Una vida después de la muerte, era algo misterioso para mi, tenia curiosidad por saber que es lo que realmente pasaba, muchos decían que había otra vida después de la muerte, tal vez seria esta una nueva oportunidad, otros simplemente decían que esta era la única vida que ya no había otro que después de morir ahí quedaba y desaparecía convertido en polvo, yo estaba en esos tantos que creían en esa otra vida. tal ves creas que estaba loca o simplemente era una tonta por no entender esa simple definición. Era tan grande mi deseo de saber que es lo que pasaba, a la verdad no le tenia miedo a la muerte, pero tampoco quería averiguar hiriendo a mi misma, algo pequeñísimo de mi ser me decía que había esperanzas… esperanzas de volver a empezar una vida sin sufrimiento y sin pensar en el mañana o el futuro. Ya se que era algo tonto, pero antes de irme te contare esta experiencia, si te preguntas por qué morí y dónde estoy, pues te diré que me asesinaron de todas formas iba morir porque padecía de una enfermedad, también diré que estoy al final de mi existencia… estoy al final del camino.
Mi nombre es Kenia Hernández, tenia 15 años cuando me detectaron un tumor cerebral maligno el 13 de noviembre del 2021. Papá y mamá me llevaron al hospital después de haber sufrido varios desmayos tanto en el colegio como en casa además de eso tenia un fuerte dolor de cabeza que muchas veces no me dejaba hacer mi rutina diaria. No había muchas esperanzas de que podría sobrevivir después de la operación, no acepte que iba morir no quise morir no aun. Había muchas cosas que planee hacer antes de morir, supuse que moriría una ancianita, pero el destino tenia otros planes. Tan solo en un segundo una pequeña enfermedad se llevo todo aquello que soñé me aferre a la vida, aunque al principio no acepté poco a poco me acostumbre a la idea de dejar esta tierra para convertirme en la nada.
Disfrute cada día como si fuera el ultimo.
Un mes antes del diagnóstico…
Recuerdo aquella tarde de lluvia, aquel día donde empezo a presentarse mi primer síntoma de mi enfermedad, invité a Jhon, mi mejor amigo a casa para pasar una tarde agradable.
— Hola boba, ya estoy aquí y espero que de verdad sea una tarde agradable ya que tú siempre terminas haciendo tus berrinches. — fue lo primero que escuche al abrir la puerta de la entrada.
— ¿Berrinchuda yo? pues si no te gusta puedes tomar el pomo de la puerta y jalar lentamente hasta que ya no pueda ver tu preciosa cara — sonreí.
— Ja ja ja, eres muy graciosa mi pequeña boba — dicho eso puso su brazo alrededor de mi cuello llevándome hasta la sala — ¿que hay de comer?.
— ¿comer? ¡oh, si, si!... déjame ver la nevera... mmm... tenemos helado, un poco de fruta — giré para ver si quería algunas y lo desaprobó con un movimiento de la cabeza.
— ¿Que te parece si salimos a comprar hamburguesas? — propuso.
— ¿Podemos usar patines?.
— Tú puedes usar porque yo no traje las mías, ya que no dijiste nada.
— No estaba en mis planes salir, deja que me ponga y salimos por esas hamburguesas.
Dicho esto corrí escaleras arriba y después de unos minutos ya estaba lista.
— Ahora sí vamos, deja que coja la llave, el cel...
— Sin celulares, ya que después te vas a distraer y no me vas a prestar atención, además estás con patines.
— De acuerdo.
— ¡Kenia!... no corras así, te resbalaras y te lastimaras, estás usando patines en un día lluvioso — escuché que me decía Jhon, cuando salí casi corriendo de la casa.
— ¡Me encanta correr así, además de sentir la adrenalina por todo el cuerpo! — grite mientras corría bajo la suave lluvia que cubría las calles del vecindario.
— ¡Por lo menos espérame boba! ¡mira que te atrapare y voy a mojarte en ese charco! — gritó señalando un charco pequeño. Yo seguía corriendo sin importarme su amenaza hasta que de pronto sentí un intenso dolor de cabeza que me hizo perder el equilibrio, lo único que recuerdo es el dolor que sentí cuando mi cabeza golpeó el piso y los gritos de Jhon, después de aquello todo era oscuro y silencio.