Serie Akuni | La maldición de tus ojos

46. Pequeña humana

La casa a la que llegaron es más miserable de lo que se esperaban, muchas de las tejas asfálticas yacen rotas en el piso y el muro de ladrillo tiene agujeros en varios lados, es un milagro que se mantenga en pie. Sin embargo, es mejor esto a dormir en la calle.

La niña, de aspecto delgado y harapiento, los invitó a pasar y en el interior no encontraron mucho más que unos viejos cajones que formaban todo el mobiliario. El frio penetra por las agrietadas paredes y por las ventanas que cubiertas con papel de periódico no ofrecen mucha protección. Al fondo solo hay un par de colchones sobre el piso de tierra y nada más. La pequeña fue hacia una enorme y vieja olla humeante, y les trajo un tazón de sopa a cada uno, no es muy sabrosa, pero por lo menos sirve para calmar las tripas vacías. Comieron en silencio aun asombrado por la pobreza del lugar.

Sobre uno de los colchones hay un bulto de ropa y si no fuera porque la niña se acercó a hablarle no se hubieran dado cuenta que debajo de todo se encontraba una mujer débil y enferma, cuyo pálido rostro contrasta con dos enormes ojeras, por sus bonitos ojos les dio la impresión de que con una mejor calidad de vida sería una mujer muy hermosa. Aquella se giró hacia los recién llegados e intentó ponerse de pie, pero fue imposible y todo lo que pudo musitar fue un “gracias”.

Pueden acomodarse en el otro colchón —señaló la niña luego que ayudó a su madre a tomar sopa—, y mañana pueden ayudarme con el techo, pronto lloverá y no he podido arreglarlo. Mi mamá está enferma por lo que no ha podido hacerlo tampoco…

Su mirada luce preocupada y Demian no pudo evitar sentir compasión por la situación de los humanos, porque no solo está casa se ve en estas condiciones miserables sino todas las que están a su alrededor, sintió culpa al pensar como en casa despilfarraba la comida sin averiguar como vivían aquellos seres que antes tanto despreciaba.

No tengo mucho que ofrecerles, más que comida y alojamiento como pago por el trabajo —exclamó ante el silencio de ambos viajeros.

La pequeña sonrió nerviosa, no son los primeros viajeros que ha llevado a casa, pero al ver las condiciones de su oferta terminan por rechazar el trabajo. Betzu movió la cabeza en forma afirmativa.

Bien, yo me encargaré, mi compañero no está en condiciones, pero yo lo haré —señaló haciendo que la niña sonriera animada.

La delgada criatura les preparó el colchón para que descansaran colocando ropa limpia y abrigada. Solo Demian se acostó ahí, a Betzu le pareció que era demasiado pequeño para los dos y prefirió que solo Demian descansara ahí. Él se sentó en el piso cerca para dormir de esa forma y de reojo contempló a la niña que cuidaba a su madre.

Notó la marca de la muerte y solo arrugó el ceño. La mujer no sobrevivirá otro día más. No hay nada que hacer, esa niña quedará huérfana muy pronto.

Antes de que el sol saliera Betzu ya estaba terminando las reparaciones del techo, no fue difícil, aunque con sus poderes hubiera podido terminar mucho más rápido.

De lejos vio a la niña corriendo feliz con un bulto en sus brazos, al entrar y ver a Demian la pequeña le contó que el panadero le acaba de regalar varias hogazas de pan que no se vendió el día anterior y que iba a calentarlo para preparar el desayuno.

Tu amigo es muy fuerte —exclamó la niña asombrada—, cuando desperté ya estaba en el techo haciendo arreglos.

—respondió Demian sonriendo orgulloso y luego entrecerró los ojos con cariño—, él siempre es así.

La pequeña dio vuelta el pan sobre el quemador inundando la pequeña casa con el aroma a pan recién tostado.

Mi mamá antes también era muy fuerte, teníamos una casa más bonita, ropa, comida e incluso un auto, siempre recibíamos regalos de papá, pero un día se olvidó de nosotros, y mamá no le quedó otra que trabajar acompañando a pasear a hombres que le pagaban por guiarlos por la ciudad.

Demian se quedó en silencio escuchando a la niña hablar, es evidente que eso de pasear y guía en realidad era otra cosa, que la mujer intentó ocultar a los ojos de su hija.

Sobre la mano de la mujer enferma vio una venda y supuso que ahí lleva la marca del dios para el cual trabajo y que al parecer tuvo un romance. Debe ocultar la marca por lo que dijo su cuñada hace un tiempo, para los humanos es considerado ser traidor hacer pacto con los akunis, los hijos de los dioses, y por eso muchos suelen esconderlos.

De seguro, la madre de la niña, en su juventud fue tan bella que un akuni se encegueció por ella, pero después de usarla la botó sin consideración. Debido a la marca, a ser considerada una traidora no tuvo otra opción más que dedicarse a la prostitución y terminó por enfermarse.

No estaba lejos de la realidad.

No pudo evitar sentir congoja al pensar en la situación tanto de madre como de hija.

En eso la niña le extendió dos hogazas de pan sonriendo animada. Y le conmovió el gesto, de a pesar de tener tan poco ella le ofrecía un pan a cada uno de ellos.

El pago de ambos —dijo feliz, es evidente que esos panes para la pequeña es un regalo de los dioses. No quisiera recibirlos para que los guardara para ella y su madre, pero se dio cuenta que rechazarlo haría que la niña se colocará triste.

Muchas gracias —respondió con sinceridad.

La niña se quedó hipnotizada en su sonrisa.

El tío es muy lindo, parece un dios —señaló en su inocencia.

Demian enmudecido no dijo palabra alguna, solo volvió a sonreír aun cuando esas palabras lo colocaron nervioso, ya que por un momento pensó que lo había descubierto.

Mientras la pequeña despertaba a su padre ayudándola a mascar un poco de pan. Demian salió con ambos panes al exterior mirando hacia el tejado buscando a Betzu. El demonio plateado sentado en el tejado al verlo dio un salto llegando a su lado. Demian asustado que alguien hubiera podido verlo giró a su alrededor para luego reprenderlo por su falta de cuidado. Como respuesta aquel solo colocó su mano sobre la cabeza del semi demonio, en forma cariñosa.



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En el texto hay: mpreg, demonios seres, boyslove

Editado: 11.12.2024

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