Ema, la joven esposa de Arturo y cuñada de Demian se acercó con un tazón de sopa al lado del demonio plateado que contemplaba en silencio al pequeño sobrino de Demian jugando por el jardín con Alice, la pequeña niña humana.
—Pensé que los akunis no toleraban a los humanos —lo dijo al ver que la mujer del hermano de su marido no parece incomodarle dejar a su hijo jugar con la niña que ellos rescataron.
Ema sonrió sentando a su lado.
—Fui criada por un humano, mi padre adoptivo es humano, y toda mi vida viví en la ciudad de los humanos, es una larga historia —respondió mirando hacia el cielo—. Soy de quienes sueñan que un día los akunis dejen de ver a los humanos como simple objetos, pero no ha sido fácil, la mayoría de los hijos de los dioses les acomoda vivir de esta forma. Pero no me rendiré, sé que aunque seamos pocos los que alcemos la voz contra la injusticia que se hace contra los humanos lograremos algo.
Betzu solo la contempló antes de desviar la mirada.
—Ir contra de la ola es el camino más difícil —señaló con seriedad.
—Estamos listos —Arturo apareció ante ambos interrumpiendo la conversación.
Demian quien apareció caminando atrás los saludo a ambos pero no alcanzó a terminar con sus palabras cuando Betzu lo abrazó con tantas fuerzas que lo hizo sonrojarse, más cuando sus pies no tocaron el suelo debido a que el demonio mayor lo alzó como si fuese un niño.
—¿Estás bien? ¿Cuándo despertaste? —le preguntó preocupado.
—Estoy bien —le respondió con una suave sonrisa.
Arturo tosió con fuerzas interrumpiéndolos, intenta aceptar la relación de ambos pero sigue sin gustarle. Ema al notarlo lo tomó del brazo evitando que dijera algo que en ese momento puede resultar incomodo. Bufó entendiéndolo pero se colocó aun así entre ambos separando el abrazo de ellos.
—Es hora de ir a hablar con Hades, síganme —exclamó y Betzu tensó su mirada al escucharlo.
—Pensé que el rey del inframundo estaba dormido —señaló arrugando el ceño.
—Lo está, pero en ocasiones especiales puedo solicitar su presencia y usando mi cuerpo él puede aparecer, no aseguró lograrlo porque es la primera vez que haré algo así —indicó avanzando por el pasillo.
Lo siguieron en silencio por el camino que les pareció más largo de lo que en realidad es. El pasillo es claro e iluminado pese a no contar más que con puertas cerradas y algunas pocas ventanas. Demian conoce este lugar, y comienza a sentir la tensión de la ansiedad que le provoca hablar con un padre que nunca lo ha tratado como un hijo.
La entrada a la sala desde la cual Arturo puede comunicarse con Hades es más grande de lo que imaginaba, debe reconocer como hijo que nunca ha estado en ese lugar. Pues Hades solo permite el ingreso de Arturo.
Su hermano abrió las enormes puertas y estiró la mano indicándole que deben entrar.
Demian tensó su rostro y tragó saliva, pero antes de dar un paso Betzu le tomó la mano. El demonio de cabellos plateados luce muy preocupado e inseguro. Es la primera vez que ve ese miedo en su semblante y no pudo menos que volver sus pasos y apoyar su frente sobre la de Betzu, sorprendiéndolo.
—Todo estará bien, lo prometo —aunque no sabe si esto resulte, por lo menos no permitirá que su padre dañe a sus hijos.
—Si pasa algo te juro que romperé esas puertas y me enfrentaré a tu padre —Betzu le tomó ambas mejillas con suavidad—, no dejaré que hiera a las personas que amo y son las más importantes de mi vida.
Arturo desvió la mirada molesto. Le sigue incomodando esa relación, fuera por él se llevaría a su hermano lejos, le borraría la memoria y le buscaría alguien más adecuado. Pero Demian lo odiaría si hiciera eso.
—No tienes que dramatizar, yo estaré con él, no dejaré que mi padre dañe a mi hermano pequeño —bufó entrando a la cámara.
Demian luego de despedirse de Betzu también lo hizo. El demonio no se siente tranquilo, sabe que la condición de Demian no es la mejor, y ya lo ha escuchado decir muchas veces que su padre Hades nunca ha tenido interés en él. Si llega a ponerle un dedo encima no le importa iniciar otra guerra entre el dios del inframundo y los demonios insurrectos.
Apretó ambos puños con impotencia.
Demian contempló admirado el interior de la cámara, a diferencia de su hermano nunca ha estado en ese lugar, pues solo el hijo elegido es quien tiene permiso de entrar. Las columnas blancas en el interior parecen levantar un cielo oscuro y estrellado, como si se encontraran en el exterior, unas escaleras llevan a un desnivel superior rodeado por una luminosidad blanca que llama la atención.
—Bien —musitó Arturo sacando una daga y pasándosela a su hermano sin que este pueda entender sus razones—. Si padre se descontrola usa esta daga y atácame.
—¡¿Qué yo qué?! —respondió rechazando tomarla.
—No tienes que darme una estocada fatal—sonrió su hermano mayor—. Basta que ataques una pierna o un brazo, al sentir dolor puedo reaccionar y expulsar a nuestro padre de mi cuerpo. Así cortaré la comunicación antes de que se atreva a dañarte.
Demian lo contempló con cierta desilusión y Arturo no pudo evitar darle un fuerte abrazo.
—Nunca pudimos vivir como hermanos, nos criamos como rivales, e incluso antes solías despreciar a Ema, pero al final mostraste ser la persona más fiel a mí, te arriesgaste por Ema y por cuidar a mi hijo. Si Eva nunca hubiera metido cizaña a nuestra relación podríamos haber vivido más unidos. Me duele aun aceptar que tu vida ahora está atada a ese demonio, y tampoco podré perdonar a Ángel. Me prometió cuidarte y en vez de eso puso su egoísmo encima de la promesa que me hizo. Si padre no te aprecia no sabe lo que se está perdiendo, porque yo como hermano mayor y líder de los descendientes de Hades te aprecio y te apreciaré por siempre. Incluso al hijo que cargas ahora en tu vientre, porque es parte tuya y sé que con un padre como tú será un buen niño.