo ni nada de eso. Y eres especial, aunque no te das cuentas, tan hermoso, tus ojos brillan más que cualquier gema de este reino, todos no dejan de hablar lo de lo bello que eres, pero eres más que un rostro bonito tienes un alma tan pura para ser un demonio, me gusta escuchar tu voz, ver como se sonríes. Cuando estoy a tu lado quisiera quedarme aquí toda la vida —dicho esto le tomó con suavidad de ambas mejillas—. Aunque a veces sueles ser poco paciente y caprichoso, para mi eres como una dulce persona que no ha recibido la atención que merece y que inconscientemente la pide. Por todo eso te amo.



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Editado: 11.12.2024

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